domingo, 9 de junio de 2024

Reseña de Álvaro Muñoz Robledano: ‘Acerca de las expediciones geográficas urbanas’. Liliputienses. 2023. Col. La estética del francotirador.

 


Álvaro Muñoz Robledano puede mostrar una trayectoria definida en poesía: Fotografía junto al pecio (1991); Hoteles (1995); Cuartel de invierno (1999); Salvoconductos (2006); Cuaderno de falsos viajes (2009),  Clus (2015), No en el patio trasero de la casa que ni siquiera tengo (2019); El experimento de la doble rendija (2022). También de haber sido responsable de la edición de los Ensayos de Michel de Montaigne para Cátedra. Esta es una pequeña pero significativa muestra de su quehacer poético: “impedir que la palabra olvido se desgaje una vez más que la palabra cristal sea dibujada trazo adjetivo a trazos adjetivos al menos cualquier línea ayer al menos” (Desde el callejón pueden verse las estelas de condensación de los reactores que cruzan sus trayectorias).

Estos poemas, en su concisión, juegan a expandirse con múltiples referencias y connotaciones: ”Nosotros fuimos los Gatopardos, los leones” [Teatros (un ajuste de cuentas)]; “Sí, tu niñez: ya fábula de fuertes / (repítelos) / sí… / (témelo) / sí… / (olvídalo)” (Tres poemas ocultos en homenaje a Jorge Guillén); “un poema de pájaros perdidos” (Cummings en Moscú)…

Pero la poesía de Álvaro Muñoz Robledano, por supuesto, va más allá del juego culturalista, está llena de momentos de emoción: “la tristeza de la tarde que sucede a otro lugar la tristeza de resolver en escritura el último momento de sustentación al dejar atrás la torre que ya es agua” (La línea de Kárman). Una emoción contenida atravesada de la racionalidad por un lado y por otro por lo surrealista: “la novela / sal oscuro en el plato” (Teatro y ruptura de la escritura burguesa); “aunque no pudiéramos serlo / la penitencia de lo que desaparece / como la bicicleta oxidada que alguien olvidó encadenada a una barandilla” (Mientras Therese Jacobsen y Joseph Mitchell fotografían los restos de un edificio destruido en Greenwich Village y la marea deposita es Hoboken redes de pesca perdida).

Como artista plástico, también hace uso de la disposición tipográfica en el folio, aunque no deja de ser uno de los recursos que emplea el poeta para impactar y desafiar al lector. En cierta forma juega con el extrañamiento como método de distanciamiento tanto como lírico.

En esta selección de textos se tocan los temas más íntimos, los que tienen que ver con los sentimientos: “… tanto / se necesitan para conseguir / misericordia” (Nana, tela de araña). Y, como sucede en otros poemarios, se esconden tras el uso de materiales, de vocabulario no convencionalmente lírico, en este caso de la geografía urbana, utilizada, casi de soslayo como un símbolo: “Las leyes / permitían levantar una casa en un terreno sin propiedad asignada a condición de que quedara debidamente techada antes de la puerta del sol del primer día no tierra de nadie / de nadie sino tierra / nadie” (Acerca de la expedición geográfica urbana).

Este es un artefacto más que elocuente para acercarse a la labor poética de Álvaro Muñoz Robledano, llena de sugerencias y de desafíos para el lector que quedará a la par fascinado y desconcertado como desconcertada es la realidad.

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