El
asesinato de la presidenta de la diputación de León ha levantado un ruido
informativo sorprendente. Como en las Torres Gemelas, como en el 11M –aunque
luego se demostrara que no-, los culpables y el móvil pronto estaban muy
claros. Se trataba de un trabajador despedido que se tomaba la venganza por su
mano. De ahí a culpar a los escraches y sandeces peores hubo un telediario.
Pues
no, no se trata de que el pueblo harto de las arbitrariedades y la prepotencia
de un político caciquil se haya alzado en revolución. Al final ha resultado un
ajuste de cuentas premeditado entre miembros del mismo partido. El culebrón es
sorprendente, madre e hija, amigas de la asesinada, cinco intentos anteriores,
la compra de dos armas mucho tiempo atrás a un toxicómano, colaboración de una
agente de policía; el marido y padre, inspector jefe de la policía de Astorga.
Pero lo sorprendente no son las complicadísimas implicaciones que parece tener
todo el caso, lo sorprendente es que a los medios, y al ministerio fiscal les
han sorprendido más los comentarios por las redes sociales.
Los
comentarios abundaban en señalar la falta de pena por la muerte de la señora
presidenta de la diputación, algunos apuntaban a que lo merecía e incluso unos
pocos se alegraban de ello. Parece ser que esta señora y su gestión han sido,
cuando menos, polémicas. Han saltado las alarmas y han sido detenidos dos
jóvenes por incitación al odio. Repito, me parece sorprendente la celeridad con
la que ha actuado de oficio el ministerio fiscal cuando recuerdo muchísimos
comentarios más cargados de odio en las ondas de la COPE, con Federico Jiménez
Losantos, por ejemplo, al que no puedo escuchar por prescripción facultativa.
Quiero evitar una úlcera. El insoportable Sostres y muchos otros presentadores
y tertulianos de distintas cadenas nacionales, regionales y locales amenazando
de muerte a feministas, izquierdistas o cualquier otro ciudadano.
No
quiero convertir estas líneas en “y tú más”. No me gustan los insultos, vengan
de donde vengan. Creo, además, que es un juego muy peligroso hablar a la ligera
de estos temas. Con un poco de memoria podremos recordar las sutiles y no tan
sutiles presiones que el entorno de ETA hacía a los elementos incómodos.
Incitar al odio racial que muchos políticos populistas –de cualquier signo,
pero de algunos especialmente- siembran contra los inmigrantes. Hay que tener
cuidado con los nacionalismos extremos como los que ahora están devastando
Europa. Incluso la blasfemia tiene consecuencias insospechadas.
No
olvidemos tampoco todos esos comentarios después de una violación o después de
un caso de violencia machista, “algo habrá hecho”, “se lo merecía”, “es que
todas son unas…”, “es que van provocando…”.
Sin
embargo hay algo que también debería ser sagrado en una democracia, y es la
libertad de expresión. Luego las leyes dictaminarán cuáles de aquellos
comentarios son constitutivos de delito y cuáles simplemente están dentro del
mal gusto.
Deploro
todos esos comentarios pero valoro aún más la libertad de expresión. Aunque no
me gusten las sevillanas rocieras o el reggaetón, creo que no habría que
prohibir estos tipos de música. Y de lo que estoy hablando es mucho más serio
que un gusto. Estamos hablando de asesinatos.
Lo que
parece claro es que a las autoridades públicas les pone nerviosas no controlar
los canales de información. Los grandes partidos, aliados con y de las grandes
corporaciones y los grandes grupos empresariales a pequeña, mediana y gran
escala pueden controlar las televisiones, las radios, la prensa. Pero no pueden
con las redes sociales y eso les está poniendo muy nerviosos, así que atacan
con la censura preventiva. Estas detenciones son un aviso a navegantes.
Hasta
qué punto un comentario como alegrarse de una muerte –de mal gusto,
aceptémoslo-, es constitutivo de delito. Incitar al odio, ¿qué significa? Si en
mi blog despotrico contra políticos municipales, ¿estoy incitando al odio?
Porque con mi proverbial pico de oro puedo convencer a gente de que no les
voten, pero también de que les abucheen, hagan un escrache en su casa o pasen a
peores. ¿Cuál es el límite de mi responsabilidad? Llevar una minifalda, ¿es
incitar a la violación?
Se está
hablando de dictar normas para controlar estos comentarios en la red, como si
no fuera suficiente la normativa ya existente. ¿Cuál será el siguiente paso?
Podrán limitar el derecho de expresión de críticas porque eso también incite al
odio. Podrán denunciar y detener a personas cuando sus comentarios se vuelvan
algo más viscerales, ¿es eso lo que necesitamos? En estos tiempos en los que el
Partido Popular controla una cantidad ingente de resortes de poder desde los
ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, congreso, senado, gobierno,
poder judicial amén del control de grupos afines en los medios de comunicación,
¿quién asegura que se será imparcial en la persecución de delitos de opinión
calificados de incitación al odio? Nadie sabe, pero apostaría a que la
blasfemia no tardaría en entrar en el cajón. Tienen miedo.
Este
asesinato no ha sido el inicio de una explosión de ira de los desahuciados
frente a los bancos, ni de los parados contra los políticos. Ha sido un ajuste
de cuentas entre militantes del Partido Popular. Por lo que he leído no sé, ni
llego a imaginarme, qué habrá detrás de todo esto, pero no es el inicio de una
revolución.
No es
el inicio de una revolución, pero podría llegar a serlo. No porque cunda el
ejemplo, no porque haya gente que se haya alegrado de que haya muerto una
persona a su juicio despreciable, sino porque puede pasar. La casta política
está llegando a ser odiada. Se habla eufemísticamente de desafecto, pero es
mucho más grave, mucho más profundo, mucho más visceral. Y por eso temen. El
poeta afroamericano Gil Scott-Heron clamaba en los setenta que la revolución no será televisada. Y parece que
no lo será, que las televisiones sólo retransmitirán las cargas policiales en
hora de los informativos. Los únicos medios que se están escapando por ahora
son las redes sociales, y por eso se están convirtiendo en objetivo prioritario
de control por el gobierno. La revolución será retuiteada, pásalo.
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