El
término “emberrenchinado” viene de berrinche, y eso es lo que parecen tener
aquellos que llevan en el cargo muchísimo tiempo, demasiado tiempo para que
ahora, unos desconocidos, que todavía no controlan y no saben de qué van les
pueden ganar por la mano. Me refiero, claro está, a los resultados de las
elecciones.
No sé
si habrá sido por la creación de la TDT y la crispación programada, o porque
los cachorros de los tardofranquistas están más crecidos, pero el caso es que
están desbandados, están dando pataletas y me da un poco de miedo.
La
librería anarquista La
Malatesta ha venido sufriendo amenazas por grupos neonazis. Están
recogiendo adhesiones como lo tenían que hacer las librerías de los 70 para
vender libros de Miguel Hernández. La cosa es intolerable.
En una
manifestación convocada en Plaza Colón contra el comunismo de Manuela Carmena y
Podemos (?) agredieron a varios periodistas de la Sexta y el Huffington Post. “Os
vamos a quemar vivos” gritaban. Yo había
pensado que los que quemaban cosas eran los de Podemos, que lo había avisado
una concejala del PP de Valencia, que iba a comenzar otra vez con los conventos
como en la Guerra Civil. Los de Plaza Colón muy cristianos no parecen, desde
luego. Esos son los demócratas que van a parar el populismo. ¡Virgencita, que
me dejen como estaba!
¿Y qué
decir de la cantidad de sandeces que están soltando distintos cargos del PP? Empezando
por Esperanza Aguirre y terminando con Ana Palacio, que compara a Podemos y a
Ada Colau con el Califato Islámico. Se les nota nerviosos, por eso dicen que
están destruyendo documentos a toda prisa. Se les nota con miedo, no sé qué es
lo que estarán ocultando. Quizás sean pruebas de su mala gestión, o simplemente
están dejando vacíos los archivos para dificultar las labores a las siguientes
corporaciones municipales.
Me da
la sensación de que hay cierta incomodidad insana con la rotación en el poder.
Algo que en los tiempos de Cánovas no pasaba. Entre unos y otros se traspasaban
los cargos sin ningún tipo de acritud, era un pacto entre caballeros. Y así había sido hasta ahora. Quizás con un
poco de irritación en el 2004, con Zapatero, el 11M y todo lo que vino entre
ambos. Pero ahora, creo, la situación es distinta.
Para
empezar la derrota del PSOE en las últimas generales y autonómicas había sido
tan aplastante que el Partido Popular había copado prácticamente las
administraciones a todos los niveles, municipales y provinciales, comunidades
autónomas, mayoría absoluta en el congreso para no tener que negociar ningún
decreto, renovar cargos judiciales sin pudor… Y ahora, de repente, lo pierden
prácticamente todo.
Por
otro lado los medios de comunicación han sufrido una deriva a todas luces
peligrosa. Hemos pasado de los tiempos de una cadena que todos los españoles
veíamos a una legión de microcadenas que teóricamente permiten a cada cual
elegir aquella en la que más a gusto se sienta. En la práctica es la derecha
más reaccionaria la que ha podido, primero con Intereconomía y luego con 13Tv,
establecer una alternativa más radical que los medios controlados por los
gobiernos estatal y autonómicos. Así, para cualquiera que comparara las
tertulias de TVE con las de 13Tv, parecerían sensatas, incluso progresistas las
de la cadena estatal. Luego no me extraña que consideraran a El País como un
periódico radical de izquierdas (lo juro, eso he escuchado). No digamos
entonces qué parecen los de Podemos, que en el fondo tampoco es que sean el Che
Guevara.
Además
está el cambio generacional. Durante la Transición estaba pasado de moda decir
que uno era de derechas. El propio Adolfo Suárez aseguraba que era el Centro
Democrático. Nadie quería ser asociado con el franquismo, aunque no les
pareciera tan mal. En el fondo sólo echaban de menos los desnudos en las
películas, para el resto se apañaban bien. Luego llegó la refundación del PP, con
Aznar, que, recordemos, tampoco era de derechas, “Centrados” fue el lema de su
campaña. No es que me parezca mal que alguien sea de derechas y lo sea
orgulloso, el problema, como siempre, es de prepotencia e intolerancia.
Parece
que los hijos de estos de derecha-pero-decimos-que-somos-de-centro se han
criado en un resentimiento, ¿cómo hemos permitido que unos cantamañanas se
hagan con los ayuntamientos, con algunos puestos de decisión? Ojo, con algunos,
que la mayoría son como decía el Gatopardo, algo que cambiaba para seguir todo
igual. El cóctel entre conservadurismo en cuestiones sociales y liberalismo en
las económicas no supone ninguna contradicción (que hace que los
norteamericanos decidan ser demócratas o republicanos), y en estos últimos años
han conseguido ocupar todo lo ocupable.
¿Qué
están haciendo ahora? Pues simplemente volver a los antiguos hábitos, los
ciudadanos de derechas siguen siendo ciudadanos de derechas, y los simplemente
fascistas, ya no se camuflan de demócratas, son directamente totalitarios, como
niños pequeños malcriados que son incapaces de aceptar que ningún otro pueda
tener legítimamente una idea distinta a la suya.
Culpan
a los medios de comunicación, como la Sexta, de crear ese monstruo que es a su
juicio, Pablo Iglesias. Lo comparan con Hitler, aunque no recuerden que la
campaña de los nazis estuvo salpicada de sangre, que no fue en absoluto
democrática por muchos votos que consiguieran, que luego la convirtieron en una
dictadura con las mismas ideas que ellos, los que protestan de Podemos, tienen.
Lo
acusan de aprovecharse de la crisis, como si no hubiera explotado Mariano Rajoy
ese filón para destruir a Rubalcaba. Y ahora la ultraderecha ya no sólo está en
muchos campos de fútbol disfrazados de aficionados radicales. Ya están en las
calles, amenazando, seguros, creen, de contar con el beneplácito de una gran
parte de la población y mucha parte de la derecha política que les sirve en
bandeja un estado de opinión de miedo a los desmanes de los comunistas,
independentistas o anti-desahucios.
Pero,
claro, eso no es sembrar la violencia, eso no es incitación al odio. Eso sólo
lo hacen los terroristas. Las gentes de bien, los sensatos del PP son gente de
orden y nunca buscarían en manifestaciones o con la violencia arrebatar los
resultados de las urnas. Esas cosas son cosas de los radicales de izquierda que
pretenden, malvados ellos, que sean los tribunales los que aparten a los
corruptos. (Esa es otra, según su versión los corruptos están perjudicando al
PP, pero, oye, nunca los denuncian ellos, siempre son los otros, a pesar del
daño y lo que han robado y mancillado.)
No
quiero irme por las ramas. La cosa está saliéndose de madre. La ira de quienes
han ocupado cargos públicos y ahora se ven en el trance de perderlos no cabe en
un régimen democrático. No toleremos estos abusos, ni de palabra, ni de
amenaza, ni de ningún tipo. Todos hemos aguantado gobiernos que no nos
gustaban, en eso consiste la democracia, en poderles quitar la silla para que
la ocupen otros en unas elecciones en las que sólo es necesario tener 18 años.
Y si no nos gustan, pues puerta otra vez y a empezar de nuevo. Pero sin
berrinches, que, como digo, somos mayorcitos.
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