Si uno
viviera en el mundo que describen los periódicos, ciertamente que tendría que
adaptarse a un entorno casi psicodélico. Ya sabemos que las geografías no son
fijas y que las fronteras de los países son elásticas, que los partidos hacen
campaña allende los mares y que los focos de interés en nuestra aldea global
pueden estar tanto en NYC como en una carrera de quesos en Cooper's Hill. Hay
zonas de terra incognita tan grandes
como un continente y puede que estén en el barrio de al lado.
Otro
foco de perplejidad lo encuentro en el vocabulario, yo no sé qué es un fofisano, o implementar, o si sor-passo
pertenece a las carmelitas descalzas o calzadas. Supongo que es un juego de
mesa que tienen los redactores, como el scrabble,
y cuando les sobran letras, inventan vocablos. Los peores, los de las páginas
de negocios y economía.
El caso
es que parece el mundo de Tim Burton a través del espejo. De repente surgen
problemas de los que nunca he oído hablar y personajes completamente
desconocidos que todos, absolutamente todos, dicen conocer mejor que nadie,
incluso que los susodichos. Saben de sus pasados, de sus pasiones y gustos, de
sus oscuras intenciones. Y acabamos viviendo en un escenario de vidas probables
que me descoloca tanto como cuando jugaba al ajedrez y se suponía que debía
controlar dos o tres jugadas más allá del momento de mover un peón o adelantar
un alfil.
Y los
términos que creía conocer, resulta que no son así. Yo pensaba que la energía
nuclear, por ejemplo, era muy nociva para el medio ambiente y los accidentes de
Chernobil o Fukusima me lo corroboraban. Pues resulta que no, que es una
energía limpia. Que no influye en el efecto invernadero. Que viene a ser, creo
yo, como si para quitarte un padrastro te cortas la mano. También creía que la
democracia era el poder del pueblo, y me entero que no, que eso es populismo.
Tenía
yo entendido que hacer lo que los votantes demandan era un ejemplo de
democracia, pero estaba equivocado. Por lo visto es una dejación de
responsabilidades de los dirigentes de los partidos, que no se quieren mojar y
que pasan la pelota a los simpatizantes. ¡Qué equivocado puede estar uno! Tampoco
tengo claro la noción de dictadura ni de libertad de prensa y opinión. Menos
mal que los telediarios te lo dejan muy clarito: Venezuela, Cuba, dictaduras.
Arabia Saudí, no.
Ahora
he entendido que un partido que se llame neonazi, que utilice sus símbolos y
haga apología de sus ideas no es nazi. Nazi es un partido que dice en contra de
las oligarquías y nunca ha usado la violencia. Libertad de opinión es acusar a
ese partido de control ideológico y no permitirle expresar sus ideas,
ningunearlo en los medios y hacer una campaña de desprestigio que los
tribunales desechan una y otra vez.
Estaba
yo errado cuando analizaba los movimientos de los partidos después de las
últimas elecciones. Yo supuse que si Rajoy quería ser investido, aceptaría del
rey ser candidato y luego negociaría o una gran coalición o lo que fuera. Pues
no, resulta que para ser aceptado como presidente, tiene que ser Pedro Sánchez
el que le ofrezca a Rajoy la cábala aritmética para que las Cortes lo voten.
Igualmente había supuesto que si no quería el susodicho Pedro Sánchez el
gobierno de la derecha, no pactaría con Ciudadanos, o preferiría, como había
escuchado en alguna tertulia post-electoral, los votos de Podemos, IU y otros
grupos. Tampoco me entra en la cabeza que tender la mano se haga insultando al
futuro compadre. Al final debo confesar que me han dejado muy confuso. Menos
mal que la prensa me consuela y me explica lo que haga falta.
Lo que
más me tiene conmocionado es lo referente a la crisis. Ahí sí que no me entero
de nada. Yo pensaba que había sido un colapso global, que afectaba a todos los
países por eso de los flujos de capitales del sistema de mercados y que lo
había iniciado la caída de Lehman Brothers y la cuestión de las
hipotecas-basura. Y no, error grave. Es culpa de las políticas de Zapatero y la
burbuja inmobiliaria española.
Ignorante
de mí, pensaba que los números siempre significaban lo mismo y si la deuda
pública es mayor ahora que hace cuatro años es que se haya fallado en el
objetivo de reducirla. Pero al contrario, el gobierno ha conseguido reducir la
deuda, aunque el número sea mayor. El recuento de parados ha aumentado, pero el
Partido Popular ha bajado el desempleo. La hucha de las pensiones se está
quedando en nada, pero el sistema está ahora más asegurado que antes. Y no es
que lo digan los de gobierno, que a fin de cuentas, tienen que creerlo como
cuando los padres hablamos de los Reyes Magos. Toda la prensa, especialmente
los analistas económicos están de acuerdo. Hemos salido de la crisis.
Crisis,
¿qué crisis?, me pregunto como Supertramp (grupo al que sigo odiando desde la
adolescencia). Por lo visto ya hemos salido. No lo hemos notado los hogares,
pero es oficial. Por eso me ha entrado la duda existencial. ¿Qué tiene que ir
bien para que podamos decir que hemos salido de una crisis? ¿Cuántos parados
tienen que encontrar un trabajo que les permita vivir para que podamos decir
que se ha reducido el paro? ¿Cuáles son los indicadores económicos oficiales
para concluir una crisis? Si fuera una enfermedad, bueno, está la fiebre y los
recuentos de glóbulos blancos. Pero no tenemos ni inflación ni actividad
económica no sé qué pensar.
Yo no
lo entiendo, de verdad. Y mira que me gustaría saber que es cierto, que hemos
salido y lo que yo veo alrededor es una manía mía, una especie de astigmatismo
raro, una debilidad del espíritu. Quizás sea todo falta de comprensión lectora,
que puede ser. Que la vejez es muy mala.
También
puede ser que los periódicos mientan, que estén manejados por los intereses de
los que salen beneficiados por la crisis, que también controlan las políticas
de los partidos. Lo mismo va a ser eso….
No,
imposible. Es problema mío. Me ha pasado como a Alberti, yo era un tonto y lo
que he visto me ha hecho dos tontos