Chascarrillo más o menos ocurrente este de comparar
a Pedro Sánchez Castejón con el rey castellano que perdió la corona frente a su
hermanastro Enrique de Trastámara. En la guerra civil, Pedro I apenas si
contaba con apoyos. Aparte de esa dualidad, pocos paralelismos se me ocurren. A Enrique
lo aupó un vasallo Bertrand Du Guesclin en los campos de Montiel con aquello de
“ni quito ni pongo rey”. Según parece, a Pedro Sánchez lo ha aupado un asesor,
Ivan Redondo, que ha trabajado para el PP, como por ejemplo, en la campaña de García
Albiol. Este sí quita y pone rey.
No
pretendo aportar mucho de novedoso, creo que las grandes mentes de este país ya
han explicado todo lo que había que explicar de la moción de censura. Lo que
sucedió, lo que había por detrás y lo que podía haber sucedido. Algunas cosas
han llamado la atención, como la insolente cerrazón del presidente saliente,
ausentándose del Congreso, lugar de la soberanía popular. El estilo mesurado de
unos frente al bronco de otros. Las consignas. La más chocante, sin duda, el
concepto de “gobierno Frankenstein”, que pretende desacreditar a Pedro Sánchez
por los variopintos apoyos que ha tenido en la moción de censura.
Son
muchas las falsedades vertidas en el debate, pero es sorprendente el
cuestionamiento del procedimiento de moción de censura, que, por otra parte, ha
sido utilizado por muchas fuerzas políticas a escala autonómica y municipal.
Hay que tener en cuenta, además, que la moción de censura constructiva que se establece en España es muy conservadora y
otorga muchas facilidades al presidente vigente. Es fundamental la existencia
de esta figura jurídica para que se lleve a cabo un efectivo control del poder
ejecutivo por parte del parlamento, pero parece que estamos tan acostumbrados a
las mayorías arrolladoras que no somos capaces de concebir que el gobierno no
tenga un cheque en blanco. Por eso, cualquier negociación con otros grupos
políticos sea tenida por una afrenta o por una rendición. Además, si los grupos
minoritarios no pudieran ejercer presión o favorecer a unos grupos políticos
frente a otros, ¿qué quedaría de la democracia? Un turno de partidos
mayoritarios que ignore a una gran parte de la población que prefiere votar a
los nacionalistas, grupos más a la derecha o a la izquierda de los dos grandes.
El juego democrático se basa en aceptar lo que dice la mayoría, pero teniendo
en cuenta las minorías.
Por
cierto, la supuesta mayoría del PP se basaba en un 33% de los votos, con una
participación de un 70% más o menos, lo que hace que aproximadamente un cuarto
de los votantes españoles hayan apoyado manifiestamente a Mariano Rajoy como
presidente. Que tiene también la lectura
de que tres cuartas partes de los ciudadanos españoles no querían al PP en el
gobierno. Es tradición en Europa los gobiernos de coalición y los apoyos
parlamentarios. En este caso, Pedro Sánchez ha obtenido 180 votos de
parlamentarios que representaban aproximadamente algo menos de la mitad de los
votos, es decir, cerca del 35% de los votantes. ¿Quién tiene mayor legitimidad?
Ahora
recuerdo que, tras la investidura de Rajoy, los partidarios de Ciudadanos
estaban orgullosos porque moderarían las acciones del gobierno pensando en los eosdem, y propiciando la regeneración
política frente a los corruptos. No hemos visto nada de eso, han apoyado todas
las políticas austericidas del
partido popular y han terminado dando su apoyo para la moción de censura en la
que se podían haber abstenido. Rafael Hernando les ha agradecido el favor
insultándolos desde la tribuna. No lo digo irónicamente, creo que es un guiño
que les regala para que los votantes de Ciudadanos se sientan distintos a los
del PP y que no piensen que votar a unos o a otros da exactamente lo mismo. Un
poco, salvando las distancias, como cuando Carrillo ponía a caldo a Suárez para
que ninguno de los dos perdiera credibilidad ante los suyos.
Ha
estado bien ver a los líderes de Podemos y el PSOE ser amables y comedidos. No
lo ha estado el gesto de Monedero –aunque personalmente lo veo más como un
maleducado exceso de confianza– y por él ha pedido disculpas. Es raro en
política española ver este tipo de expresiones. Mucho más elegantes que comerse
los presupuestos con patatas, aunque ahora digan de quitarles la salsa PNV en
el senado. La incoherencia del PP en grado sumo. Todo por el poder y nada más que
el poder. Podían haber tenido otra estrategia, sacrificar a Rajoy y ponderar un
nuevo gobierno del PP, retrasando las elecciones en el ínterin, mientras
siguieran en funciones, sin control del parlamento y desgastando mientras a
Ciudadanos. Ahora pretenderán obstaculizar todas las medidas a través del
control de la mesa del parlamento y su mayoría en el Senado. Mucha soberbia
para quienes se creen en la posesión de la verdad y que sólo ellos pueden
gobernar legítimamente el país. Una mentalidad muy caciquil en todos los
sentidos.
Sigo
preguntándome por qué los votantes del PP –y Ciudadanos– siguen apoyando a un
partido que ha sido condenado por corrupción. Se obstinan en creerse las
tergiversaciones de los portavoces que los toman por tontos. Ahora toca ver
cómo aguanta el tipo Pedro Sánchez, cómo gestiona la confianza y cómo convoca
elecciones, y si es verdad que puede subvertir las políticas del Partido
Popular y descongestionar los vetos del ejecutivo a las iniciativas que se
estaban tramitando. Quizás sean muchas esperanzas puestas en tan poco apoyo. Por
lo menos, espero, habrá unos cuantos corruptos menos en las instituciones. Esto
marcaría el camino que seguir en Andalucía con la corrupción. Lo mismo habrá
que llamarlo Pedro I el Breve.
Nota: he corregido un error histórico indigno de alguien con esa especialidad. Gracias, Nora.
Nota: he corregido un error histórico indigno de alguien con esa especialidad. Gracias, Nora.
Ante todo muchas gracias por tu aportación.si hemos oído mucho estos días, pero tú explicación siempre es más entendible. Como siempre aportas conocimiento y sabiduría. Gracias
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