viernes, 3 de septiembre de 2021

Reseña de Carmen Salas del Río: ‘Salitremente’. OléLibros. Col. Imaginal. 2021

 SALITREMENTE | CARMEN SALAS DEL RIO | Casa del Libro


La nueva entrega poética de la gaditana afincada en Granada, Carmen Salas del Río, ahonda en la trayectoria poética consolidada desde El cantar de las caracolas (Olélibros, 2020),  La mirada del tiempo (Esdrújula, 2019) y Manto del alma (ExLibric, 2016). Gerardo Rodríguez Salas se encarga de un intenso prólogo donde se desgranan los elementos fundamentales de la poética de la autora, que, en este poemario rezuma Ángel González, no solo en las citas, los poemas están impregnados de la visión poética del maestro.

Carmen Salas divide el libro en varias secciones. Poesía y camino es la primera que funciona casi como introducción, un preludio de lo personal (“Hoy me gustaría / ser el arroyo de las caricias recibidas”, Piel adentro) y lo poético (“Bienvenida poesía, / ya no sabría vivir sin ti, / por eso te quiero libre” para comunicar emociones, hacer soñar, ser respuesta a las preguntas del mundo y “camino de recuperación / siguiendo la senda de la vida”, Poesía y camino) junto con la esperanza hacia el porvenir que se irán completando en el libro (“esperando al futuro / al otro lado del miedo y del egoísmo”, Al otro lado del miedo).

La añoranza del mar y todas su implicaciones, la nostalgia de la infancia, la simbología de sus elementos, el agua, la sal, la arena protagonizan de forma clara todo el volumen, pero especialmente se encuentran en Piel salitre: “Quisiera ser capaz / de borrar de tus aguas / la aflicción y el tormento / que late en tus entrañas” (Mediterráneo). Se advierte una posición de madurez, casi de inventario: “No hay nada más hermoso que tu hacer” (Inevitable otoño); “La vida es a veces esa luz / que utiliza el material de los sueños / para hacer resonar el corazón” (La vida es tu anhelo).  Las estaciones, y este es un libro otoñal, traducen una metáfora clara de las etapas vitales: “Aquel día de tormentoso octubre / de vientos, lluvia y hojas amarillas / me despedí en silencio del trabajo. /…/ Cuantiosas cartas de amor y de abrazos / de brazos pequeños y ojos grandes // Desde aquel día me tocó inventar otra historia para mi tiempo inédito / en el flamante otoño de mi vida” (Inventar el otoño); “Ya no me embellece la juventud / ni los sueños a largo plazo” (Como una carta sin alas). Pero no es un lamento, ni un carpe diem crepuscular, se trata de la asunción de las posibilidades vitales y de la forma en la que uno (una), se construye y se disfruta: “descubre todos los diálogos de la esperanza” (La danza de la palabra).

No significa que no se eche de menos el pasado: “Añoro aquellas días del intenso deseo / tan llenos de emociones que nos maravillaban / las mágicas palabras que incitaron el morbo” (Más amor). La nostalgia, es cierto, se vive casi como un disfrute en retrospectiva: “Mantener el hechizo de un querer / que sin querer llegó / en nuestro otoño” (Surco del deseo). De hecho, este es uno de los temas que más se repiten en Salitremente. El deseo y, especialmente, cómo se vivía el deseo en el pasado, es la capa de salitre que nos deja el mar cuando salimos tras un baño en el momento de más calor del verano: “desde el lapso de tiempo que me habitas (lobo), / solo tú puedes sanar esta herida / solo yo abandonarme a tus brazos / y a ti” (Una intensa chispa). Todo ello envuelto en la ternura de quien comparte la intimidad verdadera: “La distancia nos invade / se aguarda cada vez / que el miedo se agiganta / y el alma va encogiendo” (Bajo mi pelo). Será la escritura lo que metabolice estas sensaciones: “Toca seguir blandiendo la palabra, / como se blande el sable ante el dragón / por los viejos derechos abatidos” (La verdad del poeta); “me inunda la ilusión de poetizarlo / sobre la piel desierta de un folio” (La piel desierta de un folio).

Piel silente recoge, en cambio, la voluntad consciente de reservar algunos aspectos de la interioridad de la poeta. El silencio necesario para la introspección, para reflexionar y rememorar: “No confíes en el tiempo de nuestro reloj” (El eco de un silencio); “Escondo palabras. / Detrás de los silencios no se ven” (Lo que la memoria esconde); “Quiero robarle su silencio a la brisa / me traerá escondidas y en secreto / tus veladas te quieros” (Quiero robarle su silencio a la brisa). Es una opción que no se entiende si no es dentro de una pareja, donde los afectos y el paso del tiempo van tallando un material incomprensible a ojos ajenos: “No vivo en soledad ningún momento / y sin embargo / siento tu desertar” (Silencio que reverbera); “tragarme los orgullos del infierno / confinado a la fuerza / donde no se ven grietas / y las palabras se contorsionan yermas, // se meció el silencio / en las orillas de todas mis playas” (Un silencio pugna por salir). Es un silencio, también, lleno de esperanza:

“Nada más bello

como la noche azul

de tu deseo” (Haikus del silencio)

El silencio se rompe y comienza una conversación, Como arena, se desenvuelve entre deseos y añoranzas, en la búsqueda de la belleza como quien está pendiente de encontrar una caracola entre la arena durante un paseo por la orilla: “Toda la culpa del mundo fue a buscarla / todo el peso de sus palabras cayó sobre ella” (Idilio). Un reducto de autenticidad y libertad que no puede demostrarse sino en la búsqueda: “Yo persisto anhelando ser sirena” (Sempre libera); pese a los contratiempos y sinsabores: “A esa fuerza no la matan / aunque mata al poeta” (Itaca 2020); “Quien sana la Tierra y su lamento” (Tierra). De una intensa ternura y deseo son las confesiones que se hacen en voz baja a quien está a tu lado: “La belleza es sentir tu mirada / recomiendo mi cuerpo /…/ La belleza es esa palabra amable / que te conquista el país extranjero” (La belleza);“De repente te descubro observando mis ojos” (Ojos de luna); “Tu mirada benevolente borda / las recientes arrugas que me adornan” (Piel de arena).

De mente es el reverso de esta complicidad y se recrea en pensamientos sombríos, tristeza, soledad, naufragios: “Cuando llegó la madre de todos los naufragios // descendió con ella la soledad / y las noticias ácidas” (Cuando el presente tiembla); “No me fisgues, tristeza, / vuélveme la espalda y / desvanécete tras de / mi sonrisa, cansada / de cuantiosas pugnas a contracorriente” (Memoria de lo absurdo).

“Pensando en ti me enredo en el poema

/…/

Que solo tú me sepas y me encuentras” (Pensando en ti)

Cuéntame un cuento o Mirada de un sueño roto dan cuenta de una poesía comprometida, diferente al tono confesional en el que se desarrollan otros poemas: “Por eso nunca borro / el espectro completo de vivencias / las huellas que la vida / en mi cara dibuja, / mientras me miro / día a día / en el espejo / de la existencia misma” (En el espejo). La metáfora del camino no hace más que ahondar en la palabra en el tiempo machadiana: “Somos aves / atravesando el tiempo” (Somos aves); “Has tenido que pasar tormentas, / viajes, miradas, lluvia y añoranzas / para entender por qué me gusta tanto, // por qué subyuga morir en el poema” (Morir en el poema); “Los transportes huecos del silencio / hoy han escarbado la realidad / de incertidumbres y miedo al futuro / de madres preocupadas por sus hijos” (Oda a la fragilidad). El recurso a la lluvia, al paisaje, a la atmósfera que nos envuelve permite colorear emocionalmente estos poemas: “No te diré que aspiro / a irme, con esa lluvia / que entreteje las nubes” (No te diré);  “Llueve en la calle y en ti, / es lluvia ácida que hoy te impregna /…/ La lluvia resquebraja / las palabras crueles y sin sentido, / el absurdo discurso / de quien con menosprecio las pronuncia” (Lluvia ácida).

Carmen Salas del Río se interroga y se cuestiona: “Lleva en sus estrofas / el cansancio de los años / de no dejar abrir / la caja de Pandora que me habita” (La noche en blanco). Mira hacia atrás, hace balance con un ambiente semejante al de Pizarnik en varios poemas: “Con otros ojos ahítos de tantas experiencias / elaboro un bosquejo de la vida, / presagio mi cuerpo atravesado por el tiempo / mas no ensartó mi muerte en su trazado /…/ ¿Qué es eso, sino habitar la vida / con otros ojos?” (Con otros ojos); “El firmamento me nombra / y un tropel de pájaros me requieren / para que juntos alcemos el vuelo” (El firmamento me nombre)

 “Deja que el viento pase

pero atrapo los besos que no damos,

pero atrapo los besos,

cobijo los abrazos

cobijo los abrazos que se pierden

/…/

Dejo que pase el viento

ya viene tan henchida

de mimos y caricias

liberando alborozo y nuestras risas” (Cuando se te cae la vida)

Una colección de poemas en la que encontramos ternura, compromiso, denuncia, sal, silencio y un grito, una conversación, el paso del tiempo y vivir.

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