martes, 19 de noviembre de 2019

Reseña de Francisco Alatorre Vieyra: “Ladakh”. Ediciones Liliputienses. 2019.


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Nacido en Guadalajara, México, en  1982, ganador del XXVI Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta. Cuenta su biografía que viajé durante algún tiempo de mochilero y, en cierta forma, Ladakh es un proyecto de viaje con parada en diferentes estaciones. Un sentido onírico, previo al lenguaje articulado, de acumulación de sensaciones, de imágenes, de recuerdos, de personajes pueblan unos poemas-río en los que se acumulan listas de propósitos y de delirios, de percepciones y de ensueños. Ladakh es una región de la Cachemira tibetana de paisajes desoladoramente hermosos que funciona como una especie de utopía.
En la primera estación, Piedra, encontramos Bolsa, ejemplo de objeto cotidiano, prosaico (como la canción Les sacs en plastic del francés Czerkinski), punto de partida para la reflexión. Aprovecha la narrativa, incluso prosaica, con argumentos y tono perfectamente antipoéticos: “Escribo esto / voy a la cocina / prendo la estufa y me preparo / una quesadilla” (Bienal). El libro tiene sentido a cuenta de la acumulación más que de la forma de poemas, más que los textos individualmente.
La técnica de lista es uno de los recursos más utilizados por Francisco Alatorre: 3 de febrero entre república del Salvador y Regina, Lista que no concibe un hombre sentado en una cubeta, Holodomor, Menú del día, Speak memori I, Playmobil, Membrana (lista con experiencias únicas alrededor del mundo). Aprovecha textos deliberadamente no poéticos en el sentido convencional, pero con una lírica muy intensa: “La realidad por el hecho de nombrarla / se inclina hacia un cierto brillo / restos” (3 de febrero entre república del Salvador y Regina); “¿Cómo escribir con sencillez / con limpieza / sobre mis dos hermanos? / ¿Cómo decir que no sé en dónde / en qué fosa común / arrojaron los restos de David / y de Francisco?”
Las contradicciones de las vidas cotidianas en un mundo sobrecogedor pueblan los poemas: “Las redes sociales / y su delirio de vidas saturadas con viajes / de mujeres hermosas y noches desquiciadas / de grases perfectas descubiertas en fotografías con gatos / son de un delta que desemboca irremediablemente en lo ordinario” (Erotómanos festivos). Francisco Alatorre recurre a la conciencia dramática del fin de la felicidad y de las ilusiones, de la vuelta constante a los recuerdos que insisten en la sensación de fracaso:  ¿Por qué esta tarde / la violencia y el sexo / se presentan más nítidos / menos ficción / que otras memorias? /… / Por otro lado / quizá la mafia china / también sean los poetas / silbando ese melodía / como queriendo atracar a los otros / que los miran perplejos” (El acordeonista).
La segunda parte, titulada Ventana rota, insiste en este universo pesimista, como inmersos en una burbuja asfixiante (“Las palabras / son pensamientos en una jaula de arena. // Un insecto atrapado en un vaso // un trozo de cristal / desgarrado imperceptiblemente / los labios de un niño moribundo // geometría // una ventana rota”). El lenguaje se vuelve un acompañante incómodo y hay que recurrir a lo que de agresivo se pueda esconder tras las palabras (“Las estacas de la carpa / uñas enterradas en la curva / no hay tal estanque / sí / malabaristas que coleccionan daguerrotipos / de muertos / vestidos de fiesta”, Vanguardia). Francisco Alatorre dibuja un mundo en descomposición, anónimo, indiferente (“Cualquiera de estos rostros / es uno de los muchos posibles / de un hombre o una mujer / que pretende coherencia / detallando ideogramas con una linterna frente al mar abierto / o corriendo a través de una trinchera / cubierta por espejos”, Puede ser un experto en gastronomía persa), donde cada persona, poeta o no, debe dibujar su cuerpo con cicatrices de sueños frustrados: “Abra / cicatriz / grietas / donde los hombres guardan / proyectos felices” (Abran). Sabemos que el deseo es la energía que pone en marcha un sujeto sin órganos, Alatorre prefiere decirles adiós y profundizar en la ataraxia: “Decirle adiós a todas las trampas de la sed / a un cerillo en una noche fría / a un cómplice” (Decirle adiós a un árbol)
Acertadamente Baldío es el título de la siguiente sección: “Caminamos por baldíos / sobre los que nunca tendríamos que haber construido /…/ Un terreno sin edificar está emparentado con la duda / la ciudad desconfía de sí misma / tropieza para respirar al fin / el titubeo de la hierba y la certeza del concreto” (Baldío). Y continúa con una galería de injusticias y denuncias en Roppong,i barrio de copas y terreno de la Yakuza. Ahora se habla del Barrio de Tobio, de la historia de Dela, un refugiado, de todos los refugiados, del genocidio ucraniano tras la hambruna de las colectivizaciones 1932-1933 (Holodomor), de S devot ciudad de Israel constantemente atacada con morteros Gaza, de la tragedia de Iguala o de la historia más íntima de un cura abusador (Mi tío Roberto).
Speak Memory retoma fragmentariamente el tono de introspección de los primeros poemas: “Un hombre examina su memoria / y solo encuentra / un espejo empañado / por el aliento de animales disecados” (Vaho). El poeta hace acopio de referencias cercanas al autor de diferente clase: chocokrispis, Rothko, Walter White, Star Wars, playmobil, DMT, el viaje a Huayhuash, llegar a Ladakh…
El juego referente a la memoria es esencial en el poemario, y bien puede ser aceptable, beneficiosa como un recurso extremo (“La memoria como paliativo”, Cosas del agua) como todo lo contrario (“La memoria es una impostura”). La lucha por conseguir ordenar el relato propio como si tratáramos de una novela de Faulkner: “espejos, fragmentación, días extraños, orgullosamente, que distancian con ligeros el prisma, una escala de grises entre la infancia y el tedio, moneda banal, exquisito es el caos” (Fractura). Una mezcla en apariencia caótica de lenguajes científicos, datos, sensaciones, recuerdos, incoherencias, “Somos lentos / porque así nuestra mente / la historia no es un hilo tenso / fragmentos tocándose apenas / ondas en un charquito” (Kobe Beef). Una sensación de ahogo y de claustrofobia vital cierran el poemario: “En la pecera / con temor y ostentosas / las criaturas puntualizan / su coreografía de estructura súbita / frívola súplica / hueco” (Pecera).

domingo, 17 de noviembre de 2019

Las máscaras de Eva


La Asociación de Mujeres Feministas de Rota me han pedido que contribuya a la presentación del libro que recoge las conferencias agrupadas en el ciclo Las máscaras de Eva de las ponentes Mª Regla Prieto, Gema Otero, Rosa San Segundo y Antonia Corona Aguilar.

Quizás pueda chocar un poco que un varón cishetero hable a propósito del feminismo, y no sea para dar explicaciones condescendientes, sino como parte de un movimiento que reivindica, busca y lucha por la igualdad de la mujer. No quiero recordar el nombre de cierto político que daba por supuesto que no podía ser feminista porque él era un hombre. Esta es una de las primeras excusas que se vienen utilizando para escabullirse del compromiso por la igualdad. El desentenderse. Así, de paso, se perpetúan los estereotipos y el desequilibrio de poderes.
Otras de las excusas muy socorridas, pero no por ello menos irritantes, es la de quienes –varones y mujeres– reniegan del propio término “feminismo” proponiendo, por ejemplo, “humanismo”, que hace referencia, por otra parte, a una corriente filosófica que nada tiene que ver con la igualdad de género. Estos y estas que se muestran tan reacios a aceptar el feminismo como bandera suelen quejarse de la inutilidad del cuidado en el lenguaje inclusivo, e insisten e insisten en la economía del lenguaje y en que el masculino es genérico y no hace falta tanta precisión tiquismiquis y vacía. Precisamente el nombre del movimiento, feminismo, pone el acento en la mujer –aunque sea un nombre de género gramatical masculino–. Y es precisamente esa la razón para no adherirse a la causa. No se han parado a pensar que es este fenómeno precisamente el que se denuncia con el lenguaje inclusivo. Cientos de años, miles de términos, decenas de leyes que hacen uso del masculino genérico y la mitad de la población debe sentirse incluida sin reservas y un solo término “femenino” y ya saltan las alarmas. Es un botón de muestra de lo importantísimo que es el lenguaje en la lucha por la igualdad.
El lenguaje tiene una capacidad evocadora que sobrepasa lo meramente informativo. Las palabras, las imágenes hacen resonar en nuestras entrañas mitos ancestrales, miedos antiguos, prejuicios enterrados. Todo tiene que salir a la luz, debemos hacerlos conscientes, analizarlos, cuestionarlos, darles un nuevo significado, añadir nuevas lecturas. Acercarnos a esta valoración y re-contextualizarla es la tarea de María Regla Prieto. En el volumen hace una visión de los roles generales en los que se presenta a la mujer en la mitología clásica
Una de las características más interesantes del feminismo como movimiento es su carácter multifacético. Hay un feminismo sufragista, un feminismo que busca la igualdad, como si entre hombres y mujeres no debiera existir mayor discriminación que entre rubios y morenos; otros se plantean la especificidad bio-socio-histórica de los géneros, hay un feminismo ecologista y un feminismo queer, provocador. El mismo debate es enriquecedor en esta lucha que tiene como objetivo la liberación de la persona, porque a través de la igualdad entre los géneros, a través de la lucha contra la discriminación de la mujer y el fin del patriarcado, no solo ganan las sometidas.
También los varones hemos sufrido en esta situación injusta, incluso dentro de una posición de privilegio también se imponen cadenas y estereotipos, aspiraciones prefijadas, imaginarios perversos de una masculinidad tóxica.
El feminismo no va de la lucha de la mujer contra el hombre. La culpabilidad, más que de los hombres, en genérico, es de la estructura patriarcal, las prácticas de convivencia, la estructura de poder contra la que hay que luchar. Un hombre puede sentirse hombre siendo feminista, por supuesto. Esto no va de amaneramiento de los hombres, sino de romper las barreras de los estereotipos, sabiendo, sobre todo, la enorme losa que atrapa a cada mujer en su ambiente y en sus aspiraciones. Gema Otero, que tiene un amplio historial de trabajo en temas de igualdad y coeducación hace hincapié en la construcción del amor y los afectos en los contextos escolares. La coeducación no se reduce a la coexistencia, sino a replantearnos los papeles tradicionales asignados a cada género. Para ello hay que ser conscientes de que existen y se perpetúan y que, independientemente del género en el que nos movamos, hay roles que debemos rechazar y otros que debemos asumir.
Antonia Corona Aguilar también aborda los mitos de la femineidad, aquellos que aprisionan a las mujeres a través de los afectos, que el amor todo lo puede, que el amor es sacrificio y despersonalización. También nos habla de las resistencias, que son poderosas y tienen muchísimos recursos, controlan las creencias y la religión a través de las instituciones eclesiásticas; controlan la difusión de las ideas en los medios de comunicación, en los roles de las películas, en la divulgación del pensamiento feminista. Atacan sistemáticamente y desde varios frentes a lo que llaman “ideología de género”, como si fuera una aberración intelectual constatar que una cosa es el sexo biológico (que ni siquiera él es dicotómico en la naturaleza), y otra, relacionada pero muy distinta, el género, es decir, la manera normativa de comportarse hombres y mujeres, y otra, completamente independiente, los deseos y los afectos. Para la mentalidad conservadora –más allá de partidos o de ideologías– todo debe estar muy simplificado, lo blanco es blanco, el hombre es hombre, y lo que no es blanco es negro, y lo que no es hombre, es mujer. Y ya, de paso, dejamos también cuál es el lugar de cada uno en la sociedad.
Esta es una inercia poderosísima y muy peligrosa porque cuestionar los avances no hace sino justificar ideológicamente la violencia contra las mujeres. Poniendo el acento en las supuestas exageraciones de feministas radicales se apoya implícita, incluso explícitamente a los que ejercen la violencia y a quienes mantienen los marcos legales y mentales imprescindibles para que se produzca. El repaso a la historia de Rosa San Segundo abunda en estos temas y sus diferentes contextos histórico-sociales, así como en la descripción de su evolución y su posible solución a través de la ayuda a las víctimas y la prevención con base en la educación de la sociedad en su conjunto. Antonia Corona termina el volumen proponiendo algunas de las características de los nuevos liderazgos y las nuevas estrategias de empoderamiento feminista. Esperemos que no se necesiten más mártires, ni que tengamos que recurrir al heroísmo para conseguir este mundo más justo, que lo normal sea participar de la vida sin sacrificios excepcionales, que lo cotidiano se abra a lo que, sin duda, es una ventana a la esperanza de que hombres y mujeres puedan vivir en igualdad de derechos y responsabilidades, de hábitos y prácticas, de conocimiento y afectos.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Reseña de Hilario Barrero: ‘Prospect Park. Diarios, 2014-2015’. Renacimiento. Biblioteca de la Memoria. 2019


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El incansable Hilario Barrero revisa lo acontecido entre 2014 y 2015 mientras sigue la encomiable tarea de ir sacando a la luz los Cuadernos de Humo y ejerce de anfitrión de algunos amigos que se aventuran por la Gran Manzana. Prospect Park es la última entrega de una serie que comenzó con Las estaciones del día (2003), De amores y temores (2005), Días de Brooklyn (2009), Dirección Brooklyn (2009), Brooklyn en blanco y negro (2011), Nueva York a diario (2013) y Diarios 2012-2013 (2015). Continúa la escritura precisa del día a día, de lo maravilloso de la cotidianeidad, de lo extraordinario que surge en lo cotidiano donde se cruzan historias cazadas al vuelo, reflexiones sobre el arte, la literatura, la amistad, el amor. Y la nostalgia.
El sentimiento que predomina en este nuevo volumen tiene mucho que ver con la sensación de hogar, alternando la mítica tierra de Toledo de su infancia con la sensación de encaje perfecto en el paisaje de Brooklyn que muchos definen como felicidad. El territorio de Prospect Park es el de la melancolía, ya hay en Brooklyn una melancolía digna de recrearse en ella. Van quedando atrás las obligaciones laborales y tienen tiempo de aflorar los viejos recuerdos, los recuerdos que se han hecho viejos entre los edificios de ladrillo rojo de un barrio todavía con vida propia, con sensación de pertenencia.
Hilario Barrero mira con un ojo firme y atento, como podemos comprobar y complacernos a través de las fotografías que se traducen en el texto, y las que vamos siguiendo en las redes sociales. Una mirada vital, vibrante, y llena de poesía. Más que profesor, más que editor, más que artista plástico, Hilario Barrero es poeta, independientemente del lenguaje utilizado para ello. En cierta forma todo se trata de traducir, decir casi lo mismo, a cuenta de una imagen, de unos versos, de un trozo de texto elaborado con el mismo mimo con el que se recrea uno en las sílabas de un verso. Quizás este volumen tenga un mayor grado de poesía en su escritura:
“La nieve, como un sastre aplicado, ha trazado con el jaboncillo blanco, en las junturas de la aceras, delicados pespuntes que la tijera del sol, en su momento, convertirá en agua” (Jueves, 2)
Hay entre las páginas una voluntad de reflexión sobre la propia labor del autor, bien como poeta, bien como traductor. También como paseante en dos planos, el de Zocodover y el de Manhattan, el joven que descubre el mundo y el adulto que redescubre esos paisajes. Quizás la exposición del Greco en el Metropolitan pudiera servir de metáfora adecuada para aquel que sale de su patria, desarrolla su arte en tierra extraña. Toledo y Nueva York.
“Mirarse uno en el otro es prescindir del espejo que miente. Una mirada que choca con otra es como una fotografía detallada de lo que está ocurriendo (…). Amarse uno en el otro y por el otro y con el otro es saberse de memoria todas las preposiciones y proposiciones amorosas, todas las posturas variables de complemento directo, todos los modos verbales, voz pasiva y voz activa, gloriosos adverbios de lugar y tiempo, de modo y de miedo. Amarse es mirarse con la desnudez de la vida y el temor de la muerte.”(Sábado 4)
También vemos al autor como vecino, como amigo, como amante. Da envidia no poder asistir a los conciertos de Mozart, Wagner, los de Bach…. no disfrutar de las extrañas cúpulas de Guastavino. Y quizá ya no lo veremos como profesor –aunque sí como maestro– porque este es uno de los puntos de inflexión vitales que se erige como elemento clave para entender esta última entrega de los diarios. Retomando el tema de uno de sus más celebrados poemas, HB no volverá a enseñar el subjuntivo a jóvenes que están más en la vida que en las letras.
“Vengo como vacío, como si me hubieran quitado un peso de encima, he cerrado una puerta que nunca más volveré a abrir porque se han quedado con las llaves, sin credenciales ni honores porque soy un jubilado, sin identificación porque se han quedado con mi carné profesional, sin correo electrónico porque me han borrado del sistema” (Jueves, 27 de agosto)
Abandonar el mundo académico no significa en modo alguno desertar de la labor de reflexión y análisis de la poesía o de traducción, ahí están sus palabras sobre Mario López, Gil de Biedma, Celaya, Cernuda, Joan Margarit, Levine… El amor por el arte y la poesía se demuestra con una cuidada vocación de estilo, de sobriedad castellana y expresividad intensa, un tremendo lirismo que envuelve la narración de los pequeños y grandes quehaceres alrededor del paisaje del enorme parque que otorga vida y personalidad, ofrece consuelo y cobijo a los habitantes del reino de Brooklyn.
                Prospect Park es en cierta forma un diario crepuscular. El inevitable paso del tiempo deja sus inevitables huellas, y deja los inevitables huecos, amigos que se van, anuncio de lo que se seguirá yendo. No cae, en modo alguno, en el sentimentalismo, la contención emocional redunda en un estilo literario y en una actitud vital que no se recrea ni busca la complicidad del lector a partir de remover los sentimientos más vivos. La emoción llega intensa, sin patetismos, pero certera en sus palabras, reflejo inmediato de la propia vida que se encuentra detrás. Así nos podemos asomar a una intimidad casi fuera de foco, sin hacer casi explícito el acontecimiento, los pequeños detalles que son los que llenan de contenido una vida, que intuimos mucho más profunda de lo que nos es permitido asomarnos. Primus vivere deinde scribire.
“Pasa un tren y emborrona la melodía que el músico estaba interpretando absorto y entregado en la estación del metro. Resonaban las notas y volaban como pájaros de ruido a estrellarse en la bóveda gris y accidentada. Un segundo después, por el andén opuesto, entra otro tren y borra la música totalmente. El intérprete sigue tocando para el caos que, por un momento, se ha creado en la estación. El ruido atronador vence, como un arcángel perverso y demoníaco y aplasta la música por un momento. Se van los trenes y la melodía se eleva como un chorro de agua luminosa. Como en la vida: nos golpean por un lado y caemos, apenas nos levantamos llega otro golpe por la dirección opuesta y nos vuelve a derribar. Algunos seguimos respirando escuchando el ruido de la vida, otros nos dejamos llevar por el ruido brutal del tren hasta la última estación, fía y oscura, lóbrega y abandonada. Final del trayecto” (Miércoles, 29)

lunes, 11 de noviembre de 2019

Recogiendo velas y banderas


Llevaba barruntando todo el fin de semana con tristeza estos resultados. Pensaba, sin embargo, que el batacazo de Rivera se lo iba a llevar Iglesias. Supongo que, como yo, muchos otros tendrán su opinión sobre los resultados de las elecciones. Y habrá analistas que, con mucho más juicio y conocimiento, pongan el acento en los aspectos clave de este proceso. Por mi parte, estoy más cerca de la reflexión personal y visceral que de la aplicación de conceptos políticos como el bonapartismo o la grosse koalition.
                Me resulta muy triste comprobar que el maquiavelismo de los asesores de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias no plantearan la urgencia de un acuerdo en lugar de jugar a la ruleta que siempre son unas elecciones. Siempre podrán decir, como Tezanos, que ha sido culpa de la sentencia del procés. Y, evidentemente, así ha sido. La palabra temeridad es la adecuada para esta jugada. Quizás confiara Pedro Sánchez que la exhumación de Franco serían credenciales suficientes para la etiqueta de progresista. En poco valora a sus votantes. Podríamos hacer responsable del auge de Vox a la repetición de las elecciones a las que ha llevado la obstinación del PSOE.
                Sin embargo hay algo que también influye y ha sido el blanqueamiento del cuasifascismo de Vox. Digo cuasi porque les faltan las políticas populistas hacia las clases pobres. La formación verde lo deja todo en manos de un liberalismo feroz, aderezado con una nostalgia de un régimen que fue cualquier cosa menos liberal. Creo que si PP y Ciudadanos no se hubieran puesto de perfil en la exhumación y hubieran condenado sin paliativos el franquismo como algo antidemocrático, Vox hubieran defendido una postura antipática de nostálgicos del fascismo. Sin embargo, les dieron una coartada respetable para oponerse.
                La indefinición ante el problema catalán ha jugado un papel importantísimo. La violencia del independentismo ha justificado en toda España menos en la propia Cataluña, el vuelco hacia la ultraderecha. Sin matices, sin referencias a la violencia de las fuerzas del orden, que han sido los argumentos para blanquear la posición antidemocrática de un independentismo que poco se diferencia del de Vox. Solo en el número de barras de la bandera.
                Desastrosa ha sido la gestión de Unidas Podemos, con la división de Errejón incluida. No están los tiempos para perder oportunidades y los líderes han ido dividiendo a sus cuadros y así a sus votantes. Demasiado poco ha sido el castigo.
                Sin embargo no hay que perder de vista que los principales responsables del auge del neofascismo de Vox no han sido las elecciones repetidas, ni el independentismo catalán, ni el blanqueamiento que ha tenido que tragar el PP para conseguir sus apoyos. Los principales responsables han sido los más de tres millones seiscientos mil españoles que los han votado
                Tres millones seiscientos mil españoles que, por una razón u otra, deciden otorgar su confianza a quienes enarbolan la bandera para luchar en contra de las leyes de violencia de género, para discriminar a los inmigrantes, más aún si no han cumplido los 18; para rechazar a los homosexuales; retirar subvenciones a organizaciones que no comulguen con sus ideas; controlar lo que deben sus hijos aprender en el colegio; imponer sus ideas sobre la caza o el Imperio. Son los mismos que pretenden aumentar los impuestos a los que cobran el salario mínimo mientras lo bajan a las rentas más altas. Son quienes usan la bandera como el odio al diferente, al que no se siente español.
Con la misma incoherencia que denuncian. Pretenden recuperar el papel del cristianismo más folclórico pero nada de su contenido. Procesiones pero nada de ayuda al necesitado (tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber…). Hablan de chiringuitos que cobran del Estado, que van corriendo por subvenciones cuando ellos burlan la ley constantemente, firman planos sin estar colegiados (¿no era ese el problema de los trabajadores en violencia de género en Andalucía?), hacen reformas en casas sin los certificados… Más de uno y más de dos de sus líderes están bajo sospecha de irregularidades en el manejo de subvenciones. Y la gente les ha votado.
Se jactan de prohibir el acceso de periodistas no afines a sus mítines. Y la Junta Electoral sólo los denuncia cuando la campaña ha terminado. Esta actitud totalitaria debería haberlos inhabilitado directamente como candidatos.
Pretenden destruir todo el tejido social, asociativo, solidario, de protección social y comunitario. Esta destrucción solo tiene una manera de contrarrestarse para mantener la cohesión de la sociedad. Y es la bandera. En ella se envuelven. Su España debe sentirse de manera inmediata, sin razonar, sin crítica, asumiendo las tradiciones sean o no juiciosas o éticas. Son las nuestras, dicen. Las suyas. En un alarde del arte de birlibirloque acusan a los inmigrantes de todo. Tratan a los menas como si fuera el nombre de una banda de mafiosos extranjeros. ¿Quiénes pagarán la factura de atender a los inmigrantes? Preguntan. Luego tienen la osadía de decir que sus señorías no, que las pagarán los trabajadores. Por supuesto, ellos pretenden bajar los impuestos a los más ricos. La hipocresía es mayúscula.
Luego para que no pensemos que, de nuevo, la bandera rojigualda es el símbolo de lo más execrable de España. Para que no dejemos de pensar que nombrar España es sinónimo de intolerancia hacia los regionalistas y nacionalistas, intolerancia hacia la mujer, hacia homosexuales, ateos, animalistas… Mienten descaradamente con los datos y las gentes les votan. Intolerancia hacia la verdad y la justicia. Por mí, que se queden con la bandera.
Pero la culpa no es de quien convoca las elecciones. Los votantes están ahí. Doy gracias de que hayan dado la cara y mostrado de qué pasta están hechos. Suponiéndoles buena intención, por el miedo al independentismo, han tolerado lo intolerable de sus líderes, han comprometido el bienestar de los españoles y más aún de los que han venido huyendo de la miseria y la desesperación. Han tolerado que se discrimine por razón de gustos sexuales, se criminalice a quienes pensamos que es posible un mundo mejor, nos llaman “dictadura progre”. Pronto nos prohibirán dar clase por prevención no vayamos a convertir a sus tiernos infantes la capacidad crítica. Han tolerado que se amenace con prohibir partidos políticos y cerrar medios de comunicación.
Me duele tanto que tres millones seiscientos mil conciudadanos hayan otorgado su voto a estos desaprensivos, con un lenguaje gamberro y una arrogancia que no perdonan a otros cuyas ideas y políticas les podría mejorar la vida… No puedo ponerme en la piel de un votante de Vox. Lo siento, no puedo. Toca arriar velas, porque el mundo que se avecina va a ser terrible.
Gracias, tres millones seiscientos mil compatriotas por facilitar la tarea.