Rosario Troncoso nos regala Fondo de Armario, un volumen de poesía y algo más. No creo que sea
necesario presentar a Rosario sino envidiar su capacidad polifacética para
llevar a buen puerto su labor profesional como docente, editora, periodista, blogger, catalizadora cultural, su
compromiso social… De esa multiforme personalidad da cuenta este poemario.
El propio título nos da pie a pensar en las múltiples
aristas que la autora quiere mostrarnos. Además de ser una imagen recurrente en
varios poemas (Dos de enero, Flores de vapor, Domesticada),
la metáfora del fondo de armario juega precisamente con lo cambiante y con la
profundidad de una persona que se mantiene a través de todas ellas: “Pensamos
que crecemos. / Pero no es cierto. / Envejece la cáscara” (Cáscara)
En volumen nos encontramos los temas universales de la
poesía y del ser humano, la soledad, el amor y el desamor, el deseo y la rabia,
la nostalgia del pasado y del futuro (Chupetes),
la ternura. Desentrañar los misterios vitales que se pueden encontrar tras sus
versos carece de sentido, y no sólo porque sospechemos, con Pessoa, que el
poeta puede ser un fingidor, sino porque los versos de Rosario Troncoso
traspasan la anécdota que pudo hacerlos brotar para traernos las emociones que
nos resuenan a cualquier lector que se acerque a sus versos.
Temas universales, sí, pero presentados a través de la
cotidianeidad, objetos y lugares, desde la India a Madrid, pero sobre todo la
Bahía y la casa propia, el ámbito de lo doméstico. Son todas aquellas cosas que
no deben faltar en el armario de cualquiera, como un traje negro, o unos
vaqueros, una tristeza, una nostalgia de verano y una de entretiempo; y
dos o tres ilusiones.
El armario que se encuentra en nuestra alcoba, y los objetos
cotidianos pueblan sus poemas: fotografías, flores, chupetes, maletas y perchas
(Flores de vapor), el cepillo de
dientes (Fantasmas), chanclas,
monedas (Cambio de tiempo)… Luis
García Montero en su Formas de
Resistencia nos recordaba que las cosas tienen la capacidad de convertirse
en un recuerdo y suponen el deseo personal de atender a la vida. De todas
formas personalmente siento debilidad por cómo los objetos o los colores (Rojo, Gaussian Blur) son
capaces de evocar un sentimiento, un recuerdo, un estado de ánimo.
El libro se divide en tres partes, Otoño-invierno, Primavera-verano
y Prêt à porter, donde se recogen
algunos textos en prosa, de su blog El
Ático de los Gatos y de su colaboraciones en los periódicos Cádiz Noticias y Jerezanía.com. De éstos me emocionan especialmente Tarde para
ser hippie, Calvin Klein y, sobre
todo Girasoles, donde reflexiona la
autora sobre la escritura misma.
El manejo de la primera persona (Gaussian Blur), la segunda (certera Maquillaje), la tercera (Cenicienta)
o el infinitivo (Fantasmas) demuestra
una maestría en el uso de un lenguaje que interpela, reconoce y aconseja. Gran
habilidad en el cambio de tono y de ritmo, en las sugerentes imágenes, en la
elección de temas, en la vida que hay detrás de cada verso.
Si tuviera que elegir poemas creo que acabaría citando
todos, la nostalgia y la ternura de Dos
de enero e Ingredientes del verano
o también Silvia y yo; el desamor Ignorar todo de las flores y el dolor de
Fantasmas, el deseo en Venganza y sobre todo la lucidez de Domesticada. Bacanal me parece una pequeña gran joya. Y así hasta el final.
Fondo de Armario nos participa de una mirada a lo
cotidiano, a esos objetos y sensaciones que nos acompañan, al milagro de cada
mañana cuando abrimos las puertas del armario y comenzamos la vida de nuevo.
Una gran colección de poemas que con un lenguaje bello, preciso y cercano nos
conmueven, nos enriquecen y nos hacen más sabios a cada lectura.
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