Marina Casado
(Madrid, 1989), licenciada en Periodismo, leyó su tesis doctoral
sobre Rafael Alberti, tiene publicado un volumen sobre la influencias literarias en el rock (El
barco de cristal) y a punto de salir su nuevo libro de
poemas: “Mi nombre de agua” (Ediciones de la Torre, 2016). Es
también especialista en los poetas de la generación del 27 y se
advierte en las citas a Salinas, Cernuda, Lorca, Alberti o Dámaso
Alonso. Jim Morrison es el otro puntal poético sobre los que bascula
la lírica de Marina Casado.
Estos poemas son una
colección reunida a partir de dos grandes núcleos temáticos, de
dos despertares. El primero el de la Bella Durmiente y el segundo el
de Alicia. Como explica en el Intermezzo, de la primera
sabemos qué pasó antes y después de dormir, mientras que ignoramos
el contenido del sueño. En el caso de Alicia, lo que Lewis Carroll
nos cuenta es precisamente el mundo onírico del País de las
Maravillas, dejando bajo el velo lo que le sucede antes y después de
entrar en la madriguera del Conejo Blanco. Los despertares sirven
como metáfora del fin de un sueño que puede ser real, puede ser una
enfermedad, un símbolo del periodo de latencia, puede ser el fin de
la infancia…
Una de las
características principales del estilo de Marina Casado es la
narratividad inmersa en su poética, la creación de un personaje
protagonista, aún cuando vaya mutando de la Bella Durmiente a
Alicia. La revisitación de mitos infantiles, como la Bella
Durmiente, las princesas, los muñecos y los cuentos es, en cierta
manera, una evocación y actualización del Modernismo, pero también
una especie de perversión de esas imágenes, despojándolas de la
cursilería para contrastar con la realidad que hay detrás., jugando
con la ambigüedad de lo tópico propio de la posmodernidad.
Los despertares
se divide en dos partes: “Soledades de la Bella Durmiente”, con
un “Prólogo”, “Soledades” y un “Epílogo”; después un
“Intermezzo”, y la segunda parte, “Retornos del espejo”. Cada
uno tiene su propio tono, en el primero el ritmo es más pausado,
casi modernista (La edad de los cisnes, Praga). En el
segundo, más extrovertido, más críptico y onírico, más
surrealista (Mientras tanto, en el espejo).
En la primera parte,
es un hospital el ambiente buscado para situar la narrativa del
poema. El prólogo consiste en tres poemas: Planteamiento,
Nudo y Desenlace, que inciden en esa característica
narrada de la poesía de Marina Casado. Después sigue otro grupo de
poemas, “Soledades”, en los que, apoyándose en la mitología y
los tópicos de la infancia y la adolescencia, plantea cuestiones
vitales, especialmente el miedo y la incertidumbre, apoyándose en un
velo algo críptico, y coherentemente onírico: “Qué haré yo con
el miedo que se instala / en susurros temerosos del ocaso”
(Inevitable mar).
La segunda parte del
volumen se basa de manera muy sólida en el relato de Lewis Carrol,
precediendo los poemas de citas del libro del País de las
Maravillas, pinceladas que resaltan los principales puntos de interés
sobre los que reflexiona esta nueva Alicia. El otro foco lo aportan
las canciones de The Doors, que también sitúan el discurso
poético. El desconcierto de una Alicia (“Alicia ya no sabe si
quiere ser Alicia”, Losing Alicia) pasada por el tamiz
psicodélico de Jim Morrison es símbolo del desconcierto existencial
de la neurosis y la soledad del personaje poético, pero también de
toda una época. Es una Alicia updated, actualizada,
preocupada por las fiestas de mañana: “Ahora, Alicia, procura no
llorar demasiado / para evitar correr el rímel de sus pestañas”
(Alicia en los mundos sin lluvia). Este desconcierto, en
cambio, es afrontado desde la esperanza:
“El mundo es tuyo
y ni siquiera acordabas” (Sobre las alamedas).
El componente
onírico es mucho más fuerte, y el ritmo del poema ha dejado la
musicalidad pausada del endecasílabo de factura clásica para pasar
a un ritmo más sincopado, más cercano, por así decirlo a Salinas.
Alicia/Marina huye de la soledad como quien escapa de un país
desolado y absurdo: “Todos estamos locos” le confiesa Jim
Morrison a Alicia. El cantante de The Doors es un buen compañero
para reflexionar sobre los problemas de identidad: “You're lost,
little girl”, cita en Losing Alicia, aunque Alicia al final
“… eligió despertarse” (El País de Alicia).
Con un dominio
notable del verso, el vocabulario poético usa conscientemente un
lenguaje convencionalmente lírico, hablando de experiencias, amores,
sueños, promesas, espejos, la melancolía del otoño, cuentos y
muñecas:
“otra vez te me
escapas a tu mundo infantil
de princesas
dormidas, de muñecas de trapo,
de sueños de
papel” (Al borde de tus ojos)
Poemas muy notables
son Nocturno de mayo, o Cian, Al borde de sus ojos, Esta
luz, con una musicalidad
extraordinaria.
“Por
un beso de Alicia, un ramo de luceros,
un
arco-iris desteñido y una baraja antigua
en
la que falta un naipe.
Por
un beso de Alicia, un brillo
pasajero
de
la mirada abstracta de su amor imposible,
aquel
que no se para a buscar en las nubes
las
tardes de diciembre, a quien ella persigue
de
manera inconsciente en los labios insomnes
de
personas sin rostro, desenterradas del Espejo” (Alicia
enamorada)
La muerte en la
adolescencia (La Bella Durmiente) y los sueños de Alicia, la madurez
y el desengaño, la búsqueda de la identidad son los temas
principales de estos despertares que Marina Casado comparte con
nosotros. Ahora esperamos con impaciencia que comparta también su
nuevo poemario.
Inteligente crítica. El editor se siente feliz de comprobar que los buenos lectores valoran la obra de los buenos escritores (que para ponerlos en contacto se creó nuestro oficio).
ResponderEliminarMuchisimas gracias, es importante realizar bien el oficio de editores, así los lectores y los autores también estamos felices.
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