jueves, 23 de mayo de 2019

Reseña de Pilar Astray Boadicea: ‘Aquelarre’. Huerga & Fierro editores. Poesía. 2018


“No escribo para nada
escribo por la explosión
con la tranquilidad y la velocidad
como si yo no lo escribiese
/… /
Mi ejército son las mujeres
mi escudo son las mujeres
mi esperanza son las mujeres” (Epílogo)
Quizás la segunda mejor manera de definir a Pilar Astray Boadicea es la de activista cultural. Su versatilidad proviene tanto de su formación dentro de la comunicación audiovisual, como de su actitud. Organiza el evento periódico Artistas por la igualdad, se ocupa de la puesta en escena de la entrega de premios Leopoldo de Luis de poesía y relato. Esta referencia ya de por sí crea una complicidad a priori. Autora de El lenguaje de la gravedad y de Diez poemas medicina para que el papel venza a piedra, precisamente accésit del premio Leopoldo de Luis de poesía. El prólogo de Aquelarre lo firma Rafael Carvajal.
Quizás la mejor definición para Boadicea sea la de bruja, no en el mejor sentido posible, en todos los sentidos posibles. Alguien que sostiene que el mundo de la palabra es el mundo de la magia. Porque si no creyéramos en sus poderes, ¿para qué escribir? Y también, ¿para qué leer? El poemario se abre con Frecuencia 936 HZ, que es la que supuestamente abre la glándula pineal. Literalmente nos confiesa que “Aquelarre es un tratado de magia y hechicería especialmente para las niñas y para las viejas” (p. 13). Además, una lucha que no se hace sola, sino que conjura en grupo, “un grito contra el silencio”. El grupo de referencia es intergeneracional, el que pasa de las viejas a las niñas, como el aprendizaje de los lenguajes secretos, como el del abanico. Escritura pagana, de la espiritualidad de la Diosa Blanca, apelando al inconsciente colectivo.
La mística y la hechicería toman forma en el uso de versículos, de letanías, de frases hirientes y de imágenes oníricas: “Cuando has dejado de hablar como hablan los seres que solo se amamantan-reproducen-mueren, cuando has dejado de ser mensaje-emisor-receptor y buscas en la letra la santísima trinidad del orden y el caos /…./ Soy parte del trance de los que me dictan quien produce la colina de los ángeles que vienen a servirte la bandeja del secreto” (Frecuencia 936 HZ). Resultan subyugantes alguno de los primeros versos que atrapan el comienzo de los poemas: “Resulta que todo este grito tiene nombre” (Peter Pan); “De los pies me crecen violetas” (De los pies).
Como las brujas y los druidas, hay una entrega con el universo, con el cosmos, con la tierra, con el planeta, “Vomito sobre la New Age /…. / Estamos a salvo, / El riesgo es parte de Gaia” (De los pies). Y como las brujas, los poetas tienen que cuidar las palabras: “Tengo tantas brújulas cosidas al pecho y ninguna me sirve /… / Me deshice. / Lo que escribo es trasparente / …. / – ¿Qué es eso de ser poeta? / – Peino las palabras, les doy de comer. / –¿cómo si fuera una mascota? / – Como si fuera su esclava” (Ion). La identificación que pretende a través de los poemas parte de entender el poema como un autorretrato (Autorretrato). Diccionario es un poema sobre la dificultad del lenguaje para la comunicación, “La emboscada de la palabra / cuando debo alimentarme de números / replico, por fin, aquí, paz. / No hay reino sin agua” (Target). En su proyecto, como en su poema, No somos musas, somos artistas, reivindica el papel creador activo y no meramente pasivo de la mujer: “Acuchíllame lento, amor, / pero derrótame de una estocada. / Sobre el cielo del espejo / reflejaré más ganas” (No estoy hecha para pertenecer). “
“Me gustaría contarte, hijo mío que fui madre con todo el mundo menos contigo, que las venas frías me palpitaban al mirar mis manos produciéndote una cuna digna de ti, fin primo del camino, relevo de hierro, mi único margen /… / Que a cambio te enseñé una religión limpia, de sacerdotisa sin pecado original y fundamos nuestra iglesia pariendo nuestros signos y rituales” (Canto al hijo)
No es, sin embargo, una obra de enfrentamiento contra los varones, el amor tiene su lugar y tiene sus entrañas- “¿Podrás quererme cuando me vuelva loca?”, se pregunta en Hasta el fin del mundo. “Ahora que el amor cae por mi tejado y me invade / sigo anhelando otras caricias que no son las de este amor / Compito contra mi naturaleza de escalofrío antiguo, / no es que no aprecie este cofre de riquezas / es que amo la pobreza, las montañas, / los largos inviernos también” (Ahora que el amor).
“Ahora que Mary Poppins
no nos cubre con su paraguas de azúcar
ni alquila la disciplina a una cara amable
puedo partir hacia ninguna parte
sin parte de arriba del bikini
agradeciendo a los niños inquebrantables
su hospitalidad en el paraíso”(Intimismo).
Por mucho que presente un autorretrato en (Me llamo Pilar) al estilo de Ángel González, el programa que se desarrolla en Aquelarre  es colectivo. Se convoca por la necesidad del estar-juntas, pero también para la autodefensa de un mundo hostil: “El que lleva el tratado de ginecología bajo el brazo / para tratarnos como luz animal envuelta en seda” (Medita la magia) La mitología que deja a la mujer como un ser a cazar, una presa, pero que se revela: “Vamos a pisar la luna hermana loba” (La loba). Pilar Astray Boadicea inserta cada uno de los miedos y los peligros en estos conjuros la represión de la iglesia (Cura); las violaciones (Que alguien viniera); como el lado terrible de Peter Pan, “que soy tu Wendy / y tú jamás crecerás conmigo / me verás envejecer, se me caerá el pelo y los dientes / y te cortaré la carne en trocitos / te traeré mantas / resulta ridículo decir pero digo cortar sana” (Peter Pan). La sororidad está patente durante todo el libro[1] (“Me acuesto con un cadáver que tiene los ojos más bellos del mundo / … / Intento ser tu poltergeist, / … / Yo, tu diosa, / Yo, tu loba. / Yo, tu leona”, El cese de todo anhelo), como en el largo poema (Tener la regla); “Quiero que me traigas flores para el pelo, / son las flores de toda mi generación, amor” (Forajidos)  o el poema Utopía.
 “Yo, que desde niña vivo con el miedo a ser violada
/ … /
vengo a cantarte mi canción de venganza
 la de la puta, la mala, la que no arde
/ … /
La alegría viene del cumplimiento,
pero no del desear.
Tengo el poder.
 Tenemos el poder.
Nosotras mandamos. Y tú obedeces.
Bienvenido al aquelarre.
 /… /
El mundo será una pócima
/… /
las plegarias encerrarán verdad
la tierra rasgará el vientre de las viejas catedrales
 y tú mi amor
mientras todas gozan
 estarás dentro de mí
 moviéndote
 como un tesoro” (Manifiesto natural)



[1] Homenaje a su madre (Intimismo)

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