martes, 4 de junio de 2019

Reseña de Miguel Catalán: ‘Suma breve. Pensamiento breve reunido (2001-2018)”. Trea. Aforismos. 2018


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Miguel Catalán es un autor polifacético, dirigida su actividad principalmente en dos direcciones. El primero es el magno proyecto Seudología, un tratado sobre la mentira en todas sus formas. El segundo camino es el que se expresa en aforismos e ideas breves, que abarcan temáticas más amplias. Ambos caminos se cruzan en el Diccionario de falsas creencias (Ronsel, 2001). Este es un volumen que reúne 6 libros dedicados al aforismo. El sol de medianoche (2001), La nada griega (2013), La ventana invertida (2014) y los inéditos Así es imposible, El altar del olvido, Paréntesis vacío.
                Los aforismos aquí contenidos superan las más de las veces el apunte mínimo. Siendo textos cortos, como exige el género, Miguel Catalán puede desarrollar en varios párrafos una idea, o una anécdota. Más allá de la filosofía académica y más acá de la narración didáctica, aforismos en el sentido que pueden ser los textos de Cioran, Nietzsche o Juan de Mairena, con el que comparte un excelente uso del humor. Marxista, de Groucho, para más señas. Emparenta también con el antimoralismo  y la paradoja de Oscar Wilde en los textos más breves. Los textos un poco más largos, recuerdan a un Cioran menos descreído. Encontramos apuntes sobre literatura, narrativa, poesía, notas filosóficas, pequeñas historias, con visos más de realidad paradójica que de fábula moral, sobre las que planean Nietzsche a Platón. Puede ser muy machadiano: “No es lo mismo hablar solo que hablar consigo mismo. Pero tampoco conviene confiarse”. Puede emular a Oscar Wilde: “Cuando ella lo vio por primera vez tuvo la impresión de que lo conocía de toda la vida. A los dos años de convivencia esa impresión ya se había confirmado lamentablemente”
En cuanto al estilo, es de destacar el gusto por el adjetivo y el adverbio preciso. Literatura, pintura, filosofía. Nada demasiado actual. Todo humano. Tiene, además, el acierto de completar cada libro con una serie de aforismos ajenos, a modo de homenaje, que le hubiera gustado escribir y que asume. También es muy significativo el sentido del humor: “Historia del siglo XX: De los huevos Fabergé a los huevos Kinder”.
                El gusto por la paradoja no es gratuito ni busca el efectismo de los fuegos artificiales, es la esencia del pensamiento: “Hace poco acepté esa creencia de que no conviene hacerse demasiadas ilusiones. Ahora solo me falta acertar con la dosis”. La realidad en sí misma, es paradójica, y nuestro aprendizaje para vivir en el mundo también lo es: “No podrás hacer trampas si antes no aprendes a jugar”; “Esas personas que llegan a la vejez sin pasar por la madurez”; “Dios, que empezó siendo la suma de todas las virtudes que los hombres nunca llegaron a poseer, terminó convirtiéndose en la coartada para todos los crímenes que sí cometían”; “Cosquilleo masónico: Hoy día el único encanto de pertenecer a una cofradía secreta radica en la posibilidad de que te descubran”; “Yo creía que el cosmos y el caos eran opuestos hasta que entré en su estudio de pintura”.
El título del primero de los volúmenes remite a la antigüedad clásica: “La nada griega: Jackob Burckhardt advirtió que la nada no desempeña papel alguno en la filosofía griega”. El siguiente, La ventana invertida, a una predisposición a que la mente sea a la vez puente y puerta, entrada y salida para “La quemante luz de la verdad”. Descubre las máscaras que necesitamos los humanos, “Cuando buscamos en la maldad una explicación de lo siniestro, lo que pretendemos sin saberlo es trocar la angustia por el miedo a algo más concreto”; “Narcisismo: El yo como panorama” o “Hay quien confía en Dios para no tener que confiar en nadie”, donde se pone en evidencia que el sentido del humor es también un método de conocimiento fiable.
Así es imposible nos ofrece momentos memorables en esta “ilusión del quehacer”- Pensamiento y filosofía políticas :“Origen de la ley: el orden nació de la orden; sucedió hace mucho tiempo, pero aún la lleva dentro de sí”; “La libertad política siempre estuvo basada en la esclavitud y la servidumbre…” y de nuevo sentido del humor: “El mundo era para Ramón Gómez de la Serna un cuarto de juegos con un solo juguete: el lenguaje”; “Dos logros capitales: el sexo no reproductivo y la música no militar”.
En El altar del olvido hay reflexiones entre las que podemos rescatar las de contenido más político: “Es difícil que alguien comprenda algo cuando está convencido de que su vida eterna depende de no comprenderlo”; “La posverdad no significa nada. Nunca hubo una época de la verdad”. Con grandes –y tristes– verdades “Aquel partido mayoritario tenía dos grandes grupos de votantes: los que se creían sus mentiras y aquellos otros a quienes no les importaba que les mintieran”.
                En Paréntesis vacío (2018) continúa la indagación, porque “Para el ojo suspicaz, todo es sospechoso”. Miguel Catalán sabe que “Ya está todo escrito, pero de otra manera”. A pesar de, o quizás precisamente por, la heterogeneidad de los materiales del aforismo, Miguel Catalán presente una sorprendente coherencia del pensamiento, una voluntad de mantenerse más fiel a la realidad que a sus representaciones, denunciando la hipocresía y la jactanciosidad de “esas personas que lo saben casi todo y encima se inventan lo poco que no saben”. Y lo hace con elegancia y con vocación poética: “Los pacifistas desertan antes de la batalla; los cobardes, en medio de la pelea; los estetas, cuando están a punto de ganarla”. Autor claro, en el sentido de Samuel Johnson y no en el de Ortega (p. 256), del que busca la claridad como un objetivo y no una condescendencia. La famosa expresión de lo que pasa en la calle: “Cada muerte es el fin del mundo”.

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