martes, 7 de enero de 2020

Reseña de Raquel Vázquez: ‘Lenguaje ensamblador’. Renacimiento. 2019


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Este volumen acaba de conseguir el primer premio en la categoría de poesía editada en el VII Premio Literario Internacional Independiente organizado por la agencia literaria Orizzonte Atlántico en Italia. El reconocimiento de esta aún muy joven poeta se afianza con cada nueva entrega. Polifacética, Raquel Vázquez, además de atleta, es licenciada en Filología Hispánica (con Máster de profesorado en Secundaria) y graduada en Ingeniería Informática. Esta doble vocación le va a proporcionar el eje central para Lenguaje ensamblador desde la Žižek cita inicial de Zizek: las palabras no son nuca meras palabras, y, por otro lado el lenguaje ensamblador en el contexto de la programación informática es el que se utiliza para programar en instrucciones máquina, un lenguaje de bajo nivel. Por medio de un programa se “traduce” a código máquina. En la actualidad su uso está reducido prácticamente al ámbito académico èrp aquí funciona como metáfora transversal de gran poder evocador.
El poemario se plantea como una recreación lírica de las fases por las que pasa la programación informática. El primer paso, la Codificación, es decir, la urgente necesidad de trasportar a palabras, a comandos la realidad, el dolor que está ahí fuera: “Dime cómo se marca este dolor / asistido, de triste incubadora, // cómo se rumia cada pedazo de tragedia / que un día fue inevitable” (El banquete). Se trata de las dificultades de traslación (“Lo insomne: un anagrama de lo inmenso. // Quizá eso explique tantas / noches en las que no me caben nunca”, Scrabble) tanto como de hermenéutica: “Para aliviar la herida, / solo sabes cerrar fuerte los ojos” (Rail); “Si toda las escalas juegan al escondite / y no hay certezas, no hay / más señales que lo que no sucede” (Escala de Mohs); “El mundo es una ventana que niega / la luz” (Espejos). La vida, si seguimos a Raquel Vázquez, es una sucesión de intentos por comprender los signos o la ausencia de ellos: “Solo queda inventar desde la llagas / un pájaro que cante // allí donde no hay bosque sino ausencia. // El pájaro que cante / las notas invisibles de mi cuerpo” (Boceto a mano de un tiempo mitológico). La lucha, en suma, para doblegar una realidad a través del lenguaje: “Amordazamos lágrimas, / callamos las palabras importantes // y el tiempo se nos va, / nos quedamos al filo. // Al filo de un cuchillo que no corta” (Al filo). Una lucha que ya sabemos que está perdida: “Asume que el instante / es el que seas de verdad tendencia / será cuando tu cuerpo / ya solo esté tendiendo hacia el olvido” (Trending topic). Aprendemos de la codificación que “Todo cuanto en verdad sucede / sucede lo hace solo bajo el disfraz de síntoma” (Eje de distancia).
El segundo paso es la  Compilación, en el seguimos encontrando poemas cortos y otros más largos como Ucronía. La poética de Raquel Vázquez utiliza el laconismo como instrumento expresivo que sabe dosificar y contrarrestarlo con otras situaciones de mayor envergadura. La Compilación supone el primer intento de traslación a un lenguaje entendible, de “La vida como escena que no cambia” (Fotograma). Los fragmentos más narrativos sirven para reflexionar de nuevo sobre la relación entre el lenguaje y la vida, el pensamiento y la acción en sentido biunívoco:  “Serían las palabras a demanda. / Con la elocuencia justa, hacer explícita / la talla sobre el aire; / un beso tímido, dos, ya sin duda / entrenzados los ojos” (Ucronía). No podemos dejar de entrever un sufrimiento que va aflorando entre los versos: “Mirar solo es beberse el dolor bien adentro” (Embed code); “Inútil el afán / de romper lo que ya se encuentra roto” (Solo un orden cartogénico).
Uno de los pilares de Lenguaje ensamblador es el juego entre el vocabulario absolutamente alejado de las convenciones poéticas del mundo de la programación (Mapa de bits habla  de pasiones, informática y poesía), de la ciencia (“La campana al vacío nunca ha sido un hogar”, Apuntes domésticos) o  del ámbito académico (“Las bocas  siempre son para los otros. / Los cielos son siempre para los otros /…/ Los ojos son castigo cuando a aquel / a quien se ama tan solo / se le puede mirar”, Marco teórico) con el dominio del léxico tradicional, incluso grecolatino: “El tiempo es quien dirige la liturgia. / Nuestro ritos son mudos / o caen siempre fuera del compás, / mientras que lo único solemne es la noche / que acaba al descubierto / tras la última tramoya: esa herida en la tierra” (Vitae Ritus).
La juventud, tomando el título de la tercera parte, es un intento de Ejecución-salida de errores, más que la perfección, se trata de un primer avance de descubrir errores y salir indemne: “No somos más que dos cuerpos llenos de bugs: /…/ si alguna vez saliera de nosotros / algo a lo que llaman código limpio /…/ Busca esa palabra que atraviese / todos los muros hechos de palabras” (Bug / error de software). Y así, mirar hacia el pasado (“Llevar un cielo dentro / Arderé en ti hasta terminar de amarlo”, Horizonte) con añoranza  (“Por no poder hablar / otro idioma distinto a la nostalgia”, Instantáneo), tanto como mirar hacia la siguiente fase, el futuro: “Otro significado del deseo. / Y si no existen resquicios en este callejón sin salida. //  Y si no existen resquicios en este / callejón sin salida, // que al menos el dolor le prender alas” (Ostragénie).
“Si tú y yo no cabemos en lo cinematográfico,
apenas que la noche nos saque una instantánea:
ya iré contigo siempre , si la vida es tan solo
un croquis de acuarela que se diluye en lluvia” (Minimalismo)
Lenguaje ensamblador es cualquier lenguaje, cualquier acción susceptible de ser interpretada: “No quiero las palabras / si tu cuerpo no habla dentro del mío” (Mundo topográfico); “El mundo habla de ti aunque aún no lo sepas” (Intérprete de silencios). La Ejecución – Salida estándar, el paso a una madurez normalizada deseando que  no se pierda el espíritu “Y que la sal no sea / lo único que recubre la memoria” (Atrezzo). Raquel Vázquez no renuncia a seguir inmersa en la palabra como la casa del ser, pero intuye que “A pesar de que no / quede registro, no haya resplandor, no haya piel. // Hay cosas que suceden / sin lenguaje siquiera para poder tocarlo” (Sin lenguaje). El pensamiento no solo se apuesta en la región del enunciado y la acción, “Tantas veces el frío nació en forma de duda” (Síntoma de agosto). Y, como La última resistencia, sostener que “Existir es tan solo una promesa”.

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