Después del prometedor La ocarina del tiempo, Raquel Vázquez
(Lugo, 1990), vuelve al mundo del relato. Ahora nos encontramos con una
colección de narraciones situadas en diversas coordenadas alrededor del
Paralelo 36, tanto el Norte como el Sur. Con este planteamiento puede situar
sus acciones desde la costa californiana hasta Japón, desde Chile a Nueva
Zelanda.
Raquel Vázquez
sabe tocar las complicidades con el lector a través de las referencias
extraliterarias, como sucedía en La
ocarina del tiempo. Recurre a la
música (Metallica, Nirvana, Pink Floyd, Cohen, Guns and Roses, Nick Cave), al
cine (Woody Allen, La luz del membrillo)
sin que las referencias sean meros adornos, se integran en la narración como
elementos iluminadores de las personalidades y las relaciones.
El
planteamiento sugiere un recurso a la aldea global, a la red infinita que nos
interconecta a los seres humanos en la posmodernidad, que, como popularizó
Gilles Lipovetsky, es una era del vacío. Por eso el vacío es protagonista en
muchos de los relatos, el vacío es lo que falta, el vacío es geográfico, el
vacío es lo perdido. Historias de amor no correspondido, historia de sueños que
se alcanzan en la distancia. Y, al contrario, relatando el distanciamiento y la
desintegración de la pareja.
Son
relatos intensos, que no intentan deslumbrar mediante la paradoja y el ingenio
barroco, sino más bien, dibujan personajes que se mueven por secuencias casi
automatizadas, casi programadas fuera de su conciencia. Una perplejidad de
personajes trágicos, que deben acostumbrarse a la frustración y la derrota. “Todos
los días son iguales” (Las torres de
Hanói). Son personajes a la búsqueda.
En
cierta forma, como en la poesía de la autora, los personajes viven la necesidad
de explicarse a ellos mismos a la vez que se ven, a veces, desbordados por las circunstancias.
El planteamiento geográfico permite situarlos dentro de contextos muy
diferentes. Como se hace explícito en los créditos finales, la escritura de
estos relatos no hubiera sido posible sin las posibilidades propias de la
globalización y el recurso a google maps.
Sin embargo, a pesar de que en el índice se sitúan geográficamente los
escenarios, la estructura no es tan simple. Recuerda básicamente a la
inolvidable película de Jim Jarmusch, Noche
en la tierra (Night on Earth) en
la que se atraviesa el globo a través de una serie de historias de taxistas en
diferentes ciudades del planeta.
Con
una técnica más depurada que en su primer libro de relatos, tenemos aquí 16
historias emocionantes y singulares en las asistir a las realidades distintas y
a pesar, de ello, vernos reflejados como seres poliédricos.
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