Dirige Isabel Marina, con el consejo de redacción de Ángeles Carbajal, José Luis García Martín, José Ignacio González, Ricardo Labro y Sandra Sánchez. La propuesta promete poesía más periodismo. Para homenajear el poema que da nombre a la revista, comienza con una serie de artículos. Aundrés Calvo Kalch, psicólogo clínico, analiza el mensaje de Kavafis a través del pensamiento intuitivo, “el más evolucionado y en el que las partes racionales y las parte emocionales de nuestro cerebro se aúnan produciendo lo que en psicoterapia llamamos integración” (p. 3). Pedro Bádenas de la Peña, helenista, da cuenta del poeta alejandrino y selecciona 14 poemas.
La segunda parte de Ítaca la componen una selección de poemas que inicia Piedad Bonnet: “A la luz del recuerdo él es tan alto que ella no ve su frente. Y sin embargo / qué nítido aquel cuarto y n su centro / la ternura quemante de los cuerpos, / que ahora se detienen en esa esquina triste, / convertidos en piedra para siempre” (Postales). La nómina de poetas es variada de la concisión de Karmelo Iribarren (“Viejos sentados / en los bancos de las plazas /…/ quién sabe si hasta soñando / con una última oportunidad”, Estampa primaveral) a la reflexión profunda de Efi Cubero: “Todo conforme a todo / en el campo semántico /(se dice que en el cuántico tal vez) / de lo que avanza lento es la escritura, / compleja e irreal de lo que somos, / pensamiento que pesa, / soledad de una ausencia, / percepción y destino, / voz que lleva al extremo / en la locura de seguir sangrando, / sobre los folios de un saber esquivo, / entre la incertidumbre y la certeza, / sin que ni el tiempo ni la muerte importen” (Soma). Trinidad Gan abunda en la condición de mujer (“Afortunada yo, que soy mujer / pues vientres sucesivos me desgranan / y en repetidas lunas veo crecer / no los ecos lejanos, la voz misma / de una memoria nuestra, rescatad /donde, viva, se guarda mi alegría”, De la fortuna). Vicente García dedica un poema a Manuel Alcántara.
José Iniesta (“Soy
un pozo sin agua, como tú”, Atados a un
sueño), José Luis Morante (“La decepción enseña / a pensar en voz baja”, En voz baja); Marcos Tramón (“¿Qué nos
dirá más tarde de nosotros / la rosa que no está, el tiempo herido?”,
Perplejidad); Rosario Troncoso (“Sobrevivo hueca / igual que un árbol hueco. /
Muerto, pero de pie”), Antonio Rivero Taravillo (“El amor quita tiempo y lo
concede”, Ganancia del tiempo que se
pierde) para finalizar con Cármen Yáñez: “Tengo miedo de quedarme sin voz /
quedarme con un hilo de ella / en la mano vencida del espacio” (Y en el silencio).
La revista se
cierra con una serie de reseñas, Jesús Cárdenas analiza “Todos los relojes”, de
Antonia Álvarez; Yasmín Álvarez, “Últimos poemas de amor” de Elsa López; Sandra
Sánchez, “La vida menguante” de Pedro Luis Menéndez e Isabel Marina,
“Suavemente ribera”, de Antonio Manilla. Damos la bienvenida a esta revista de
poesía en la que hay cabida para la reflexión y una amplia gama de voces.
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