Alberto Buitrago acomete una empresa titánica. En este volumen recoge una generosa selección de aforismos sobre un tema muy concreto, el amor. Un asunto delicado y con una trayectoria literaria, incluso psicológica y filosófica tan enorme que podría resultar difícil aportar una visión personal acotada en el género breve.
Divide los aforismos en tres partes. Monodia, Contrapunto y Diccioamario. Las dos primeras aprovechan el ámbito metafórico de la música mientras que la tercera se presta más al juego de palabras y la paradoja. Monodia desarrolla una teoría del amor en la que es precisamente el sentimiento el que hace libre: “No quiero ser libre para amar. Quiero ser libre por amar. Que el amor sea la causa de la libertad, no su finalidad”. Por eso rechaza cualquier sufrimiento y cualquier malentendido que confunda los términos: “Tú me amabas para quererme y yo te quería para amarte. Fue imposible ponernos de acuerdo”; “El amor no duele. Tampoco duele el desamor. Duelen la soledad, la ausencia, la decepción, la desconfianza, la injusticia, la traición, la mentira, la desesperanza, la distancia, el tiempo, los celos… Es más, el amor suele ser el más potente analgésico contra todos estos dolores”. Contrariamente a lo que se tiene por cierto, la costumbre no necesariamente acaba con el amor: “Si, el amor es costumbre. La más rutinaria y la más necesaria de las costumbres”; “A veces un “te amo” impulsivo suena tan sumamente solemne y fuera de lugar que te acaba dando vergüenza. Y más cuando recibes esa misma respuesta que suele darse a los niños caprichosos y con el mismo soniquete: “¡Vaaaaale!... ¡Que síííí…! ¡Que ya lo sééé---¡”.
Alberto Buitrago se anima también a la paradoja y al humor más o menos trágico: “Me amó tanto que me hizo volar…, pero volar en pedazos.”; “Separados a veces. Desunidos nunca”;“–Qué días es hoy /– Estamos amarte”. Aprovecha las convenciones y las frases hechas para darle una vuelta de tuerca: “El amor, como la mentira, tiene las piernas muy cortas”; “El amor termina, pero no se termina”; “Las historias de amor suelen tener un final abierto. Abierto en canal”; “El amor no te cambia la vida, te la devuelve”; “El amor se nutre de lo que no está escrito”; “Hágase nuestra voluntad así es mi cuerpo como es tu cuerpo, no dejemos de caer en la tentación y líbrenos del mal. Amémonos”…
Y si a veces reina la lírica (“Hay tardes de otoño lluvioso y soleados a las que se respira un aire tibio que huele a tu pelo recién lavado”), no pierde la ocasión para el desparpajo y la gracia: “Hay personas que vienen con el amor de serie. Para otros es solo un accesorio, un gadget opcional que hay que pagar aparte”. Una mirada al léxico del amor siempre frucifica: “El presente de indicativo del verbo amar es amo, y bien concertado está, pues el dueño es el amor y como tal se comparte”.
La segunda parte, Contrapunto, comienza con una cita de Barthes, con el que tiene más de una conexión Amorismos y Fragmentos de un discurso amoroso. Y no solo lo cita, también le contesta. En esta serie el autor decide enfrentarse a otros fragmentos de discursos, greguerías, pintadas, autores solemnes, poetas: “Esa soledad inmensa / de quererte solo yo” (Pedro Salinas, La voz a ti debida” “A pesar de la tilde, nunca fue más difícil distinguir adjetivo del adverbio. Y si hacemos caso a la RAE y se la quitamos…: “quiero estar solo contigo”; “Con las metáforas no se juega. El amor puede surgir de una sola metáfora” (Milan Kundera, La insoportable levedad del ser) con el amor tampoco se juega. Se corre el riesgo de reducirlo a una metáfora”; “Amor nihil passet amore denegare (‘El amor nada puede negar al amor’) (Andreas Capellanus, De amore). Y más que a su naturaleza, de por sí caprichosa, esto se debe a su condición de omnívoro.
Entre las réplicas están Ibn Hazm, Facebook, Sabina, Cortázar, Juan Gelman, Elvira Sastre, Ovidio… :“Amo el lugar / del que parte mi vuelo / porque en tu impulso” (Rosario Troncoso, ‘Impulso’) ‘Pero vuelvo siempre / a esperarte, / porque algún día, quizá mañana, / volaremos juntos”; “El amor tiene fácil la entrada y difícil la salida” (Lope de Vega, La Dorotea). “Tal vez sea porque al otro lado de la puerta se intuye el precipicio”; “La vida es un borrador que no se puede pasar a limpio” (Carmen Canet, Malabarismos) Y menos aún las páginas en las que se cuentan las historias de amor”; “una forma de amor, la libertad” (Joan Margarit, Aguafuerte), Una forma de libertad, el amor”; “Tu piel junto a mi piel, eso es lenguaje” (Feliz Grande, Las rubáiyatas de Horacio Martín). Y así nos escribimos, y nos leemos. Y, con la más trivial de las excusas, nos enredamos en interminable conversaciones de caricias”. Una disparidad de autores y de fragmentos trabajada con la paciencia del artesano que coloca las piezas de una maquinaria precisa: “Hoy es siempre todavía –Te amo siempre todavía”.
En la última serie, Diccioamario, da más cabida al humor y a la ocurrencia. No podemos evitar recordar el glorioso diccionario de Coll, reivindicable no solo como muestra de humor, también de lirismo y lucidez: “Aeroplamo: amor de altos vuelos”; “Amaratón: Carrera de resistencia amorosa”; “Amartillear: Golpear repetidamente con el martillo del amor”; “Amorfo: Amor sin carácter propio, sin personalidad, sin forma regular o bien definida”; “Amortal: Amor destinado a la muerte”. Con diferente fortuna en el resultado, unos más forzados (“Atrabesar: Besar más allá. Besar más lejos. Besar el beso. Besar el alma”; “Enamo: Persona de baja estatura amorosa o individuo que ama diminutamente”; “Marama: Cuerda para atar al amor”; Zamoramo: Hermoso gentilicio en el que no cabe más amor (Léase lentamente y en voz alta)”), otros más ocurrentes (“Calmarte: Amarte que relaja y tranquiliza”; “Exclamar: Llevar el amor a su extremo o grado máximo”; “Gramártica: Ciencia que estudia los elementos de almor y sus combinaciones. Para mucho, más que ciencia es arte”). No solo son aforismos que jueguen con el lexema (“Poeama: Poema de temática amorosa”;”Quiroamarte: Dícese de quien ama con las manos”), también hay definiciones de los aledaños del amor (“Verano: Estación del año propicia para los calores inherentes al amar”).
Este volumen de aforismos se convierte en un lugar donde volver para degustar, para aclarar y, por qué no, para divertirse. Como señala el Epílogo:
“Esta entera del amor como imprudencia plena de consciencia, de que no hay más amor sin arriesgada aventura, es una de las razones por las que estos comentarios, reflexiones e impulsos se han acomodado al papel y no en el olvido. La otra que en el fondo es la misma que la anterior, eres tú, que no han traído de la mano hasta las azucenas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario