domingo, 3 de septiembre de 2023

Reseña de Laura Fjäder: ‘Nudo de venas’. Suburbia Ediciones. Mala tierra. 2018

Nudo de venas - Laura Fjäder - comprar libro 9788494547973 - Cervantes

 

Después de Will Scarlet no era Dios, llegó este Nudo de venas. Está prologado por la psicóloga Emma González y no es casualidad que se aborde el poema desde una disidencia no normativa, la transgresión de las mujeres que se enfrentan a lo establecido. La primera parte, precisamente, adopta el título de ELLAFEROZ: “Yo soy todas las rupturas que han quedado tras el luto”.

Una voz contestataria, literalmente proclama que “He venido aquí para mentir / y decir en voz baja / que el tiempo lo pone todo en su sitio”. En el universo en el que nos adentramos los sentimientos son más intensos: “Mantenerla palpitante. // Ese es el secreto para una herida perfecta” (Lección de anatomía); “Tristes ellas, / las amantes, / las que creyeron”; “Ya no hay sangre / ni promesa / ni saliva / que me salve”.

Hay una sensación de estar siempre al borde del abismo, de riesgo, de valentía: “La arruga a mitad del cuello. // Pregunto: / es la marca de la soga / o/ prueba mi arrepentimiento”. Ante tal intensidad, el poema requiere calma, como exclama en un poema, “Qué enorme privilegio el del secreto”. Reclama: “Ahora silencio, / que nada me distraiga. // Cómo era aquel ritmo, / aquella cadencia suya / al respirar. // Cómo era”.

Igualmente acusa la falta de valentía ante la indiferencia o la pasividad: “No es necesario que acudas si nunca has roto una cucharilla de porcelana / si nunca has disfrutado al ver algo bello roto, / hecho pedazos, roto”. Entre todo el sufrimiento, buscar la belleza: “Y abarcar ahora // todo lo imperfecto / la frágil / lo mundano / lo vital atenazado”.

Para demostrar esa reivindicación de los sentimientos, la segunda parte se titula Cuaderno de instrucciones para llorar en público, con ecos cortazianos. Son pequeños detalles los que afectan a la larga: “Hubo un tiempo de hormigas en la casa pero no aprendiste nada de ello”. La inevitabilidad del destino que cada uno debe asumir como propio, “Yo quisiera aprender a amasar un pan distinto / pero esta es la única harina que mis manos pueden trabajar”.

Hay un despliegue de imágenes surrealistas, que hacen referencia directa a lo onírico, a lo angustioso de los sueños: “Y tú, / por quién gritaste / hasta hacer tormenta en tu garganta”. Precisamente, uno de los poemas más celebrados es Yegua de noche, que es la traducción literal del término para pesadilla en idioma inglés: “No pueden tolerar el amor, así tan precioso y aseado”.

De entre las imágenes, lo animal ocupa un lugar predominante: “Los hombres de buena voluntad frenaron los caballos cerca de la casa /…/ Y a mi silencio susurraron: / la saliva cristaliza en forma de helecho / la herrumbre no desentona con tu espalda / reparte con nosotros la carne del perro: aliviarás tu carga”; “Soy también todos los insectos / que me habitan /…/ Tan inocentes” (Entomología forense). Precisamente serán los insectos los protagonistas de su último poemario.

Este es un poemario reivindicativo desde la piel hacia dentro, con las entrañas abiertas: “Pero ha ofrecido el pecho / a cambio de la sed”; “Empujar toda la muerte del estómago hacia fuera / requiere manos voluntariosas. / Las mías tan viajadas, no son, sin embargo, / suficientemente fuertes”. El llanto es el remedio para el sufrimiento existencial. Nudo de venas describe un lugar inhóspito que se rasga a través de la poesía, de los recursos de la imagen, del sonido, unos espacios liminares que sirven de atalaya para describir la diferencia como esencia de la naturaleza de los humanos.

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