domingo, 28 de noviembre de 2021

Reseña de Marina Centeno: ‘Vitrales de la naturaleza’. Edición independiente. 2021

VITRALES DE LA NATURALEZA


Desde Yucatán, Marina Centeno nos presenta un objeto delicado que cuida tanto el continente como el contenido. El diseño y elaboración es obra de Rubén Estrella González. Devota de la naturaleza y de la décima aquí aparece con el espíritu de un haiku, observación de la naturaleza salpicada de un detalle del cambio de estación, del paso del tiempo: “Mostrando el extraordinario / poder de las estaciones / que cambia por emociones / el lugar del escenario”.

Con unos márgenes muy precisos, la poeta yucateca elabora las imágenes como quien se dispone a armar una vidriera, contemplando la naturaleza que pretende describir y trasladándola con la potencia del color y del plomo: “y surge como asesino / el verso que la describe”. Pequeños instantes son retratados y componen una secuencia de colores a tra´ves de los cuales advertimos el paso del tiempo y la belleza que encierra en cada ciclo: “Y la inminente caída de las hojas que se vierten / a tiempo que se convierten / en libertad revestida”. La contemplación y la sensación trascienden como sutiles connotaciones en los poemas de Vitrales.

El sol pone sus colores

sobre la tierra mojada

que se agrieta ilusionada

para exhalar los vapores

que surgen de los calores

que llegan con el verano

para saber que es en vano

la humedad que la estremece

y con ternura le mece

en las aguas del desgano

Como en las aspiraciones de un poeta romano que ansía volver a la naturaleza y a su huerto huyendo de la vorágine de las relaciones sociales de la Ciudad, Marina Centeno pasea entre las plantas y comprueba que la primavera las dota de crecimiento: “Dureza con que resiste / el flujo de los embates / con que crecen los tomates / y brotan verdes lechugas / porque las finas orugas / se abre a los combates”. No solo se recrea en las plantas de gran tradición lírica, sin llegar al prosaísmo o a la celebración de unas Odas elementales, puede dedicar los versos a los tomates, convencionalmente poco líricos.

Alza la vista y sitúa el movimiento de los pájaros como movimiento del tiempo: “Por eso pasan de largo / los pájaros por la tarde / mientras que el cielo que arde / permanecer en su letargo / entre lo duro y amargo / que da el vaho de la muerte”. Se mantiene el pulso lírico a través de imágenes que contrapesan la mera descripción, huyendo de lo que llama “el movimiento errático / del poema burocrático / con que algunos se dirigen”. La construcción de un poema es, o debe ser, algo más que la mera solución de un problema matemático, por mucho que éste suponga una alegría: “De la rima es un motivo / por un gozo que asemeja / a la vida por compleja / y a la muerte por segura / porque en esta desventura / hay de todo en la bandeja”. Los elementos sensoriales y directamente sensuales han poblado la labor poética de la autora.

La naturaleza es uno de los elementos fundamentales en la poesía de Marina Centeno, entre sus paisajes preferidos siempre ha estado el mar (Instantes de marea es un libro específicamente dedicado a él). Otros elementos han sido la desolación y el derrumbe, el óxido como resultado, paradójicamente hermoso, del paso del tiempo. La construcción de este pequeño poemario ha supuesto el trabajo constante a lo largo de los años sobre este tema. Atrás quedaron poemas que compartían etiqueta y espíritu. Un afán que podemos aprender de la propia naturaleza: “O remedias la encomienda / con la estación que se enciende / en las llamas del paisaje / que el lenguaje trabaje / de la forma que pretenda”.

Este es un pequeño detalle poético con que contrarrestar la desolación que describía en Intersticios, volumen centrado en el drama de la pandemia y que se basaba en procedimientos más oníricos, más surrealistas. La potencia poética de las imágenes sigue siendo importante, pero la visión, afortunadamente, es más amable.

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