lunes, 13 de junio de 2016

Almacenes de niños




Esta semana ha saltado a la palestra el gobierno de Cantabria porque quiere cambiar el calendario escolar. Pretende que exista un descanso de una semana cada dos meses de clase. Es una decisión que se toma pensando en el bienestar de los alumnos y que se ha implantado en varios países europeos. Normalmente me resisto a entrar en el tema de la educación, no oculto alguna anécdota de clase, pero me da miedo abrir la caja de Pandora. Llevo más de veinte años de profesión (¡siempre había querido decir algo así!) y, por supuesto, tengo muchas ideas sobre lo que está bien y lo que está mal en la educación. Así que intentaré centrarme en esta propuesta y en las reacciones que se han producido a su alrededor.
La medida, en principio me parece sensata. El número de días lectivos se mantiene, pero se distribuyen de manera regular. Es un latazo estar siempre pendiente del calendario religioso para que el segundo trimestre dure muchísimo o se haga demasiado corto. Es preferible contar con los periodos bien estructurados y todos salimos ganando. No lo digo porque me vaya a afectar como profesional.
Es posible, sin embargo, que me equivoque y que haya que entrenar a los niños en periodos más largos, porque así es la vida. En cuestiones de pedagogía pasa un poco como con los seleccionadores nacionales. Todos tienen una opinión mucho más eficaz que la oficial.
Lo que me parece alarmante es la reacción que han transmitido los medios. Todos, sin excepción, han valorado negativamente la propuesta alegando que sería difícil la conciliación laboral. Dicho de otro modo, que con vacaciones de una semana cada dos meses, no sabrían qué hacer con los niños. Se disfraza un poco la expresión para dotarla de algo de respetabilidad, porque queda muy feo decir que no pueden hacerse cargo de la prole.
Da igual que el consejero haya explicado que se vaya a aumentar el número de horas que los centros van a estar abiertos con comedor para actividades lúdicas. En esas mini-vacaciones los niños estarán recogidos y alimentados. No hay problema. Los padres pueden seguir trabajando en los horarios que tengan que no se verá interrumpido su rendimiento por cuidar de sus hijos.
Este debate llega cada septiembre a los medios de comunicación. No falta fin del verano en el que se entrevisten a padres al borde de la desesperación porque no tienen con quién dejar a los niños hasta que empiece el colegio. Entonces llegan los super-abuelos que los recogen, los alimentan, los acompañan. Pero abuelos, los que los tengan disponibles.
Se pide a las administraciones una solución. ¿No es una manera de pedir ayuda a la tribu para criar a los niños? Los educamos entre los familiares, padres y abuelos, el sistema educativo, la televisión y las guarderías pagadas por el Estado. El mundo laboral está tan exigente que se necesitan hacer malabares para que los padres y las madres puedan hacer frente a todas las necesidades.
Las vacaciones de los maestros. Esa es otra. Como si otras profesiones, las que trabajan por turnos, por ejemplo, no tuvieran muchos y merecidos días libres. Nunca es tarde para recordar que los profesionales de la enseñanza tenemos las mismas vacaciones que el resto de los trabajadores con un contrato digno. Pero cobramos sólo once meses. El resto está prorrateado, cobramos un mes menos que nuestros equivalentes en la escala de funcionarios. Y no me parece mal, pero que quede claro.
Lo que me parece que hay detrás de todo esto no es un debate sobre la idoneidad pedagógica, sino la necesidad de entender la escuela como un espacio donde dejar a los niños. Una especie de guardería. Da igual si aprenden o están de juegos, el caso es que la jornada laboral quede completa.
Y no es sólo cuestión de la prensa, para la administración educativa es el único objetivo que tiene en consideración. Las últimas reformas educativas siempre se justifican por el altísimo nivel de abandono escolar que se da en España. Y tienen sus razones. Un alumno que deja de estudiar es un parado, y eso es un problema. Si además lo hacen antes de la edad, es mucho mayor. Mantener dentro de la red es una prioridad, por eso se promociona automáticamente, por eso se valora tanto el número de aprobados y no el conocimiento que se transmite, por eso se inventan las famosas “competencias”, para que se pueda aprobar matemáticas suspendiendo todos los exámenes de matemáticas.
Y los padres, muchos padres, hacen el juego. Lo único que le piden al sistema educativo es que su hijo no dé problemas, que traiga las notas que tenga que traer. Unos aprobarán por los pelos y otros tendrán un sobresaliente con poco esfuerzo, el caso es que los padres no tengan que aparecer por el centro. Esta actitud de “defensa” de los hijos es causa principal de lo que yo llamo “pedagogía defensiva”. Los profesores tienden a no buscar problemas, por ejemplo, apuntando rígidamente todas las notas de exámenes, cuadernos, preguntas de clase… para que nadie puede reclamar defecto de forma. Otras veces buscamos miles de maneras para que aprueben los alumnos, que parece que tenemos más interés que los susodichos en que aprendan algo de la asignatura y así poderse ganar el aprobado. Afortunadamente no todos son as
Los centros educativos se están convirtiendo, y llevan mucho tiempo haciéndolo, en almacenes de niños, como las residencias lo son de los ancianos. Un lugar para que no den batalla.
Por eso, cuando escucho decir por ahí que en el futuro se acabarán las clases y los chavales aprenderán desde casa con una conexión a internet, no puedo evitar reírme. Si lo que buscan de nosotros no es el aprendizaje, sino que les evitemos el engorro de lidiar con sus hijos. Unos porque no pueden atenderlos, otros porque ni siquiera quieren hacerlo.

2 comentarios:

  1. Bien dicho. Llamemos desde hoy a los institutos «jardines de adolescencia».

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  2. Bueno, el nombre es muy bonito, Daniel, pero... yo le veo poco de jardín, la verdad. Aunque, mirándolo bien, decir "jardín de adolescencia" podría ser un incentivo para que todos nos sintiéramos más a gusto en los centros.
    Realmente acertado, Javier.
    ¡Un saludo, compañeros! :)

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