miércoles, 15 de junio de 2016

Reseña de Daniel Cotta Lobato: Beethoven explicado para sordos. Diputación de Córdoba, 2015



Deaniel Cotta Lobato nació en Málaga y reside en Córdoba desde 2008. Profesor de secundaria, publicó en 2012 la delirante novela Videojugarse la vida (Funambulista, 2012). Acumula algunos premios literarios como el Accésit de Poesía Jara Carrillo, Gran comendador de la Orden Literaria de Francisco Quevedo, accésit del Premio de Poesía Breve Ciudad de Alcaudete y primer premio en los Juegos Florales de la Santa Cruz, Corpus Christi de Villacarrillo y el II Certamen de Poesía José María García Carrillo de Écija. Este volumen es el accésit del XXII Certamen de Poesía de Rosalía de Castro de la Casa de Galicia en Córdoba. Mantiene un blog de poesía satírica, Almanaque de alacranes.

Dos características son las fundamentales de Daniel Cotta, su sentido del humor y el soberbio manejo del ritmo, en especial en el endecasílabo. El poemario está dividido en tres partes: “I. Del que clama en el desierto”, “II. Leve, breve, son” y “III. Traducción del silencio”. Cada una de las partes tiene un núcleo temático sobre el que gravitan los poemas, teniendo, de todas formas, una cierta variedad que aportan colorido a la colección.

Se maneja de manera admirable cuando tanto cuando utiliza el vocabulario convencionalmente poético (Arenga, con ecos de un poema de Felipe Benítez Reyes) como cuando adopta un tono más coloquial (La felicidad) o cuando hace alarde de su capacidad para inventar vocablos o darle un giro nuevo a los existentes: “pordiosearán”, “siente entristecer a cántaros”, “saturnecer”, “no bemol”… El sentido del humor se advierte especialmente en la manera peculiar de algunas expresiones, “A las dos del silencio (una en Canarias) / se puso a entristecer” (II de la primera parte).

Hay versos rotundos:

“Leed mis corazones igual que el barrendero
que acopia los vestigios del otoño” (Advertencia)

No se puede negar el conocimiento de los autores clásicos, en especial Jorge Manrique (El mar muerte entre los ríos), Quevedo (Cosas que nunca dejarán de ser), Pedro Salinas, Espronceda (Leve, breve, son) o Jaime Gil de Biedma (Tras el telón como réplica de No volveré a ser joven).

En la poesía de Daniel Cotta encontramos referencias al mundo natural (ejemplo Gato) y al universo frente al mundo de los hombres, a la ciudad (II de la última parte). Esta confrontación es particularmente claro en Apología del hombre. Defiende la alegría de la vida sencilla, con sus placeres y sus inconvenientes que, a veces, pueden ser tan banales como un escrúpulo en el zapato

“No saben que la dicha no se atisba
con largos catalejos de pirata” (La Alegría)

El tema del paso del tiempo (En un lugar del tiempo, Vivir no es fácil, Cosas que nunca dejarán de ser), la enfermedad (Padre) y la muerte (Ver morir, La mar muere en los ríos)) son fundamentales. Es la sensación de la lucha en soledad esencial del hombre ante la muerte (Funambulista). También ocupa un lugar clave la noche, el cielo, la astronomía (¿Quién cantará a la luna?, Observaciones astronómicas, Saturnecer, X de la primera parte), referencias, en cierta manera metáforas del conocimiento:

“Yo lo veía en tus pupilas todo,
yo te veía en la mirada el cosmos
y nos sabíamos distantes, únicos.
Ningún tú y yo, ningún nosotros, nadie
verá saturnecer como nosotros” (Saturnecer)

. Hay también sensualidad, erotismo elegante en Te pasa como a mayo dentro del amor:

“Eso sí:
luego derramo sobre ti mi gozo
como la copa de un poeta ebrio,
como el loco que trae el paraguas del revés
de haber estado recogiendo amor” (Te pasa como a mayo)

El silencio y la calma de lo natural, del universo, el ruido y lo confuso de la ciudad. Para el poeta es esencial el silencio, un silencio que se da en el universo, el silencio paradójico que marca la sordera de Beethoven:

“Yo quiero traducir ese silencio
decir ese silencio, gritar ese silencio” (Traduttore, traditore)

Los poemas muestran una amplia variedad de tonos, solemne (Apología del hombre), antiguo y épico (Arenga) pero también en broma (XI de la última parte) y con ironía (Tras el telón), más cercanos. También prueba el haiku (Despedidas callejeras). Hay también reflejos religiosos ya desde el título de la primera parte “Del que clama en el desierto” o en “Hemos robado el argumento a Dios” (II de la tercera parte) del mismo modo que hay escenas cotidianas

“Tan sólo es miedo escénico. Si el mundo
es un teatro en crisis; si nosotros,
actores y comparsas; si las vidas,
papeles asignados por sorteo,

el pánico a la muerte es no querer
ropa amarilla y desearle mierda
al resto del reparto. En fin, el mundo
y el hombre haciendo su papel de vivos” (Tras el telón)

2 comentarios:

  1. Te agradezco enormemente la reseña, Javier. Denota no sólo un profundo conocimiento de algunas de mis fuentes literarias, sino una lectura atenta y atinadísima de las sensaciones que he intentado plasmar en mis poemas.

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  2. Pequeño homenaje para un gran libro. Me ha encantado, Daniel

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