martes, 29 de octubre de 2019

Reseña de Luis Eduardo García: “Poemas póstumos”. Ediciones Liliputienses. 2018.


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Poemas póstumos de Luis Eduardo García es una antología de este poeta mexicano (Guadalajara, 1984). Lleva publicados Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus Rothkowitz (Tierra Adentro, México, 2012; Libros Tadeys, Chile, 2015), Una máquina que drena lo celeste (Zindo & Gafuri, Argentina, 2014), Armenia (Filodecaballos, México, 2016), Mis poemas Alt Lit (Libros del Pez Espiral, Chile, 2017), Dhigavostov (Luzzeta Editores, México, 2018) y Bádminton (2018). Está incluido en varias antologías, y es Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino, Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños (2012). Prologa esta antología Cristian Gómez quien, repitiendo como Mallarmé: “La destrucción fue mi Beatriz”, “García se propone terminar con cualquier proposición solemne en torno a lo lírico (…),re-evaluar las posibilidades del poema como vehículo de la poesía” (p. 5). Una de las características esenciales es la ironía, es un poema cómico que es capaz de reírse hasta de los que se ríen.
                Luis Eduardo García aprovecha como inspiración otros elementos, como poemas o la obra plástica de autores como Mark Rothko. En su primer libro, Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus Rothkowithz, se incluyen varias versiones libres de un poema de Ezra Pound a partir de Li Bai, tema que utiliza tres veces. El juego poético se entrelaza con el placer del juego mismo.
La oscuridad es una llanura en donde nada conocemos.
Hay algo artificial en ese verso
las llanuras no dan miedo, son como caballos pequeños y mansos
/… /
En la oscuridad pura habrá furia.
Es un acantilado que nos llama.
Es una imagen extraña, pero convincente.
Los acantilados simbolizan muy bien la idea de la insignificancia del hombre;
el contemplar uno, la sensación de asfixia puede ser tan grande que solo deseamos alejarnos

¿Pero cómo alejarnos de uno que nos llama?” (Esbozo de ‘La oscuridad no es una llanura’)
Y después parodia después a David Kesler definitivamente no es una llanura. Otro ejemplo de humor es  Antídoto contra postales multicolor y comerciales costosos (“pero en realidad ahí no hay nada”) y de pastiches del Oeste (La muerte del sucio Mud). Los juegos conceptuales y la distancia irónica planean sobre la obra de arte: “Esto no es un poema es arte contemporáneo / no hay ritmo no hay imágenes no existe la idea del poema. / Las tres líneas se llaman “pájaro”” [Imitador de Marcel Duchamp versus imitador de Dios / El vacío (Luchar en jaula)]. Espíritu lúdico y experimental en combinaciones de palabras y esquemas, permutaciones de sintagmas (Metafísica para peces raros I). Sin embargo, a cuenta de parecer irreverente e ingenioso hay mucha poesía, lirismo y mucha verdad tras los versos: “Persistirá la tristeza / iluminada con luz tenue. / Todos dirán que hay algo bello” (A todos nos gusta la fama (Dramatización)).
En su intento de trasladar la pintura de Mark Rothko a poema, Luis Eduardo García se cuestiona el yo poético: “He hablado suficiente de paisajes hablaré ahora de cuestiones internas de drogas que pedí por catálogo / del miedo a la terrible enfermedad que se come al yo lírico / de la nostalgia que brota tierna después de años sembrada” (Estreno mundial de El desangramiento de Walter Neef); y la percepción y utilidad del arte desde el punto de vista moral:  “Cierto, jamás será una virtud no ver lo bello” (¿Y acaso hay una ética verdadera en escribir sobre destellos y nieve que perdura?). En su poética hay un insistente empeño en no tomarse en serio a sí mismo: “Lo que pudo haber sido no merecía la existencia” (Ah, dejé los mejores poemas en el limbo)
Máquinas inservibles es su segundo libro y continúa provocador. Así se permite el lujo de denunciar  que uno de los tres cerditos “se masturbaba por las noches en su casa de ladrillos” y revisitar el cuento de forma contemporánea. Otro ejemplo de provocación, que no deja de ser verdad, una especie de poesía antidisturbios: Necesito más sexo y edificios en llamas (o los poemas contemplativos son instrumentos de explotación). El dardo de la provocación es una especie de metapoesía: “La última vez me había dado una explicación sobre el paraíso / de los poetas conceptuales. / En realidad / es un loft muy agradable / tapizado con fotografías del cielo en alta resolución. / Todas plagiadas” (Disculpe, señor, ¿tiene un momento para hablar sobre la escritura no-creativa?). Una deconstrucción esencial de los mecanismos poéticos: “Quizás hay ciertas cosas de las cuales es mejor no escribir / porque no dan para tanto / o las metáforas son máquinas inservibles” (Su teoría ha detectado un problema y debe cerrarse); “Las bacterias del espacio exterior / llegan a la Tierra /… / Así se apodera la poesía / del lenguaje” (La invasión de los usurpadores de cuerpos). A veces el poema ya podría ser solo el título: La poesía ya no está en las palabras, / se ha adherido a los caracoles de agua dulce (Versión vampiro). Utiliza también la yuxtaposición de textos prestados : Harum Farocki lee un poema amoroso; Su teoría ha detectado un problema y debe cerrarse; I’m not a robot: “Todos los «yos» cotizaron a la baja” (I’m not a robot).
Luis Eduardo García nos muestra su perplejidad ante un mundo que no se es capaz de comprender del todo, ni de asir por los sentidos, ni por la razón, ni por la razón poética:  “Bailamos / sobre finas capas de hielo. La música, la desaparición. / El ruido que surge / de lo que ya no está” [La música, la desaparición, el fondo (a partir de Rober Haggs)].
Como Juan Ramón, hay una reflexión sobre su trayectoria poética:
 “Al principio
la poesía venía a mí
bailando
 /… /
Después pasó algo.
Sus pies se torcieron
y su boca. Solo entendía
la mitad de sus palabras
/… /.
“este hilo rojo es para ti”, me dijo.
Pero no supe de qué hablaba” (Ayer vi La teoría del todo y recordé los buenos tiempos)
La trayectoria poética de Luis Eduardo García se afianza con Armenia, proyecto en el que utiliza el genocidio como metáfora. A partir de una historia alrededor de G: El dolor no es un oleaje suave. / El dolor no camina de tu mano como un niño. / El dolor no es un páramo helado. / El dolor no es un colmillo clavado en la tráquea. / El dolor no besará tu frente. / El dolor no es un líquido negro. / El dolor no purifica” (Algunas consideraciones sobre el dolor). sin embargo, a pesar del tema sombrío y durísimo, el recurso al humor y la ironía, a las posibilidades metalingüísticas como herramienta de pensamiento profundo se plasman en las glosas y las glosas dentro de las glosas: “La retórica podría ser una serie de prótesis intentando arreglar un cuerpo mutilado” (Falla dentro de la Falla).
La conciencia poética es también una conciencia ética que se autocuestiona constantemente: “Lo único que puede representar un obstáculo es la postura ética del lector. / Hay quienes aseguran que todo lo que pretende estetizar algo tan grave solo consigue ensuciarlo. / Entonces, toda la metáfora sobre el dolor sería fallida, ya que el dolor debe mantener su pureza. // Pero la pureza sólo nos ha conducido al sufrimiento” (Algunas consideraciones sobre el dolor II). Discurso sobre el discurso, metadiscurso que se interrumpe en fallas dentro de una falla: “La buena noticia es que el alma existe. La mala: / que es una medusa muerta entre las sábanas” (Falla dentro de una falla). Sus palabras hieren hacia dentro en las biografías ajenas y en el concepto puro que el sufrimiento provoca:  “El dolor del otro como el bombardeo / sobre un país oriental. / Una ola oscura / que no puede tocarnos.” (El regreso del poeta moralizador)
Se completa el volumen de este gran poeta con una serie de poemas de Alt Lit. Parodia dentro de la parodia, vidas disparatadas:  La alt-lit ha muerto. Larga vida a la Dwarf-Lit. Con un sentido del humor alocado y maravilloso:  “Algunas personas de estatura normal temen que esto vaya más allá de la poesía (…). En este momento alguien realiza una lista con los veinte mejores poemas Dwarft-Lit del 2015. // ¿Las estrellas enanas también podrían traernos desgracias?”
                Vallejo y Nicanor Parra tienen un epígono consciente del pleno poder de la poesía que, como sabemos, no sirve para nada. Es algo serio.

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