jueves, 17 de agosto de 2023

Reseña de Julia Navas: ‘Confieso que he perdido el miedo’. Ediciones Hades. 2015

 Confieso que he perdido el miedo : Navas Moreno, Julia: Amazon.es: Libros


Confieso que he perdido el miedo es el primer poemario de Julia Navas. Luego seguirían Ombligos y universos (Canalla, 2016), Simulacro (Canalla, 2019) y Zapatos sin cordones (Chamán, 2022). Esperando a Darian (Hades, 2014)  y ¿Qué hay en una habitación vacía? (Canalla, 2018) son sus interesantes pasos a la novela. A pesar de ser un trabajo inicial este volumen contiene las claves su personalidad poética. Hay detalles de ternura: “Y el pequeño durmiente / –que ya no lo es– / aprieta los ojos, / se esconde bajo las sábanas, y desea / que ese instante sea, tan solo, / un trocito de pesadilla” (Perturbadores de sueños); “Quiero quitarme la pereza; / chapotear y gritar contigo; / sentir tu cuerpo menudo / pegado al mío en la ingravidez del agua. / Pero la tristeza pesa toneladas: / me agarra a la tierra como un ancla. / Y ningún reproche asoma / de tus ojos de mirada sabia / y limpia” (El baño).

Otros poemas se centran en el deseo: “Y sentir el temblor de mis dedos / de mis dedos / en las caricias / sobre el cuerpo desconocido y turbador / del amante que espera, ansioso” (Saldos de una desconocida); “No quiero y no puedo, / prescindir de la marea / que mueve y arrasa todo, / que me engulle y amenaza, / que seduce y que se entrega / en una espiral de gozo” (Mejor contigo); “No puedo tocar, por más que corro, / el extremo de tus cabellos, / ni atisbar la piel oscura / que guardas con tus secretos” (Pasos);  “En las fuentes quejumbrosas, / en los escotes marchitos, / en los galanes ajados, / y en los adultos chiquillos, / quedan señales de duelo” (El parque).

Julia Navas va posando su mirada crítica: “Ellas alimentan carencias / y rellenan espacios vacíos” (Palabras); “Así me aferro a ellos, / envuelta en versos / como alas gozosas y livianas” (Versos que habito). Se sufre una lucidez sin piedad: “Te espero porque me esperas” (Te espero); “La compasión, manta con agujeros / que no quita el frío” (Virtudes). Aunque no siempre acierte en sus sentencias (“No tengo una sonrisa bonita”, Ja já).

Se revela contra la nostalgia: “Intenté mantener el equilibrio, / el control de cada paso / sobre la línea trazada. / La fuerza de la gravedad se alió conmigo / y me atrajo desde el lado / donde tú estabas” (Equilibrio); “No me molesta la nostalgia porque brota de buenos momentos vividos y de mucho de amor compartido” (De nácar e ilusiones). Y se demuestra frágil y con dudas: “Y de vez en cuando, cada vez más y más, / me sumerjo en el pozo de esas dudas” (Dudas); “Sigo sin encontrar mi sitio / porque quiero estar en todos” (¿Dónde?).

En bastantes poemas se establece un diálogo que deja traducir una historia, con sus afectos y sus daños, “Yo solo puedo darte armas para que huyas de mí, / de nosotros; / de mi soslayo y mis quimeras / de niña superviviente” (La montaña rusa); “Hay días que no son días, / sino retales de vida desechable” (24 horas); “Hoy he visto desde fuera mi tristeza / y esta se ha multiplicado / hasta dejarme exhausta, / vacía” (Viento del sur)… Lo que advertimos en ellos es una valoración, un aprendizaje sabio, un instinto de supervivencia, como los esclavos cimarrones (“Me sumo al barco de los esclavos / de la codicia a raudales, / descendiste de huidos”, Mitos de barro). Y es el aprendizaje el que mira hacia atrás sin excesiva tristeza ni excesiva ira: “Años. Demasiados años / sin viajar sola” (Viajes); “Soy la dureza de mi espacio. / Y de mi silencio” (Bares). Los bares que aparecen en este poema se unen con las referencias musicales que juegan un papel importante en la escritura de Julia Navas (“pero las ilusiones se destapan / como los sonidos en una caja / de música”, La maleta), como hemos comprobado –y disfrutado– en sus siguientes libros.

“Me gusta avanzar

arrastrada por la cadencia

de este blues…” (Caminando)

Poesía que va más allá de lo convencional y lo autobiográfico y que, como anuncia desde el título, presume de valentía. Como amenazaba Juliette Binoche en Herida, “Recuerda, la gente herida es peligrosa. Saben que pueden sobrevivir”.

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