Julio Herranz nació en Ceclavín,
provincia de Cáceres, aunque, a menudo, se ha calificado como nacido en Rota.
Lleva en Eivissa desde 1974 y ha ejercido de periodista, guionista y actor,
aforista y poeta. Desde el ya lejano Armas
de sueño y cuerpo que editó con Pandero en Rota en 1979 hasta el actual Los años resistentes, han ido
sucediéndose los poemarios y las colaboraciones con fotógrafos y artistas –este
precioso volumen cuenta con las delicadas ilustraciones de Paco Romero– para
dar una personalidad y una voz definida a su poesía. Los años resistentes es un libro de balance, una mirada atrás, con
ironía y cierta distancia, nada de autoconmiseración, a veces, incluso algo
cruel con uno mismo, sin perder el sentido del humor. Este, aunque parezca un
libro confesional, predomina el tono de conversación, heredero, sin duda de Gil
de Biedma, al que cita, ¿cómo no? para encabezar la última parte el final de No volveré a ser joven. Ahora bien, Gil
de Biedma se resentía apenas llegada la mitad de su vida, Julio Herranz, con
más razón reclama el fin de la juventud y sus ardientes deseos.
“No
insistas tanto en que te sientes liberado al fin
del
oficio de amar, piadosa mentira
que
intentas vender como un mantra retórico
para
calmar al viejo tirano. Tu pose
descreída
recuerda más bien
a
la fábula triste de la zorra y las uvas.” (Y
qué fue del amor)
En la
conversación el poeta habla con sus yoes anteriores, como la conversación que
Hermes joven hace con la estatua del Hermes anciano. La madurez de entonces era
el fin de la juventud, ahora es un recuento, que parece que siempre acaba en
soledad. En Memoria de la luz decía
que “el romanticismo no es saludable a tu edad”, lo que recuerda a la sentencia
de Somerset Maugham, cuando decía que es genial que un hombre de cierta edad
tenga vida sexual, pero no es apropiado hablar de ella.
“Mas tampoco
te recreas en el duelo
por las temidas
bajas; mejor tomarlas
por merecidos
descansos tras la final batalla
de los días,
esa que todos perderemos
sea cual sea
el camino recorrido” (Los paseantes
lentos)
En estos Años
Resistentes se autocita (“La belleza te salva, búscala porque existe”,
repite a menudo en este y en otros libros, como Memoria de la Luz y ahora en los poemas Teoría del deseo y De por
vida), reelabora, hace balance también de la poesía la propia y la del
recuerdo, como la hermosa sentencia de Antonio Machado: “El arte es largo y
además no importa”, así como de otros muchos versos ajenos dentro de sus
poemas. Se oyen los ecos de Miguel Hernández, Lorca, Manrique, Cernuda, Ángel
González.
“Lo
demorabas, lo demorabas con pretextos
y
prejuicios poco solventes, pero que a tus ojos
eran
una coartada que delataban tu pereza
crónica
a la hora de enfrentarte al esfuerzo
que
te supone el verso: ya no tienes edad.
…
Qué necesidad
tenías, pues,
de sumar más
páginas a tu obra lírica
cuando ya era
cumplido tu pacto con las musas” (Un lujo
a tus años)
El volumen se
divide en cuatro partes, Serán Ceniza,
Ocaso en Fuga, Arte y Parte y Afectos de
Largo, donde se la cuenta del repaso al amor, el paisaje, el arte y la
familia. Además del componente íntimo y personal hay una no despreciable carga
social menos propia de su poesía, especialmente en No es isla para viejos o Tormenta
de verano.
“Del mito a la
propaganda se fue
incubando en
las últimas décadas un señuelo
incurable,
pretexto del modelo
turístico, tan
rentable para los vampiros
financieros
del chupa la pasta y huye” (No es isla para viejos)
Predomina en
los versos una voluntad narrativa, una especie de periodismo lírico en el que
se desengranan los asuntos pendientes con la edad. El propio hecho de hacer
balance propicia el uso de metáforas bancarias: “Pues entonces tampoco debieras
quejarte tanto, / que tu memoria tiene sobrados réditos / para colmar de
orgullo tu capital sentimental” (Tampoco
te quejes tanto). Aunque una de sus metáforas preferidas es la del ángel,
en un sentido muy rilkeano, la belleza.
“Hay
días imprevistos en los que el cuerpo
te
pide una elegía para encajar ciertos desajustes
de
tono y perspectiva. Días con carga letal
en la mirada
que no perdonan el olvido
…
Morir juntos
al fin tiene también algo de victoria” (También
se muere el mar)
Gracias, querido Javier, por tan generosa lectura crítica. Es una placer escribir para lectores como tú. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPlacer el que nos brinda con cada reseña...aunque no es fácil encontrar algunos de los libros ....
ResponderEliminarPero gracias por ilustrarme.