jueves, 11 de enero de 2018

Reseña de Mónica Doña: “¿Quién teme a Thelma & Louise?”. Renacimiento. Sevilla. 2017

La poeta y cantautora (en excedencia desde el 2000) Mónica Doña ofrece aquí un volumen temático sobre la condición femenina. De igual forma que se centró en los objetos cotidianos en su anterior La cuadratura del plato (El Páramo, que obtuvo el X Premio de Poesía Vicente Núñez en el 2010), ahora quiere reflexionar sobre la necesidad de reinventar la identidad femenina. Analiza, reflexiona sobre los diversos “modelos” de mujer, en especial los ofrecidos desde los medios de comunicación (ya sean de ficción o reales). Es un libro poblado por mujeres, a través de las citas, las dedicatorias, los personajes, el tema… Un tema, por esto mismo, necesario.
            El libro se estructura siguiendo las partes en las que se divide el argumento de Thelma y Louise. En la primera parte, Femenino y singular analiza la “huella” de los modelos históricos de mujeres singulares: Juana de Arco, Rita Hayworth, Billie Holiday, Marie Curie, Cleopatra, Frida Kahlo, Teresa de Ávila, Coco Chanel. No es un memorial de afrentas, sino la explicitación de la herencia simbólica que hay que reivindicar de estas mujeres porque “La historia escribe nombres con minúscula, / sigue siendo solemne y carece de estilo” (VIII). Mujeres por las que los hombres algunos hombres se han sentido amenazados. Por eso, alguna, como Rita Hayworth confiesa “acabé siendo olvido, feroz y denso olvido” (II), o como Billie Holiday:
            “Desde mi voz doliente y perseguida
            yo os saludo, varones
           
            Yo os saludo a vosotros,
            cultos hombres de invierno
            que en tardes melancólicas
            me seguís escuchando
            Por alegrar mi muerte os pediría:
            respetadme, queredme.
            Pues soy la medicina
            que alivia vuestro morbo
            o vuestro llanto” (III)
            Para Coco Channel hay una reivindicación muy básica, cotidiana, como gran parte de las luchas que ha desarrollado la mujer en los siglos XIX y XX y que deberá continuar en el XXI
            “Debo darte las gracias
            por sacar mi cuerpo de la cárcel.
            Al fin pude bailar por calles y oficinas
            y París me miraba como a ti” (VIII)
            De vez en cuando aparecen juegos de palabras (“Tanto temor al Arco” (I), dice para Juana) o juegos con las palabras (el dedicado a Frida Kahlo); paradojas (“la única salida fue el encierro” para Teresa de Ávila) o apropiaciones (“Dios nos salva, María”, para Curie), pero la cualidad que predomina en los versos es la transparencia, la sutil cualidad de parecer clara y diáfana, cercana, personal, sin confesiones ni retóricas, aunque siembre hermosos alejandrinos, como el dedicado a Madame Curie: “Por amor a la ciencia se quemaron mis ojos”
            La segunda parte del libro, Tiempo muerto. (La captura) también comienza con una cita de Callie Khouri, guionista de Thelma & Louise y va desarrollando fragmentos sobre los peligros de las relaciones de con el varón, la lucha de sexos. Comienza con el riesgo de divinizarlo y de transmutar la fe en amor hacia el hombre varón:
            “Buenos días, mi dios, ¿dormiste bien?
            Yo estuve desvelada, ya sabes, tengo insomnio.
            Te oí roncar desde mi habitación
            pero no importa, dios,
            estoy acostumbrada.
            El único problema
            es adorarte, dios, durante el día.
            A la noche es distinto:
            cuando nacen los besos,
            el ansia entre los dientes,
            los poros dilatándose,
            las lágrimas del pubis
            que enjugas tú debajo, dios debajo,
            qué humildad tuya, dios, algunas veces,
            y mi grito ¡dios mío! Como si en ti creyera
            con mayúsculas.
            Pero amanece, dios, y estoy perdida
            porque tú no permites que te quiera,
            tan sólo que te adore y luego alabe
            la exquisita bondad del desayuno
            que te dignaste hacer para los dos.
            Te doy las gracias, dios, pero debo alejarme
            (...)
            Oh dios de la ceguera omnipotente,
            siempre espero el milagro:
            dios de nuevo hecho hombre,
            pajarillo aterido junto al mío.
            Pero no late un hombre
                        en ti
            tan sólo existe el dios. (De la fe y la esperanza)
            De la misma forma que reflexiona sobre las dificultades de evitar ese tipo de relaciones: “Pues tú, querida hermana, / tú no tienes remedio. / Por eso siempre acabas en la boca de lobo” (La hermana). Porque, entre otras circunstancias, la herencia de cierto tipo de religión ha sido, y sigue siendo cómplice en el sometimiento de las mujeres: “La niña tiene miedo / porque piensa / que va a ir al infierno de cabeza” (Juegos infantiles). El precio del placer, dice en el siguiente poema, “porque sigo sumisa las reglas del juego” (Metamorfosis forzosa) sobre las circunstancias, que no son parte de procesos naturales, sino que han sido colonizada por lo masculino.
            “Ya no tengo ni estrógenos,
            mundo raro y violento
            que confunde la fuerza
            con el toro de hierro
            que me asalta en la curva del camino.
            Hoy pides para mí paridad, multiorgasmos,
            parcela de poder.
            Ya no te quiero, mundo.
            No vengas más a hacerme daño.
            No quiero ya mi cuota de placer
            Debería ser ciencia
            la paridad. Suplico:
            menos testosterona, por piedad” (Metamorfosis forzada)
            El beso de Klimt le sirve para hacer patente cómo de perverso puede ser el imaginario del amor y cómo las imágenes pueden ocultar el peligro.
            “(Que en la obra elegida él domine la escena
            y ella cierre los ojos postrada de rodillas
            al pie de un precipicio
            son detalles que no se tendrán en cuenta)
                       
            Las jóvenes parejas del siglo XXI
            siguen en el intento:
            construyendo el amor al borde del abismo” (El Beso de Klimt)
            La reflexión poética va encaminada a cuestionar no las figuras en sí, sino la lectura interesada, la utilización de estos símbolos, como M. Curie, Coco Chanel, El Beso de Klimt, que han hecho desde los medios de comunicación el patriarcado, creando un imaginario de mujer, de amor a través del sesgo en los mitos.
            “Pero cantaré el cisne para el sordo
            mientras inicia el vuelo la cigüeña,
            traerá una niña sana para el siglo
            y esta verdad amarga:
            Si quieres que comience el baile de tu vida,
            deberán darle muerte al moribundo
            y enterrar junto a él tu rosa de pasión,
            la enferma flor que brota de tus lágrimas” (Tiempo muerto)
            La tercera parte, Mujeres al cabo (La escapada) sitúa a 8 mujeres en el cabo de las Ágatas (aka Cabo de Gata) para reivindicar la sororidad. Sin embargo, aparece el añorado Javier Egea, único varón: “Definitivamente / ya es muy tarde, Javier, mas seguimos contigo / como novias perpetuas” (Tarde en la Isleta del moro). Es una sección con mayor esperanza:
            “Cuando tus pies se mojan
            seguirán caminando sobre el agua,
            cada vez más liviana, más liviana.
            Serás de nuevo el pez que un día fuiste,
            serás la mujer líquida” (Agua amarga)
            Hay también una marcada musicalidad de canción: “Es hora de cantar / sin ser voz de emergencia” (Arrecife de las sirenas).
            “Vade retro, Caronte,
            que estas chicas Erasmus saben mucho,
            acaban de llegar mas ya conocen
            las sólidas verdades del barquero “(Chicas Erasmus)
            Mónica Doña utiliza elementos narrativos para su lírica, aprovechando el movimiento argumental que vertebra el poemario. Una auténtica road movie, como la que le da título. Sin embargo, a diferencia del filme, el final no es la autoinmolación, sino la esperanza, la solidaridad y el paisaje se unen para abrigar una nueva esperanza.
            “Y en la alta noche
            del hombre de mi tiempo,
            ser estrella olvidada” (Los escullos)
            La primera persona del femenino (singular y plural) domina el volumen, y a través de ella, Mónica Doña consigue trascender a la condición humana.
            “hoy no somos ayer mas lo guardamos
            adentro de la luz limpia del día
            que nos propicia un rayo del futuro” (El cabo de las Ágatas)

2 comentarios:

  1. Me encanta....lo has vuelto. Conseguir. Este tendrá que esperar ha ser leído. Lo dejaremos para marzo por el este mes simboliza en el aspecto femenino. Mil gracias... increíble

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  2. Le tengo muchas ganas a este poemario. Gracias por la reseña Javier.
    Saludos,
    Sandra.

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