Carmen Canet, además de doctora
en Filología Hispánica, profesora, crítica literaria y ensayista es una
excelente aforista, como ha demostrado en Malabarismos
(2016), Luciérnagas 82018) y La brisa y la lava (2019) y
seleccionando y editando los aforismos de la obra de Luis García Montero y
Dionisia García. Por su parte, Javier Bozalongo es conocido tanto como poeta (Líquida nostalgia, 2001; Hasta llegar
aquí, 2005; La casa a oscuras,
2009; Todas las lluvias son la misma
tormenta, 2018), como editor y también gracias a sus libros de relatos
(Todos estaban vivos, 2016) y aforismos (Prismáticos, 2017).
Este libro es
un artefacto muy especial. El aforismo es el género más lacónico de todos y por
eso mismo quizás sea de los más difíciles de trabajar en equipo. Este Cóncavo y
convexo está escrito a 4 manos. Como dicen los autores, “frases que a modo de
dardos, nos hemos ido enviando para darle rienda al pensamiento, sin que el
orden en que aparecen en el libro indique en ningún momento quién de los dos es
el autor” (p. 8). Un experimento de diálogo
en el campo del aforismo. Aquellos que conozcan bien el estilo de los autores
quizás se arriesguen a identificar los aforismos y separar quién escribió el
dardo y quién la réplica, pero en el
fondo, es lo menos interesante de este experimento. Es mucho más sensato
dejarse deslumbrar por los reflejos que concentran la luz o la disgregan. Y,
como saben los matemáticos, cóncavo y convexo no son sino la misma forma vista
desde diferente eje.
Los
aforismos están clasificados por temas, Escribir, Ver(se), Amar, Hacer
(política) y vivir, bloques más o menos amplios para ir desplegando el ingenio
y el buen humor. Buenos conocedores del oficio, Carmen Canet y Javier Bozalongo
se sirven del calambur, la aliteración y otros juegos de palabras y giros de
tuerca. A menudo es darle la vuelta al aforismo inicial y descubrir una dimensión
que, en principio, no se asocia. Otras veces las palabras toman otro punto de
partida, otra acepción: “Hay poemas que huelen a jazmín / Hay lectores sin
olfato”. “Aforismo subcutáneo: submarinismo. / Aforismo cutáneo: a flor de
piel” “Aforismo intravenoso: interiorismo. / También hay aforismos venenosos”.
En ocasiones se aprovecha para abundar en la idea: “antes de escribir, leer. /
Después de leer, hay que leer más”. El mecanismo de la imagen más el humor, de
la greguería, del surrealismo ofrece momentos felices: “Contaba los días de la
semana como si fueran heptasílabos. / Deseaba semanas alejandrinas”. Sentido
del humor: “Hacen falta más libros (dijo el dueño de Ikea)”.
Durante todo
el libro se demuestra que hay buena sintonía entre los dos. “Las casas son
textos donde hay páginas íntimas y párrafos comunes. / Y también, a veces,
aparecen erratas”. Y parecen complementarse en los distintos temas: “¿Quién se
esconde detrás de los espejos? / La soledad, a veces, se esconde tras los
espejos” y ofrecer una mirada y una sabiduría ampliada: “Quien oculta sus ojos
tras unas gafas de espejo no suele tener una mirada limpia. / Los árboles
suelen tener su espejo en la ribera de los ríos: mirada limpia y transparente”.
Se
complementan como un único aforismo: “Tenía la voluntad quebrada / y el deseo
fraccionado”; “Hay soledades tangibles. / Y compañías que es mejor no
tocarlas”; “En la vida hay que hacer muchos quebrados. / Procura que la vida no
te fraccione”; “El problema del tiempo. Y de los tiempos. / vivir a destiempo”;
“A veces es necesaria la soledad para descansar de la gente. / Necesitaba gente
para huir de sí mismo”. Rematando con eficacia la faena: “Volvió a ser después
de haber sido. / Se volvió un hombre repetitivo”
Podríamos
hacer un catálogo de frases de las que apuntamos para comentarlas a los demás
porque nos han sobresaltado, nos han hecho sonreír, porque tienen más razón que
un santo y no lo habíamos percibido antes: “La separación de bienes es un buen
régimen. / La separación de males es aún mejor”. Consejos sabios a tener en
cuenta (“Es mejor buscar ahoras que horas. / No se puede buscar a deshoras”) y
ocurrencias a las que, tristemente, debemos darle la razón, “El amor, a parte
de un sentimiento, es sufrimiento. / No miento.”
Resuenan
diferentes voces, grandes aforistas y poetas se entreleen. Para muestra un
botón, “Las caricias son dibujos de la piel. / La piel tiene memoria.” remiten
a uno de los últimos libros de Rosario Troncoso.
También demuestran la valentía de
defender unas ideas concretas más allá de consejos superficiales que puedan
valer a todos: “Ir a votar como quien va a misa de doce: después de la campaña
electoral todos dicen: ¡amén! /Presidir una mesa electoral en domingo es como
celebrar una eucaristía: hace falta tener mucha fe”. O referencias que pueden
resultar polémicas: “Olvidar el pasado y espera el futuro es huir del tiempo. /
La importancia de la memoria histórica”; “Decir que no, algunas veces, es
afirmarse. / Afirmación no es no”.
Carmen Canet y
Javier Bozalongo cuentan con experiencia, pero sin cinismo. El punto justo de
desilusión y utopía, de poesía y realidad: “A veces la mente es muy mentirosa y
nos altera con sus envites. / Otras veces nos embiste con la verdad de la
vida”.
Los pequeños
detalles que sólo están a la vista del poeta (y el aforista) bien entrenado: “Las
personas llamativas entran sin llamar. / La expresión de despedida “siempre tuya”
es una hipérbole efímera”; “Las diferencias entre un viaje de ida y otro de
vuelta. / A la ida la maleta está ordenada. A la vuelta está llena”
En suma, como
se comprueba en el aforismo: “La vida, unas veces, es un espejo cóncavo y
otras, convexo”. Pero quedémonos con un gran consejo aplicable, para empezar,
al mismo volumen, y, en general, a la vida: “Asomarse a la vida es perdérsela.
Ocurre igual con las personas y las cosas. /No te asomes, zambúllete”.
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