Este libro ilustrado es una interesante novedad para Ediciones Liliputienses. Raquel Cané nació en Santa Fe en 1974 y estudió diseño gráfico en la Universidad Nacional del Litoral y ha diseñado para revistas Humor y Sex Humor en La Urraca, y, de forma independiente portadas de libros para Random House Mondadori (Argentina y México), Lo que leo, V&R editoras, Capital Intelectual, Jus, Malpaso, La brujita de papel, entre otros. Es una hermosa y renovada versión del cuento de Barba Azul.
Merece la pena tanto por las ilustraciones como por el conciso relato, poético en su expresión. El planteamiento aúna la historia con una reflexión acerca de las motivaciones y sentimientos que actualizan el cuento: “Hubo una vez un hombre que necesitaba una esposa. / Hubo una vez una mujer que necesitaba un abrigo. / ¿Y el amor? No sabía, sí conocía la carencia”; “Era monstruoso, en esto no hubo engaño. / Ella tenía frío. Tal vez detrás del horror y hay otra cosa, quiso creer, y lo aceptó”. Porque, en el fondo, ella “Eligió mirarse en sus ojos / Le pesaba más estar de pie, en su lugar, que arrastrarse”.
Barba Azul es un arquetipo de la necesidad y el maltrato: “Todo lo mío será tuyo si no lo cuestionas, dijo él. / Ella no tenía más que ofrecer que hacerlo feliz” mientras que “Abrazarla, qué más quería Barba Azul”. El segundo momento tiene que ver con la aceptación de esa dominación (“¿Qué sería de ella si Barba Azul la abandonara?”) en una relación desigual: “El gozó, ella intentó hundirse en un sueño”; “Su boca fue un pozo de los deseos. La de Barba Azul solo quería devorarla. Si pudiera recordar quién era”.
El proceso de liberación tiene que ver con el cuestionamiento, “¿Qué buscaba? Había roto su promesa, la pregunta es una traición”. Y la respuesta inicial siempre es la amenaza, “La locura será tu destierro. Te colgaré, ya no me sirves, repetía Barba Azul”. Es el presagio, la seguridad de la destrucción que se avecina lo que inicia la huida, “La mujer olió la muerte, esa pestilencia del encierro”. La libertad, no lo olvidemos, es mirar a la incertidumbre y encararla con valentía.
“Las preguntas abundan, se puede sentir en el viento. Aunque el camino sea incierto, su fuerza no lo es”
Las ilustraciones, en elegantes tonos grises y azules son valiosas por sí mismas, un doliente regalo para los ojos.
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