De Antonio Revert ya conocíamos Diego ante la oscuridad (2014), Mobiliario básico (2018) y Rutina de volar (2019), libros en los que la poesía no es simplemente un ornamento para describir los sentimientos de un sujeto doliente o enamorado, es un arma de combate, una herramienta de análisis y denuncia, aunque pose su mirada en la ternura de un hijo o exprese también el desaliento de quien escribe. En este caso ha recurrido al fútbol como metáfora de la sociedad neoliberal, con sus luces deslumbrantes y de la crisis económica. El exhaustivo y certero prólogo corre a cargo de José María García Linares.
Los poemas están agrupados en torno a epígrafes relacionados con emisoras concretas como metáforas. La primera Radio clásica, De cuando leí a Eckhart Tolle aborda cuestiones más generales: “A veces abrazamos el ruido / como quien coge un abrigo: / solo por si refresca, / cuando nos miramos al espejo” (El ruido como abrigo). Un ruido mediático principalmente, por eso confiesa que “Encender televisores / es apagar todo lo demás”. Es un paso del yo al nosotros, los que estamos afectados: “La epidermis es equívoca; y es la duda gastronómica, / existencial o de fe, /llega siempre presurosa / la luz de una multinacional” (Avecrem), por eso dice en primera persona: “Mi pecho es un acuario. / Pero nada se mueve / tras los cristales sucios”; “arrastrarnos así, / gusanos mecánicos, / dentelleando en el deshecho, / deglutiendo kilos y kilos de detrito, / a oscuras, bajo la tierra. // Jamás alzan la vista”. La conclusión es pesimista en un primer momento: “Tus manos ––sin querer–– se mimetizan / con los barrotes invisibles de la jaula”; “Ya nadie escucha el clamor diario, / todo lo llena el estruendo / de los tedios ciudadanos enlazados, / gavilla efímera de vacíos”. Pero sin perder la esperanza: “Derribar muros, / cantar”.
Radio 3. Objetos perdidos, es la segunda parte. Esta emisora significaba la versión más alternativa, fuera del mainstream, pero sin llegar a lo underground o antisistema, aunque en estos momentos inciertos la emisora esté sufriendo una transformación radical. Volviendo a los poemas, Antonio Revert recomienda: “si te queda tiempo: / enciende la luz. / Aunque te duela nacer”. Los versos incluidos en esta sección denuncian le presión mediática para que la clase trabajadora acepte las responsabilidades de la crisis y viva alienada con los triunfos deportivos, que son utilizados para desviar la atención y hacer más conformistas a los ciudadanos: “España: un trabajador en paro, / dice: «somos culpables de la crisis», / «Hemos vivido por encima / de nuestras posibilidades», apostilla” (Donald Trump y tú ante el espejo); “Miles de obreros / almorzamos gol de Iniesta / en la pausa del trabajo / durante meses, quizá años /…/ Y saben que nunca se ha de acabar este partido, / aunque ya hayamos sido derrotados: / el despertador a las siete, cada día, / cantará para que no lo olvides” (El gol de Iniesta); “Espejo de la clase obrera, los abdominales de Cristiano; /…/ Reticulada envidia del peón” (Los abdominales de Cristiano Ronaldo). Sin embargo, la realidad es que “Lo llaman sueldo, a la cara. // A tus espaldas, / limosna”. Contiene otros dardos muy concreto, muy de actualidad, como los Atentados de Barcelona o más particulares, como los que dedica a una formación política: “Soy Coalición Canario, / te espero en el centro comercial; // llevaré un libro y una flor / para que tú me reconozcas /…/ yo ya no me reconozco” [Contrición Canaria (Soledad del Mencey 2.0)].
En general son invectivas contra un capitalismo que distorsiona los deseos y aspiraciones: “Da miedo el capitalismo; / aprendimos a rehuirle la mierda” (La sonrisa del delfín); “Lamentar las hechuras de una casa, / cuestionar la mesa familiar /…/. Despreciar el abrigo de las brasas /achacar a las manos campesinas / la fealdad del paisaje. /Claudicar por toneladas de cemento / y la homogeneidad gris de las fachadas. // Pon un centro comercial junto a tu casa” (Autoconstrucción); “Nos gustan los aeropuertos /…/. Somos seres libres, / permanentemente libres en potencia /…/ La promesa reiterada de un alcohólico / que ya ni él logra creerse” (Aeropuertos). Y a la vez cuestiona, critica y denigra a quienes se le enfrentan: “Los radicales están mal vistos por el amo” (De radicales).
La emisora mainstream por excelencia es la radiofórmula: Los cuarenta principales. Ensalada tibia de centrismo sobre lecho de clase obrera (Intermezzo alla breve). Tratan los poemas de los tibios, de ese extremo centro: “El centro, la límpida verdad, / ánfora magnífica latiendo / bajo aguas muertas / de revoluciones que no fueron /…/ Ni frío ni calor / no suban la música / no te salgas de la fila / no molestes” (Ser de centro); “Crece el ser que reside en la tibieza / que una sombra le ampara y le cobija /…/ Agua estancada mece su cuerpo” (De árboles y tibieza). La madurez, la supuesta madurez que tradicionalmente tiende a posiciones más conservadoras, aunque sea sangrante el cambio de chaqueta: “El poeta maduro. / Abandonó el compromiso: / se vendió al terreno dulce / de la neutralidad posmoderna / y se compró El País Semanal /…/ Escribir poemas en activar a la lluvia / y no llevar nunca paraguas” (De la poesía y el compromiso [cuento]) Dedicado a Antonio Orihuela y Voces del Extremo. Afortunadamente quedan voces que no se adaptan.
M80 Radio: niños y niñas, señoras y señores, quizás represente a los momentos más familiares: “Tu hijo al colegio, tú a la oficina. // Él ha olvidado su merienda. / Tú el modo de escapar” (Mañana de lunes). La cotidianeidad que tampoco se libra de una visión crítica: “Tú dale al mar bolsas de plástico, / él te devolverá los navajazos” (Plástico e hijos). El universo de la infancia está mucho más cargado de obligaciones de lo que los programas infantiles nos quieren hacer creer, si miráramos, como hace el poeta, al pasado veríamos cómo un mundo se impone y no siempre es amable en algo que, por ejemplo, debía servir para ensanchar el alma: “Para quien fue al conservatorio de niño / y perdió la batalla finalmente / no hay sino odio después al instrumento / o una luminosa puerta oscura / llamada «jazz»” (De conservatorios y jazz); “Cuando llamo a mi hijo / para que haga la tarea / reaparece un silencio de bestia / y hay una alegría artificial / de fábrica de extrarradio” (La tarea). Como bien resume, “A tu espalda, herida / de un niño que juega ajeno / a la sangre que le brota / de las rodillas, / en cada parque, / desde cada adulto”, por eso recomienda, desde la experiencia de paternidad, hacerse cargo: “Hay dos formas, / solo dos formas, / de jugar con tu hijo. //Respirando / –en estado de presente–/ o con la cabeza ardiendo / gritando neurosis, / ametrallando el silencio” (Dos formas de jugar con tu hijo).
Y para terminar, como dice el propio Antonio Revert, como Bonus track: Insularidades. Tres folios últimos de la radio local. Unos poemas que, aunque tengan como argumento temas más locales, no dejan de tener interés, de lo particular a lo global: “Libre competencia para la lucha. / Líquido estado de bienestar. / En la memoria de los peces/ tampoco caben antiguos derechos” (Estado del bienestar). Los últimos versos son una buena metáfora de nuestro paso por la existencia: “Y así llega el taxi al aeropuerto /No olvide sus efectos personales” (Isla de El Hierro). Buena poesía para combates necesarios.
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