Nació Micaela Szyniak en Buenos aires y lleva publicados Último año juntas (2023), Tamara (2020), Contrato precario (2019), Escribo pidiendo ayuda (2019), Mi cuerpo es un tributo (2018), Hago señas de irme (2015). Este Último año juntas es una crónica retrospectiva, poemas narrativos del fin de una relación trufada de recuerdos. La protagonista desea una recapitulación, un balance, un ajuste de cuentas: “A veces solo quiero / que el tema esté cerrado, como los / antepasados que se van / uniendo en vez de bifurcarse”.
No deja de preguntarse por el momento, o los momentos, en los que la relación se fue distanciando: “ese auto repleto de tensión, debería / haber explotado en ese viaje, debería haber producido / al menos un incendio, sus manos / sosteniendo / el volante como si luchase / con una criatura poderosa, al lado yo / comentando sobre locales cerrados”. Analiza con el bisturí cada instante, cada reacción: “En cambio, enojada, como si cerraras / la frontera que te vuelve una persona no dijiste que maternar / era una decisión personal y que yo me ponía en mí / en el centro de todo, incluso a tu deseo de ser madre. / Entonces entendí que no íbamos a armar una familia”.
Se describen momentos de gran intensidad (“En nuestro primer encuentro sexual / yo tenía veinte años, creo que todavía / no sabía ninguna cosa sobre mi cuerpo / ni entendía mi emoción, que era un río oscuro /…/ Yo creí / que no iba a dejarla nunca, y que ella / a mí tampoco, ese había sido nuestro pacto”). Y, seguidamente, momentos de tristeza: “me devolvió el llamado, dijo: «sentí que estabas en otra así que lo mejor / fue irme». Pero quién se va si estás a otra”. Es precisamente este sentimiento el que predomina, no solo por el resultado, sino en la propia historia de amor: “creo que la soledad fue nuestro territorio, / ¿qué podríamos fundar en él?”; “… dijo: «parecemos / dos tipos de otra edad intentando arreglar algo» / y siguió: «somos jóvenes y hermosas y podemos / estar con quien queramos». / Ahí nos vi: dos personas que hacían siglos / volvían la una con la otra, aferradas, como a un / anhelo”. Más lúcidamente, confiesa: “creo que, sencillamente, no existía solución, / que algunas cosas no pueden, no pudimos, no podían arreglarse”.
Sin que tengan en absoluto que ver, hay cierto parecido a Modern Love de George Meredith, novela en verso en la que se desmenuza el final de una relación y se convive con los despojos. Así, ciento cincuenta años más tarde, Micaela Szjniak consigue ensamblar las pequeñas piezas que dan sentido al fin, describe las personalidades, los pequeños gestos, las ambiciones y los desencuentros: “esa relación tan tuya con las cosas / como si la toalla, los zapatos, tu pendrive fueran / lo que teníais de verdad, lo que iba a / quedarse con vos después de mí”; “Al final es así: fuimos una pareja / hay sabores que nos unen”.
Al estar narrada desde el final, la conclusión es la aceptación: “Ahora queda / entre nosotras como después / del viento, lo quieto”. Se rememoran momentos de calidez casi nerudiana: “En noches como esa yo podría haberme ido, / pero en cambio me quedé, / a dormir abrazándola, encrestada a su clavícula”. Y, junto a ellos, otros de destrucción: “… Quizá ahí estuvo / nuestro problema, el punto / en que en verdad nos separamos: / yo ya no quise salir a almorzar, / me llené de trabajo, dejé de querer / tomar alcohol al mediodía”. Este es un proceso de vueltas atrás y avances, de desapego y de ilusiones fingidas: “volvimos a ser nos, después / volvimos a separarnos porque en realidad ya nos habíamos separado / y quizás lo que siguió, los dos / años que seguimos juntas, / fue un tiempo extra”.
Más que un proceso de duelo con sus distintas fases, Último año juntas es un diario escrito a retazos con un análisis reflexivo doliente: “mi ex y yo / estábamos unidas, estábamos atadas, no sé cuándo empezamos a separarnos / ni cómo fue que terminó, porque la lloré, como una nena”. Y que termina sin resolverse, casi en puntos suspensivos: “… este odio / años de evitar la escusa: verla / llegar con otra, verla llegar. Me alejo / de lo que más conozco, me alejo de ella”. Una poesía confesional que afronta con valentía lo duro de una ruptura y el más duro recuerdo de lo que fue.
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