domingo, 23 de junio de 2024

Reseña de Alicia Choin Malagón: ‘El peso de las mantas’. Esdrújula ediciones. 2024

 

Ya se acercó Alicia Choin al tema de la guerra en La luz de las trincheras (Esdrújula, 2022), ahora lo hace en forma de novela. Como en los relatos de Se hipotecan sueños (Esdrújula, 2016) pone su atención en los más débiles. En esta novela hay momentos de gran intensidad emocional y erotismo, del que ya vimos en Versos desabrochados (Dauro, 2012) y La otra casa en la que te espero (Esdrújula, 2018). Pero sobre todo hay una voluntad de verdad descarnada contada con delicadeza como el emocionante Marian, mi pequeño volcán (Esdrújula, 2019).

Alicia Choin sitúa la acción en distintos puntos de España (y parte de Europa) entre los albores de la II República y la posguerra. Es, pues, una novela histórica en sentido que lo son los Episodios nacionales de Almudena Grandes. Reflejan a ras de suelo la vida en momentos trascendentales, como el golpe republicano de Fermín Galán y el capitán Hernández en Jaca. Solemos alabar la calidad en la documentación cuando nos referimos a los datos que contextualizan la acción, las coordenadas socio históricas y en esta novela están contenidas sin errores, ya sea para describir las reacciones y los movimientos históricos como la División Azul, ya sea para hacer verosímil por la descripción de detalles de la Granada de la posguerra, por ejemplo. Sin embargo, habría también que resaltar la capacidad para hacer reales las conversaciones, los caracteres, los humores de los que hacen gala los protagonistas de El peso de las mantas.

Y fueron pasando los meses y los años, hasta que llegó un momento en que Antonio y Eloísa encontraron una rutina armónica y los días se fueron sucediendo sin muchos sobresaltos entre ellos. Eloísa dedicaba horas a leer los periódicos y escuchar las noticas en la radio. Apenas hacía comentarios. A veces leía una noticia y, desde su hamaca, se quedaba con la mirada perdida, muy seria. (…) Eloísa, cariño, el gobierno ha ordenado la construcción de muchas escuelas,  por fin una reforma agraria que viene como agua de mayo, tenemos una de las constituciones más avanzadas del mundo, vacaciones pagadas.. Entonces su mujer lo miraba y sin responder nada le sonreía suavemente. Es como si no quisiera alterar la paz de su matrimonio con conversaciones políticas.

Igualmente, la tentación de engrosar las páginas de la novela simplemente adaptando contexto histórico está, en el caso de Alicia Choin, descartado. Cada uno de los datos y de las descripciones tiene sentido esencial en el desarrollo del argumento. Si se habla de los debates sobre el voto femenino no es simplemente para situar cronológicamente la acción, es que la personalidad de Eloísa. Precisamente, el “peso” de la novela está en los personajes, lejos de maniqueísmos, personajes complejos en situaciones difíciles en las que tienen que tomar decisiones que se alejan de los estereotipos manidos de obrero de izquierdas o cura defensor del golpe de Estado.

Paquita se había convertido en toda una mujer. Ya tenía diecisiete años. La vida no le había sonreído. Su madre falleció del corazón al poco tiempo de su nacimiento. Había cogido la gripe española en 1919 y, durante un tiempo, tiró como pudo con las secuelas en el corazón que le había dejado esa enfermedad. El nacimiento de Paquita fue un esfuerzo demasiado grande para su maltrecha salud y apenas sobrevivió unos días. Su padre, Claudio, era un anarquista convencido que, junto a Hernán, había ido a luchar al frente republicano. La joven hacía lo que podía para ir tirando, pero apenas encontraba trabajo por el historial de su padre.

Si atendemos superficialmente al argumento, encuadraríamos El peso de las mantas en una narración sobre la Guerra Civil. Sin embargo, la perspectiva de Alicia Choin es social en el sentido que huye de los grandes acontecimientos históricos, toma la visión de estos individuos que acaban en diferentes posiciones, en diferentes trincheras. Las experiencias cotidianas de estas personas comunes, que por ello también son excepcionales, atienden a sus propios intereses, sus necesidades inmediatas, sus personalidades, en lugar de atender a ideologías políticas abstractas y maniqueas. La lucha por la supervivencia está más clara en los personajes femeninos Eloísa, Adela, Carmela, Paquita, incluso doña Remedios. El papel de los varones, Antonio o Hernán, acompañan la acción, protagonizan sus episodios y se muestran tremendamente humanos. También Zacarías y don Benito, quizás contrapunto uno de otro y símbolos de que lo valioso son las personas, no las ideologías.

––Adela, tú y yo somos unos incomprendidos. Todos los que debían querernos nos han tratado mal. Se han burlado de nosotros. Nos han tratado como a escoria (…). Siempre me gustaste, Adela. Bajo tu fachada de mujer beata y consagrada a Dios, sabía que eras una mujer fogosa, con ganas de disfrutar. Pero los demás no te han comprendido. Todos te han ninguneado. Ni siquiera tu marido, Hernán, que en paz descanse, miró por tus intereses ni por el de tus hijas. Tanta República, tanta República… Y mira cómo ha terminado… Adela, sé que estás pasando hambre, que no tenéis nada que llevaros a la boca. Pero yo te puedo ayudar. Yo estoy bien. Tú y yo somos iguales. Nos entendemos muy bien.

No son solo personajes pasivos arrastrados por el destino, procuran salir adelante con decisiones, incluso la resistencia pasiva que en algunos momentos se ven obligados a mantener, es una opción de supervivencia consciente para evitar el peligro, para sortear las maledicencias (no daremos detalles para no revelar elementos de la novela). La novela detalla cómo la guerra afectó aspectos cotidianos de la vida, desde el trabajo y la vivienda hasta las relaciones familiares, cómo estos cambios moldearon las actitudes y comportamientos de los personajes durante y después del conflicto. La idea es que comprendamos las situaciones que afectaron a toda la población, una situación tan fragmentada y caótica a nivel individual como lo fue a gran escala.

Alicia Choin nos narra una historia de supervivencia individual y la adaptación a las duras condiciones de vida, superando la lealtad a las causas políticas. La humanidad de la escritura la autora granadina va más allá de demostrar una tesis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario