domingo, 1 de septiembre de 2024

Reseña de Lola Mascarell: ‘Préstame tu voz’. Tusquets. 2024

 Préstame tu voz (Marginales)


Conocí la poesía de Lola Mascarell con Un vaso de agua (Pretextos, 2018) y me pareció deslumbrante el uso que podía hacer de tan escasos elementos para conmover. Luego retrocedí a Mecánica del prodigio (Pretextos, 2010) y Mientras la luz (Pretextos, 2013) para comprobar la solvencia poética y disfrutar incluso de la solvente Nosotras ya no estaremos (Tusquets, 2021). Préstame tu voz asegura una poética de lo cotidiano y trascendente, “es el resultado de ese diálogo entre los muertos y los vivos, entre las distintas voces que somos, entre la madre y la hija que ahora es a su vez madre”, dice en la solapa.

Lola Mascarell comienza con un bello elogio a la poesía como refugio: “A salvo ya del mundo y sus fantasmas, / sin miedo a la intemperie, / en medio del silencio de la noche, /…/ comprende que la casa es el poema, / aprende que el refugio es la canción” (Cantar del regreso). El recurso al poema es la manera de cuestionarse el mundo, un modo de conocimiento: “Lo muerto es no saber, estar temblando, / preguntar sin respuesta y resignarnos” (Lo demás es del viento). Sin embargo, “No se puede explicar la poesía. /…/ Será la sombra ya, junto a la luz, / quien escriba el poema” (Atención). Esta dualidad inexplicable otorga la belleza y el misterio que encontraremos en todo el volumen.

La poeta nos sumerge en una sabiduría cotidiana: “Nos conforman pequeños rituales /  en ellos encontramos / una forma de amparo frente al peso / de los días que pasan” (Normalidad). Es, además, su poética, su forma de entender la manera de escribir: “Contempla lo pequeño, me repito” (Lo pequeño); “Feliz es lo cercano /…/ lo mismo que tu piel, / esta confirmación rotonda de la vida” (Bodegón); “Escribir poesía / es cuidar un jardín / donde solo germina lo que muere” (El jardín). Y, acertadamente, advierte que no solo es un capricho de poetas o gente de letras, “En la sala de espera / un médico nos cuenta con metáforas / lo que ha ocurrido dentro de tu cuerpo” (Corazón).

La cotidianeidad tiene su esencia en lo efímero (“Todo lo que nos duele es pasajero”, Lo dicen los jazmines) y en toda ocasión hay partes que permanecen ocultas (“La raíz que sostiene nuestra vida / se hunde bajo capas invisibles / y solo algunas veces / al leer un poema o al dejar de pensar / podemos atisbarla en un descuido, / en un pliegue del tiempo”,  Placenta). Lola Mascarell hace un elogio de lo efímero en estos poemas: “La lúcida emoción de aquella tarde / mirando el sol poniente en la terraza” (Duración); “y ahora bajo el sol / parece tan sencillo / quedarse aquí y hacerse / volverme con lo sólido y estar, / tan solo estar, callada / abierta a la evidencia / de esta luz que es calor y que se hunde” (Playa de los muertos). Lo efímero, lo cotidiano, lo cercano se condensa en los afectos, en el amor: “Todo se agrupa allí donde tú miras, / para nacer de nuevo: / la luz, la noche, el pecho / han nacido contigo” (Inventar el mundo); “Amar es conocer, me digo entonces, / aprender cada palmo / de vida en el espejo, / volver a los lugares, / besar los mismos labios /…/ Amar es escuchar / que el otro resuena y se amplifica / lo mejor de uno mismo” (Amar). Incluso mirando hacia el horizonte temporal: “El frío del invierno / bajo el sol de este parque / donde un par de ancianos / que aún no somos nosotros, / alimenta palomas” (Futuro).

Como en las novelas de Virginia Woolf, no importan los acontecimientos, si acaso el paso del tiempo, pueden consumar los versos: “Me llena contemplar ese vacío” (Cima del Garbí); “Quien quiere poseer lo que es del aire” (Ventanas entreabiertas). Las referencias concretas parecen ser simples marcas sin más trascendencia que el detalle: “Fue un sábado de octubre en la mañana, / tan perfecto era todo, / que hasta yo comprendí por un momento: / aquello era en verdad el paraíso” (Creación del mundo). Su poesía es la celebración de lo más cercano, “La verdad de la piel / reaparece en verano / con una claridad que nos desarme /…/ La piel que nos separa y nos acerca, / superficie y abismo” (Piel). Mira y admira los detalles, pequeños objetos, sin recurrir a que se conviertan en símbolos o alegorías. Un ejemplo preciso es el poema Adventicia: “En el margen derecho de la senda / se yergue solitaria / una flor cuyo nombre nadie sabe. / Su lucha vertical es la lección / más limpia que conozco: / crecer para el olvido / con esa dignidad que da la ignorancia”.

Más que una poesía que sirva de expresión y conexión, Lola Mascarell opta porque sirva para explorar los límites del conocimiento: “nos pasamos la vida / buscando ese reencuentro /…/ Todos los libros hablan de lo mismo. / Y todos los poemas / de amor. Y las canciones.../ el vacío que deja / en nuestros corazones / saber que nunca ya / seremos uno solo con el cuerpo” (Unidad en ti). Describe heurísticos que se va colando entre los versos para iluminar la existencia: “Dudar es estar casa en la intemperie / que llamamos camino” (En suspensión). En esta dirección, estos son poemas memorables en su metapoesía: “Y que brota del sí los sobresaltos, / los síes que confortan y afianzan /…/ Y también los no sé, los sobre todo, / los aún y los puede, / los tal vez y los nunca, el ojalá” (Ojalá).

En ocasiones, encontramos sublimes imágenes sobre lo cercano: “Una sola palabra: / nos abraza al decirla” (Madre); “La noche es la corteza de una herida / que sangra hacia la luz· (Prometeo). En el fondo, como dice la autora en Helechos: “Escribir poesía, pintar cuadros / es tratar de dejar / un rastro en el papel, / un vestigio tan solo / de ese sueño imposible que es volver”. Para finalizar el poemario, recupera la intención de las exequias que da título al volumen para acercarlo a lo más prosaico, que, en el fondo, es lo más profundo: “Estamos en el bar, / esos muertos y yo, / y un tubo de neón ancla el tiempo” (Préstame tu voz). Destaca en los mejores momentos la trascendencia poética de la mirada y la cuidadosa elección de los términos, del vocabulario tan acostumbrado, casi prosa, para revolverlos y dotarlos de una fuerza expresiva intensísima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario