Jesús Cárdenas es poeta (La luz de entre los cipreses, Mudanzas de lo azul, Después de la música, Sucesión de lunas, Los refugios que olvidamos, Raíz olvido, Los falsos días y Desvestir el cuerpo) y crítico. Ha escrito ensayos sobre la obra de Machado y Cernuda, también sobre Passolini y es el redactor jefe de la sección de poesía de Culturamas. Ya había publicado un estudio sobre La luz y la pintura en Francisco Basallote. Este trabajo se originó a partir del máster “Formación e investigación literaria y teatral en el contexto europeo”. Es un sentido homenaje a la poesía del poeta de Vejer de la Frontera. Un estudio minucioso, con el cariño que el poeta merece y que su poesía reclama. Francisco Basallote es analizado meticulosamente, destacando las cualidades y los recursos estilísticos, su sensibilidad y los temas de alguien que pintaba con versos y hacía poesía con colores.
El trabajo se estructura comenzando con una imprescindible biografía y un recuento de su variada y no siempre fácilmente localizable obra. Después se examinan sus presupuestos poéticos, la “poética del recogimiento” y el papel de la memoria en su obra. Jesús Cárdenas, seguidamente detalla los distintos núcleos temáticos, sobre el paso del tiempo; el locus amoenus, o mejor, los sucesivos loci del poeta (Vejer, la Cartuja, la Alhambra…); la naturaleza, la luz y la pintura y la creación poética. También se analizan pormenorizadamente los recursos estilísticos, formales y métricos. No faltan las conclusiones y la bibliografía y concluyen con una serie de textos de agradecimientos (de AboroJuan, Mario Álvarez Porro, Ana Isabel Alvea Sánchez, José Cenizo Jiménez, María José Collado, Jorge de Arco, Gonzalo Díaz Arbolí, Pedro Luis Ibáñez Lérida, Ángeles María Vélez Melero y el propio Jesús Cárdenas) e imágenes, incluyendo algunas acuarelas de Francisco Basallote.
Francisco Basallote (Vejer de la Frontera, 1941-2015) es un poeta injustamente desconocido para el gran público. Su poesía explora temas recurrentes como el paso del tiempo, la memoria y el paisaje, tanto como la propia producción poética. A menudo vincula estas ideas a elementos de la naturaleza o de la arquitectura, reflejando la evolución de sus pueblos, y es lo que Jesús Cárdenas va desengranando. El poeta analiza el pasado con mirada serena. En su obra es frecuente la nostalgia por la infancia o la juventud, la denuncia de injusticias y la celebración de la belleza cotidiana. Basallote ve la memoria como arma contra el olvido y sus poemas suelen identificar el devenir con elementos naturales –el paso del tiempo asociado a la luz, el viento, el agua– para sugerir lo efímero y lo eterno. Además, su sensibilidad técnica aflora en el vocabulario: términos sencillos (agua, luz, viento, sombra) conviven con palabras de construcción (azulejos, vigas, bóvedas), que no extrañan dada su formación como arquitecto técnico. Esta mezcla temática de paisaje, memoria y técnica es constante en sus libros.
Sus poemas son a menudo cortos (muchos de uno o dos estrofas) y mantienen un ritmo pausado y meditativo. Su estilo tiene mucho que ver, como comprobamos en el estudio, con la pintura que también ejercita. Es mesurado, lento, trabajado y riguroso. Emplea un lenguaje claro y preciso, evitando el ornamento fácil, a pesar de una innegable cualidad sensorial que desprenden sus poemas. Su trabajo poético es una labor de orfebrería que se aleja del barroquismo, destacando por su contención y precisión. El gusto por el haiku no solo se centra en la apropiación de una forma, es un planteamiento estético de plasmar el instante, buscando siempre la esencia de la idea y la palabra, mediante una gran desnudez de forma. La poética de Basallote se apoya en la claridad y la sencillez de la expresión. Como bien señala Jesús Cárdenas podemos disfrutar de su claridad, que carga de emoción con sencillez depurando extremadamente el verso.
La variedad rítmica es una de las características de los versos de Basallote, que muestra su maestría tanto en el verso libre como en los haikus, especialmente el predominio de poemas breves de arte menor, y, en todo caso, imparisílabos. No debe extrañarnos encontrar estrofas como soleás y seguidillas, que en el fondo no difieren tanto del haiku. Y, como Juan Ramón Jiménez, aparecen también poemas en prosa. En el análisis de Jesús Cárdenas es pormenorizado y clarificador. La maestría del relojero que aprovecha los recursos expresivos, el ritmo o el encabalgamiento siempre con una intención expresiva.
El tono contemplativo tiene mucho que ver con la evocación de ciertos parajes, ciertos lugares y, por qué no aceptarlo, algo de melancolía. El ritmo suave, la imagen que evoca, donde el paisaje y la arquitectura no son simplemente decorados, son protagonistas, como acertadamente el estudio va estableciendo. Es una poesía en cierta forma trascendente, que se funde con lo espiritual. Un lirismo visual lleno de luz y de elementos sensoriales, el agua, los olores, lo vegetal, el misterio… conforman la evocación con gran concisión expresiva. Jesús Cárdenas lo califica como un poeta humanista por esta cualidad de reflexión serena.
En conjunto, su escritura resulta de un cruce de corrientes orientales, europeas y clásicas, siempre filtradas por su voz propia de poeta contemplativo. La obra de Basallote integra influencias muy diversas. En primer lugar, destaca su afinidad con la tradición del haiku japonés. Llegó a estudiar este género e incluye haikus acompañados de acuarelas en varias obras. Los haikus del vejeriego son un canto a la sensibilidad. El poeta orienta su escritura hacia la captación instantánea de la naturaleza y la emoción, respetando la tradición clásica del género. En efecto, en varios libros arranca los capítulos con poemas japoneses y adopta su brevedad y sugerencia descriptiva. Quizás la poesía de Machado, Juan Ramón, que tanto tuvieron que ver con la asimilación del haiku, sean claras influencias. Pero también la de otros poetas de la sierra, como el gran Julio Mariscal. Indudablemente podremos señalar la herencia del simbolismo europeo de Paul Verlaine. Esto es especialmente significativo al emplear imágenes naturales para evocar estados de ánimo y reflexiones íntimas, evitando el exceso confesional. Además, su poesía bebe de la tradición andalusí. La pintura también es una referencia constante en sus títulos y su imaginería, mezclando así la palabra y la imagen.
Hay que destacar la autenticidad y profundidad de su voz poética. Se le podría definir como un poeta del recogimiento y del silencio. Ha estado alejado de modas y un poco al margen de las grandes corrientes poéticas que se suelen destacar. En su estilo hay una especie de desnudez y una búsqueda incesante de la esencia. Jesús Cárdenas subraya las diferentes maneras en las que el tiempo es asumido, tanto en su aspecto circular de repetición de días y estaciones, como en el lineal de la palabra en el tiempo. Se destaca también su precisión evocadora a través de la selección de imágenes así como la búsqueda minuciosa de la palabra adecuada. Un lirismo lejos de sentimentalismo, con gran contención y profunda hondura.
A través de esta investigación podemos situar al poeta en el contexto de su época. Es un trabajo imprescindible como fuente de información precisa de la producción del poeta de Vejer, así como de los estudios críticos que analizan su obra. Peregrino de luz nos descubre la poesía de Francisco Basallote, que se caracteriza por su tono claro y serio, su métrica varia y depurada, su amor por la naturaleza y la memoria, y por un cuidado oficio que gusta de la síntesis. La naturaleza y la belleza construida son los elementos que conforman un itinerario sentimental.
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