domingo, 23 de marzo de 2014

¡Con qué poco se conforman!



Vaya por delante que no se puede obligar a nadie a ir a una manifestación, ni a hacer declaraciones, ni siquiera a confesar su fe. Yo mismo soy poco amigo de multitudes, sin embargo quiero hacer llegar mi solidaridad con los manifestantes de las Marchas por la Dignidad. Muchas gracias por defender la sociedad frente al expolio que venimos sufriendo por parte de este capitalismo mafioso. Los ciudadanos no estamos para salvar al Estado, es el Estado el que está para salvar a los ciudadanos, no sólo a los poderosos.
 
Iba a decir que “leo en El País”, pero no puedo. En El País del domingo no aparece la noticia de las marchas. En realidad, en casi ningún medio ha salido en portada. Ayer las cifraban en 50.000 participantes provocando la indignación en las redes sociales de aquellos que habían asistido. Ni siquiera guerra de cifras. Se ha ninguneado la manifestación. Sin embargo, en cualquier otra ya sea en contra del terrorismo, de la guerra o del aborto ¡qué pronto se habla de millones! En el telediario de la Primera, como es natural, sólo se ha insistido en los incidentes violentos. En ABC y La Razón, ni siquiera consideran oportuno explicar que esa violencia a la que se refieren pertenece a los coletazos de una manifestación. Son sólo actos vandálicos y agresiones a la policía. Cristina Cifuentes en El Mundo pide solidaridad con las fuerzas de orden público.

No nos terminamos de acostumbrar a este tipo de manipulaciones periodísticas (¿?). También sabemos cómo se intentó desviar a los autobuses de las marchas por carreteras secundarias o detener su camino para evitar que llegaran a Madrid y también está quedando bastante clara la actuación de infiltrados que provocan los disturbios, y así justificar las cargas de los antidisturbios. Y aunque los servicios públicos están para eso precisamente, para el público, sabemos también que Ana Botella denegó el uso de colegios como lugares de pernocta a los manifestantes. ¡Qué lástima que no se hubiera tratado así a los del JMJ!

No sé por qué acabo conectando estos dos acontecimientos cuando son de lo más distinto. En las Marchas por la Dignidad se defiende a todos los españoles –y residentes- de los recortes. Se lucha por una sanidad más justa para todos, una educación con mejores medios, contra los desahucios, contra una corrupción generalizada y por eso se hace al margen de partidos políticos. Quizás sea la razón por lo que no adquieren visibilidad, no sirven a ningún amo. Se obstinan en hacerlos entrar en el juego de elecciones y partidos porque ése es su juego, en el que ganan siempre. Niegan representatividad democrática a estos movimientos, como si ésta sólo se obtuviera cada cuatro años con los votos. 

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) fue un encuentro sectario, sólo de los católicos y para católicos (diría incluso más, no para todos los católicos). Por lo visto se pensaba en los peregrinos como en huchas andantes que traían dinero a la capital, a los negocios, una oportunidad para aliviar la crisis económica. Todo eso llegué a escuchar. Las autoridades públicas se volcaron facilitando todo tipo de instalaciones, recursos y personal. La seguridad se pagó con dinero público, lo mismo que la cobertura informativa. Y ¿para qué? El santo Padre ¿iba a sacarnos de la crisis? ¿Fue, al menos, crítico con alguien? ¿Pidió cambiar políticas? No, me temo que no, que sólo fue una celebración de estar todos juntos, alabándonos unos a otros por lo maravillosos –y pecadores- que somos, más incluso que al dios al que rezan.

O las manifestaciones del Foro de la Familia. Siempre me pregunto, como Mafalda, ¿la familia de quién? La mía no tiene culpa de nada. Yo no siento que mi familia se vea amenazada porque una ley permita al fin que dos personas, independientemente de su sexo, se quieran, pretendan dar validez jurídica a su unión y poder formar una familia con hijos. Tampoco que la asignatura de Ciudadanía pueda, precisamente por contarlo, acabar con la civilización occidental (que, por cierto, no tiene por qué identificarse con el catolicismo). Ni que el control de la natalidad o una ley de plazos para el aborto puedan destruir mi familia. Entre otras cosas porque el control de la natalidad y el aborto no son obligatorios con una ley que los regule.

Por lo visto, para el Foro de la Familia es mucho más grave que se enseñe que hay parejas de gays, y que eso no sea malo, que los recortes en las ayudas a la dependencia. Creo que las subidas de impuestos, las bajadas en las ayudas, los recortes en sanidad, la masificación de la enseñanza, incluso en la falta de policía perjudican más a la familia. ¿Por qué no se han manifestado? ¿Cómo se puede ser tan hipócrita al definirse como “pro-vida” y no movilizarse contra las injusticias? 

Al parecer a la Iglesia no le motiva nada la injusticia social. No hay grandes declaraciones contra la situación del paro, o las ayudas a la banca, o la corrupción de la élite política. Es más grave que alguien aborte que se condene a la miseria a millones de personas. Ni en los púlpitos, más ocupados en asociar homosexualidad, pederastia y enfermedad, ni en las calles. Para la Conferencia Episcopal, lo único importante en la política es imponer su moral. Ni buscar el reino de los cielos, ni defender al necesitado, ni a los pobres de espíritu, ni a los pobres energéticos, ni a los pobres a secas. Deberían ser coherentes y excomulgar a los que aborten o defiendan el aborto, negar la comunión a los divorciados que se vuelven a casar por lo civil. Pero nada de eso importa si lo hacen los partidarios del Partido Popular. 

A fin de cuentas, ellos ya han conseguido lo que querían. Que se quedaran intactos sus privilegios fiscales, que se restringiera el derecho al aborto (en esto todavía insisten) y que la materia de religión sea obligatoria y que se supriman las asignaturas de Educación para la Ciudadanía. ¡Con qué poco se conforman!

3 comentarios:

  1. Javier:
    Gracias por una entrada tan acertada, tan clara y tan completa. Es un verdadero placer haber leído esto.
    El diagnóstico será difícil de superarlo. Otra cosa será la enfermedad, pero con tribunas como la tuya se nos hace más animoso el camino hacia su curación.

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  2. Gracias a vosotros. La lucha no ha hecho más que comenzar.

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