Me
llega la información de que en un aeropuerto de Alemania, los funcionarios de
aduanas facilitan la entrada de mujeres en situación irregular a cambio de favores
sexuales. ¡Qué barbaridad! Es falsa la noticia, se la inventaron unos
investigadores en psicología para demostrar que es creíble que hombres acepten
favores sexuales a cambio de actuaciones ilegales. Otro ejemplo por el estilo es
de un chiste que aparece en varios manuales de sociología. Un judío le comenta
a un amigo que la cosa se está poniendo difícil y que va a abandonar el país.
El amigo le pregunta por qué. El primero dice: “Es que van a encarcelar a los
judíos y a los electricistas”. El amigo, extrañado, pregunta: “¿Por qué a los
electricistas?”. El judío responde: “Pues por eso mismo me tengo que ir”. Se da
por supuesto que a los judíos es normal perseguirlos. Algo así sucede con Podemos,
ellos van a sacar a los etarras de las cárceles, propiciar la independencia de
Cataluña y Euskadi, vendernos a potencias extranjeras, como Irán o Venezuela…
Intolerable.
En
estos tiempos inciertos en los que la propaganda alcanza el rango de
conocimiento cierto y verdadero, el ágora pública se está convirtiendo, si no
lo ha sido siempre, en una arena de batalla de acusaciones, desprestigios y
campañas mediáticas. Todos contra todos, aunque no todos con las mismas armas y
la misma fortuna. Creo que no hace falta dejar claro que grandes partidos
tienen la capacidad de movilizar no sólo medios de comunicación como radios,
televisiones o prensa, sino que tienen una legión de bloggers “independientes” y comentadores profesionales dispuestos a
trolear cualquier noticia. Todos los
partidos políticos tienen seguidores que hacen ese trabajo de manera altruista,
simplemente por convicción, pero no todos tienen think tanks que les facilitan
guiones, razonamientos y contestaciones para cualquier situación.
No voy
a quejarme de que a veces sea la lucha de David contra Goliath, prefiero
centrarme en la actuación de los seguidores anónimos. Desde que Podemos hizo su
irrupción en el panorama político en las elecciones europeas, ha conseguido
adhesiones en la misma proporción que abominaciones. Que los partidos tradicionales
se han visto amenazados y, en algunos casos, como IU, tragados literalmente por
la formación de Pablo Iglesias no ha contribuido a su popularidad, como tampoco
los ataques a la “casta”, el establishment
en terminología original. Hay páginas Rajoy
Dimisión y Anti-Podemos, pero
resulta llamativo la reacción antes de la acción. Viene a ser normal que, después
de un gobierno, aparezcan los descontentos, pero, ¿antes de gobernar incluso?
Desde
luego que no es mi interés servir de abogado de ningún partido político,
faltaría más. Sobre todo porque desconfío de todas las organizaciones, por
mucho que vea su necesidad. El poder corrompe, sin excepciones. Me llama
poderosamente la atención la radicalidad de cierto sector del público. Pongamos
por caso, alguien, votante de toda la vida del PSOE, respira más inquina hacia
Pablo Iglesias (dejando aparte la ironía) que hacia Rajoy. Hay más virulencia
en los ataques a Podemos desde un miembro del PP más conservador que hacia sus
rivales más directos, el PSOE.
Desde
el principio fueron acusados de nazismo, de comunismo, de populismo, de
buenrollismo y de totalitarismo a la vez, de ingenuos y de maquiavélicos. Luego
se fueron encauzando los conceptos y terminaron por definirse los campos del
discurso, los ataques legítimos que todo el mundo pudiera entender. Y calaron
en muchos sectores sociales. A algunos les fastidiaba que atacaran a la casta y
que pudieran viajar en primera clase, tener una mochila cara o un iphone (todos los ejemplos son reales).
A otros les reventaba su prepotencia y ahí tenemos los gritos de una diputada
en AENA. Un grupo de escépticos, los que piensan que “todos son iguales” vieron
reforzadas sus desconfianzas con los expedientes a Errejón en la Universidad de
Málaga, Juan Carlos Monedero con Hacienda, o el alcalde de Zaragoza por la
gomina. Luego aparecen informes fantasmas de la UDEF, supuestos cobros de Irán
o Venezuela y, por supuesto, las conexiones con ETA. Sobre esto sí que hay
consenso.
No voy
a entrar, porque no es lo interesante del caso, en la verdad o falsedad de las
acusaciones. La mayoría de ellas acaba siendo sobreseídas y archivadas, al
menos por ahora. Lo llamativo es que se convierten en virales a través de
enlaces compartidos en las redes sociales. Normalmente a través de los medios
que terminan en –digital, que ya
aviso, no me merecen ninguna confianza en cuanto a la veracidad e
imparcialidad.
De esta
forma se conjura una tormenta cuando unos titiriteros sacan una pancarta, sólo
si han sido contratados desde Podemos; se protesta por una cabalgata de reyes
mayos; se indigna uno por unas podemitas orinando en La Almudena; se da fe a una lista del callejero madrileño que supuestamente Carmena
iba a cambiar; se lía una protesta multitudinaria en Sevilla al saberse que
Podemos va a quitar la Semana Santa y retirar el nombre de Sor Ángela de la
Cruz a su calle…
De los
guiñoles llevo hablando dos semanas, pero de la famosa Cátedra sobre la Memoria
Histórica no he leído a nadie que rectificara. Esa lista es apócrifa, así lo
hizo saber la que hasta esta semana ocupaba la cátedra y que ha dimitido ante
la falta de apoyo institucional. Nadie, ni la universidad ni el ayuntamiento de
Madrid, explicó que ese no era un documento que hubiera publicado dicha
cátedra. Tampoco es cierto que Podemos e IU quieran quitar la Semana Santa ni
el callejero sevillano. La propuesta era separar Iglesia y Estado, que los
concejales que acudieran a actos religiosos lo hicieran a título personal, y no
como representantes públicos, y viceversa, que no se considerara a la Iglesia
como autoridad pública. Sobre el callejero, la propuesta no pretendía cambiar
el nomenclátor existente, sino evitar la religión en las nuevas vías. Yo mismo
he realizado un estudio sobre la presencia de propaganda política en el callejero
de Rota. Abruma ver la cantidad de referencias religiosas, que no se pierden
con los años.
Se
podrá estar de acuerdo, o no, con la propuesta, pero es grave que se intente tergiversar
de una manera tan burda. Sin embargo, lo llamativo es la rapidez con la que se
acepta por el público. Se da por supuesto que de Podemos puede venir cualquier
barbaridad.
Es
curioso cómo se sabe qué van a hacer cuando lleguen al gobierno y, en cambio,
no se esté al tanto del despilfarro en cursos de formación, en fórmula 1, en
concesiones a los gestores de hospitales públicos… que los partidos en el
gobierno, PP o PSOE, llevan haciendo durante décadas.
Sería
iluso pensar que alguien que se da prisa en colgar cualquier acusación contra Podemos
vaya a rectificar y colgar en su muro que la Audiencia de Madrid ha tumbado las
acusaciones de Manos Limpias. No me hago ilusiones con eso, aunque sería
bonito. Lo que intento entender es la facilidad que tiene un gran sector de la
población en asumir todas las acusaciones contra unos y no contra otros,
pongamos por caso, Isabel Pantoja.
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