miércoles, 17 de febrero de 2016

Reseña de Raquel Vázquez, Si el neón no basta. Isla de Siltolá. 2015




Esta joven poeta de Lugo, ya con 4 poemarios publicados, fue residente en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores. Su juventud contrasta con las referencias explícitas, Simon & Garfunkel, Kobayashi o Jorge Reichmann en la presentación. A lo largo del poemario se suceden Radiohead, Kansas y su éxito Dust in the wind, Pink Floyd que son grupos musicales no precisamente cercanos a su generación, salvo quizás Nacho Vegas.

Entre las características formales de su lenguaje poético está el acierto al combinar léxico no propiamente poético en sentido tradicional así como recurrir al inglés para los títulos de algunos poemas, evitando, a la vez, caer en el defecto de epatar por medio de denominaciones novísimas. En sus versos conviven sin estridencias estudios diferidos, cubos de Rubik, el Concorde, Chernóbil o un keylogger.

El volumen se divide en tres bloques, Neón=arpegio; Neón=afasia; Neónpalabra. La primera parte gira en torno al amor y la sensualidad, pero sobre todo para la necesidad del otro para la autodefinición y simbiosis, como el título de uno de los primeros poemas: “Que nuestras manos sean / el único refugio que nos arde”. La reflexión sobre la vida en pareja seguirá predominando, pero con tintes más sombríos en las otras dos partes:

            “La vida
            ese boceto
            abstracto
            si tu piel no
            dibuja
            el
            horizonte
            del
            mundo” (Pintura)

            “El hollín en mis ojos no te mancha
            cuando eres escalera
            de luz
            interminable” (Lumbre)

La reflexión sobre la pareja y el otro como complemento marca intensamente el poemario, en especial la primera parte. El discurso amoroso entendido como simbiosis, y el yo que toma conciencia de sí a través de la mirada y el complemento del otro. “si el mundo sólo es mundo con un mundo y contigo” (Despedida del ahogado). El amado puede ser presente o ausente (La ruta artificial, Hilando sombras).

            “Y si en realidad no eres
            si al final nunca has sido
            lo que pretendía que tú fueras

            solo sabré amarte un poco más
            porque habrá abrazado sin quererlo
            el reflejo de mi íntimo fracaso” (A través del espejo)

            “mirarte hasta mirarme
            y a tus ojos
            tallar el agua que nos parta” (Casida para un beso)

           

Raquel Vázquez demuestra una gran sabiduría clásica en la versificación, aunque practique el verso libre o blanco. La multitud y variedad de diferencias y la preferencia por el poema corto, cortísimo, incluso el aforismo son rasgos esenciales del quehacer poético de la joven autora:

            “Las barreras que son
            de verdad insalvables
            nunca podrán trazarse sobre un mapa.” (You Behind the Bikesheds)

Una de las imágenes preferidas en este Si el neón no basta, consiste en jugar con la descripción del cuerpo del amado como un paisaje y la relación con la distancia: “Parece que hace tanto/tiempo en estos metros que nos separan” (Seems so long ago) como elementos esenciales de una pareja:

            “La erosión de saberte aquí pero a kilómetros
            de movernos sin lluvia” (Agua bipolar)

Disfrutamos de una delicada sensualidad en muchos de los versos, alternando con metáforas de gran expresividad: “El cielo es una goma que se derrite y sangra” (Summer sunset): “Me he inventado un braille para leerte” (Jaula desafinada), “Amar el hacha y que en toda esta sangre / brote un mínimo escombro de tus labios (El tronco que espera). La sensualidad entra preferentemente por la vista y por el tacto: “Tú me escribes el tacto en la memoria” (Al otro lado del lienzo).

En esta reflexión sobre la vida en pareja, si los deslumbrantes neones no son suficientes para perpetuar una relación, aparece el dolor por la pérdida, por el desamparo, por las oportunidades perdidas: “Todo es herida en mi” (Grito), “Como lo es el dolor / de que no existe más que la mirada” (Agua). Para, al final, como única solución alzar la Bandera blanca:

            “Horizonte vacío:
            la única piel que aún puede arroparme
            en mi inmortal derrota.”





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