Con motivo del
triunfo de Syriza en las elecciones griegas se formó un gran revuelo,
especialmente porque se quería identificar este partido con un emergente
Podemos. tras Las exigencias de la Troika, el presidente electo planteó un
referéndum para aceptar las condiciones durísimas del ajuste. Recuerdo que
aquello me pareció un ejemplo de democracia. Luego vino a ponerse al
descubierto que los grandes poderes financieros no iban a permitir que el voto
irresponsable de los ciudadanos les arruinara la fiesta y retorcieron el cuello
a Tsipras y terminó por doblegarse a las exigencias, asumiendo que un gobierno
de izquierdas lidiaría mejor con los ajustes. Me recordaba a la estrategia
perversa de los nazis que pedían la colaboración de los consejos judíos para
decidir quienes terminarían en el campo de concentración.
Esta última semana, tras el
sobresalto del chalet de quienes se identificaban con el pueblo y los
desahucios, llega la detención del expresidente de la Comunidad Valenciana y exministro,
Eduardo Zaplana. Todavía no nos habíamos recuperado y se hace pública la
sentencia de la primera pieza de la Gürtel. Es tan escandaloso todo que parece
ridículo. Ni siquiera Berlanga pudo imaginar un escenario semejante. La
sentencia acredita que el Partido Popular se lucró de la trama a través de una
Caja B. Es tan grande el escándalo que se le caería la cara de vergüenza a
cualquiera. Pero, como la sentencia todavía no es firme, parece como si los
tribunales estuvieran jugando con la ciudadanía. Os escandalizamos, pero luego,
¡es broma!, llega el Supremo e invalida la mitad de las pruebas, recalifica las
consideraciones y por un defecto de forma, todo queda en agua de borrajas.
La semana pasada me indignaba por el
caso de Pablo Iglesias e Irene Montero. Ahora me pregunto, ¿cómo es que los
millones de votantes del Partido Popular y sus dirigentes no piden
explicaciones? No me gustaría tener que tratar con delincuentes, ni siquiera
que se me relacionara con ellos. El chalet es legal, pero me molesta muchísimo
la incoherencia. Por lo menos, en
la izquierda, tendemos a ser mucho más exigentes con nuestros políticos, a
riesgo de devorarnos en luchas intestinas. La Gürtel no es un caso puntual, es
una trama que se mantuvo en el tiempo con la complicidad de la estructura del
partido y con la impunidad y el descaro de quienes debían controlar estos
asuntos. Todos se han desentendido, prefieren quedar como bobos antes que
asumir sus responsabilidades.
Pero no, los sinceros y honestos
votantes de derecha seguirán apoyando al partido o a quienes les apoyan
parlamentariamente. Más ocupados en mirar hacia Venezuela que hacia Génova. Los
dirigentes lo saben, y con una caradura indigna de ser llamada cínica, se
mantienen en el poder, no dimiten sabedores de que les volverán a votar. Han
conseguido que las mayores atrocidades no les pasen factura. Una indefensión
aprendida en la que los escándalos del PSOE, como la barbaridad de los EREs, es
tan cómplice. Todos son iguales, nos dicen. Y, antes que probar candidatos
nuevos, seguimos enredados en los mismos sinvergüenzas. Quizás piensen, como
Syriza, que más vale que sean ellos los que naveguen por el desastre.
El PSOE ha presentado una moción de
censura y ha realizado un llamamiento al resto de fuerzas parlamentarias para
que les apoyen. Podemos ha confirmado su apoyo. Quedan los nacionalistas y
Ciudadanos. La postura de estos últimos es de risa, empeñados, según parece, en
unas elecciones prontas por las que sacarían réditos políticos. El PP ha
contraatacado, advirtiendo del apocalipsis, el paro y la prima de riesgo. Y
acusan al PSOE de llegar al poder de manera ilegítima a través de una moción de
censura. El descaro es mayúsculo, como si no estuviera regulado por la
Constitución, la sacrosanta Constitución que siempre nombran, el cambio de
gobierno tras una moción de censura. Les apuntan de negociar con los herederos
de ETA, no sé si se referirán al PNV con el que ellos han acordado los
presupuestos recién aprobados. El caso es que muestran la prepotencia de
quienes se creen los únicos dotados para el mando. De casta les viene.
Me gustaría que los votantes y
simpatizantes del Partido Popular se desengañaran tanto como los que protestan
del chalet de Iglesias/Montero. Y que luego siguieran los del PSOE por los
EREs. Que seamos capaces de cuestionar a los nuestros y exigirles mayor rigor
porque serán los que nos representen. Así, creo, aunque fuera simplemente para
seguir en el poder, los gobernantes procurarán ser menos corruptos y más
atentos a las necesidades y demandas de su electorado.
Muy ciertas tus aportaciones. Es de vergüenza y me encanta cómo lo plasmas, de ésta manera tan sencilla y tan realista. Con tu permiso comparto.
ResponderEliminarEstaba esperando tu aportación semanal, y no la hay! Una pena. Tenía muchas ganas de saber tu opinión respecto a los acontecimientos políticos de la pasada semana.
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