domingo, 27 de mayo de 2018

Dar lecciones


Con motivo del triunfo de Syriza en las elecciones griegas se formó un gran revuelo, especialmente porque se quería identificar este partido con un emergente Podemos. tras Las exigencias de la Troika, el presidente electo planteó un referéndum para aceptar las condiciones durísimas del ajuste. Recuerdo que aquello me pareció un ejemplo de democracia. Luego vino a ponerse al descubierto que los grandes poderes financieros no iban a permitir que el voto irresponsable de los ciudadanos les arruinara la fiesta y retorcieron el cuello a Tsipras y terminó por doblegarse a las exigencias, asumiendo que un gobierno de izquierdas lidiaría mejor con los ajustes. Me recordaba a la estrategia perversa de los nazis que pedían la colaboración de los consejos judíos para decidir quienes terminarían en el campo de concentración.
            Esta última semana, tras el sobresalto del chalet de quienes se identificaban con el pueblo y los desahucios, llega la detención del expresidente de la Comunidad Valenciana y exministro, Eduardo Zaplana. Todavía no nos habíamos recuperado y se hace pública la sentencia de la primera pieza de la Gürtel. Es tan escandaloso todo que parece ridículo. Ni siquiera Berlanga pudo imaginar un escenario semejante. La sentencia acredita que el Partido Popular se lucró de la trama a través de una Caja B. Es tan grande el escándalo que se le caería la cara de vergüenza a cualquiera. Pero, como la sentencia todavía no es firme, parece como si los tribunales estuvieran jugando con la ciudadanía. Os escandalizamos, pero luego, ¡es broma!, llega el Supremo e invalida la mitad de las pruebas, recalifica las consideraciones y por un defecto de forma, todo queda en agua de borrajas.
            La semana pasada me indignaba por el caso de Pablo Iglesias e Irene Montero. Ahora me pregunto, ¿cómo es que los millones de votantes del Partido Popular y sus dirigentes no piden explicaciones? No me gustaría tener que tratar con delincuentes, ni siquiera que se me relacionara con ellos. El chalet es legal, pero me molesta muchísimo la incoherencia.          Por lo menos, en la izquierda, tendemos a ser mucho más exigentes con nuestros políticos, a riesgo de devorarnos en luchas intestinas. La Gürtel no es un caso puntual, es una trama que se mantuvo en el tiempo con la complicidad de la estructura del partido y con la impunidad y el descaro de quienes debían controlar estos asuntos. Todos se han desentendido, prefieren quedar como bobos antes que asumir sus responsabilidades.
            Pero no, los sinceros y honestos votantes de derecha seguirán apoyando al partido o a quienes les apoyan parlamentariamente. Más ocupados en mirar hacia Venezuela que hacia Génova. Los dirigentes lo saben, y con una caradura indigna de ser llamada cínica, se mantienen en el poder, no dimiten sabedores de que les volverán a votar. Han conseguido que las mayores atrocidades no les pasen factura. Una indefensión aprendida en la que los escándalos del PSOE, como la barbaridad de los EREs, es tan cómplice. Todos son iguales, nos dicen. Y, antes que probar candidatos nuevos, seguimos enredados en los mismos sinvergüenzas. Quizás piensen, como Syriza, que más vale que sean ellos los que naveguen por el desastre.
            El PSOE ha presentado una moción de censura y ha realizado un llamamiento al resto de fuerzas parlamentarias para que les apoyen. Podemos ha confirmado su apoyo. Quedan los nacionalistas y Ciudadanos. La postura de estos últimos es de risa, empeñados, según parece, en unas elecciones prontas por las que sacarían réditos políticos. El PP ha contraatacado, advirtiendo del apocalipsis, el paro y la prima de riesgo. Y acusan al PSOE de llegar al poder de manera ilegítima a través de una moción de censura. El descaro es mayúsculo, como si no estuviera regulado por la Constitución, la sacrosanta Constitución que siempre nombran, el cambio de gobierno tras una moción de censura. Les apuntan de negociar con los herederos de ETA, no sé si se referirán al PNV con el que ellos han acordado los presupuestos recién aprobados. El caso es que muestran la prepotencia de quienes se creen los únicos dotados para el mando. De casta les viene.
            Me gustaría que los votantes y simpatizantes del Partido Popular se desengañaran tanto como los que protestan del chalet de Iglesias/Montero. Y que luego siguieran los del PSOE por los EREs. Que seamos capaces de cuestionar a los nuestros y exigirles mayor rigor porque serán los que nos representen. Así, creo, aunque fuera simplemente para seguir en el poder, los gobernantes procurarán ser menos corruptos y más atentos a las necesidades y demandas de su electorado.

2 comentarios:

  1. Muy ciertas tus aportaciones. Es de vergüenza y me encanta cómo lo plasmas, de ésta manera tan sencilla y tan realista. Con tu permiso comparto.

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  2. Estaba esperando tu aportación semanal, y no la hay! Una pena. Tenía muchas ganas de saber tu opinión respecto a los acontecimientos políticos de la pasada semana.

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