La tradición del
haiku está, afortunadamente, dando haikus poco tradicionales. La férrea
estructura silábica se emplea ahora para usos poco canónicos. La brevedad se
convierte así en la esencia de un género, que en su origen, era bastante
específico en temas y estructura. Después de La vuelta al mundo en 80 jaikus de la gran Itziar Mínguez, Takara
nos ofrece una nueva colección de estos poemas cortos de la mano de Daniel
Barroso Rosendo. Nacido en Puerto Real (1973), profesor de secundaria, editor
de la revista “Pegamento”, traductor, guionista e intérprete de canciones.
Aprovecha esta ocasión para abrirnos su corazón en una historia de amor contada
a fogonazos, a destellos.
Uno de los puntos de apoyo
poéticos es la ambigüedad del nombre propio y la aurora, lo que le permite
jugar a utilizar ambos sentidos alternativamente (incluso a la vez), facilitado
por la falta de puntuación. La historia del enamoramiento y los primeros
momentos de la pasión están contados con el mismo entusiasmo de un adolescente,
con la alegría y el disfrute de los deseos y de los cuerpos, del ansia de la
espera, de los besos y las caricias.
En cuanto a los aspectos
formales, destacar que no siempre se encorseta en los patrones 5/7/5 y a veces
utiliza la rima, lo que, junto a cierto gusto por el vocabulario más llano (la
poética de lo que pasa en la calle),
nos sugiera un tono muy cercano a las letras del flamenco. Juan Peña sería un
referente exquisito en esta línea: “salgo barato / tus caricias y besos / son
mi salario”; “no tengo prisa / el beso de mañana / no me los des hoy”; “soy un
obrero / esclavo de tus besos / a ellos me debo”…
Por supuesto hay haikus de
construcción más convencional (“llega la aurora / rocío en la hierba / sol de
levante”; “noche de estrellas / calor verano jazmín / y luna llena”), en los
que la contemplación de la naturaleza ofrece al poeta la ocasión para detener
su atención en los detalles y, a partir de ellos, llegar a la trascendencia.
Predominan, sin embargo, los haikus más narrativos: “la noche se fue / me
despertó la aurora / desayunamos”. Incluso podríamos decir que su disposición
ordena la historia de amor, siguiendo una línea argumental que se completa con
apreciaciones naturales, como en los planos generales de las películas
románticas: “alberca helada / compartida de niños / congela el tiempo”; “piso
la hierba / en un parque vacío / zapatos fuera”
Se salpican también con algunas
referencias culturales, “yo estaba triste / entonces te conocí / a lo Fellini”,
o en la adaptación de la memorable canción de Teenage
Fanclub: “si me preguntas / tu amor es el sitio / de donde vengo”. Ecos de
Miguel Hernández: “mi niña alegre / chispas en su mirada / sonrisa alada”…
Podemos seguir el proceso de
enamoramiento en estos versos en todos los pasos del amor romántico.
Expresivamente se cuentan las contradicciones: “continuamente / me creo que te
sueño / y estoy despierto; los arrumacos: “campo limpio / tu espalda tersa y
lisa / para mis manos”, “te besé el hombro / las olas se estrellaban / contra
las rocas”; “boca soñada / pétalos de jazmines / dulces granadas”; la alegría
del amor que absuelve de lo cursi: “pertenecemos / al consejo de acciones / de
El Beso S.A”; “Su DNI / hija de Zeus y diana / nacida en Gades”; un día contigo
/ es un relato corto / escrito en verso”; el júbilo: “ay risa alegre / un
bocado de cielo / cómo acaricia”; la ternura: “como un tesoro / la caja de tu
pecho / guarda suspiros”; la exaltación: “¡ay amor mi país / mi tierra mi
bandera / ansiada patria!”; “rompiendo el hielo / el ejército blanco /
conquistó Moscú”.
El amor, quien lo probó lo
sabe….
“ella camina
su estela deja huella
que ni el mar borra”
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