martes, 1 de septiembre de 2020

Reseña de Antonio Revert Lázaro: ‘Mobiliario básico’. Ediciones En Huida. 2018


MOBILIARIO BÁSICO (EXTRAVAGANZA): Amazon.es: REVERT LÁZARO, ANTONIO: Libros

Mobiliario básico es el segundo libro de poemas de Antonio Revert, “jurista de profesión, poeta por vocación”, muy cercano al movimiento Voces del Extremo. Cuenta con el prólogo de Antonio Orihuela quien lo define como un poemario “de supervivencia, de búsqueda de asidero, de rememberanza, de ajustes de cuentas con el pasado y, sobre todo, un canto donde el amor a los cercanos y os lejanos, un hombro compasivo incapaz de soslayar el dolor del mundo”. Este volumen oscila entre dos planos complementarios, el más íntimo (Muebles de interior) y el social (Muebles de exterior), sin que ninguno de los dos deje de ser combativo.
En Muebles de interior se parte del círculo más cercano, de los objetos (“Una fotografía. / Todo el dolor un rectángulo”, Paralelogramos; “Pero también hiere después del suelo limpio / como el olvido de lo que fuimos” Sábado de limpieza), de las personas (“Ningún niño quiere vacaciones / si no tiene un lugar al que volver”, Sobremesa de domingo de verano), o de uno mismo (“Con mi disfraz de adulto / practico la indiferencia, / fingir que podré elevarme / cuando tú ya no me busques”, “Agobión”).
“Despedazado el tiempo,
queda el sendero incierto del frío reiterado
y del descenso inacabable
desde el útero materno
hasta el puñal inconsciente
del yo rupestre que subyace” (Pecado original)
Esta podríamos decir que es una sección más lírica (Ciudades en otoño), con los sentimientos intensos y dolorosos: “La muerte de mi padre / me reclamará un poema. / Solo espero / que me duela, / que no finja el vacío que dejará. /…/ Hijos perdonándolo todo, / pasando una página que era de hierro” (Guerra preventiva); “Y así transcurren las tristezas” (Martes que se fue).
El acontecimiento fundamental de convertirse en padre otorgó unidad a su primer poemario publicado y sigue manteniendo su sombra en estos versos: “Uno se cree rebelde / yendo y viniendo de su tierra, / flotando entre aviones / como si fuera un escritor de fama / y su vida más interesante que la de otros” (Pensamientos cuando miro mi tarjeta de embarque);  “Envejecemos / y morimos como adultos. / Pero el niño asfixiado permanece, / su tristeza se funde / con la de los nuevos colegiales” (Invierno en Alicante otra vez). En Muebles de interior predomina el paisaje de la infancia: “Pero por mucho que me esfuerzo / nunca logro ver sino un inmenso bosque, / siempre el mismo bosque, / donde el extraño ve la tierra yerma. // Y dentro del bosque, / en todos los casos, / perdido aún, un niño, solo, / abstraído jugando con las piedras” (El secarral); “Ha desaparecido la ciudad donde creciste” (La ciudad donde creciste). Con todos los sentimientos asociados a la infancia y a la familia: “No hay quietud gratuita” (Amenazas nocturnas); “Y lentamente, / te vuelves a morir de miedo, / como en algún momento de la tarde, / todas y cada una de las tardes” (En algún momento de la tarde);  “Volver a casa / es volver al dolor /…/ Nunca sales de la vieja casa / sin equipajes, heridas” (Familia). Un lugar especial para los recuerdos de los que ya no están: “Déjenme llorar / por las manos de mi abuela” (Las manos de mi abuela).
Que el punctum de los poemas sea familiar, en todos los sentidos, no los aparta de una visión más amplia: “No tuve hermanos mayores. /…/ Pero me crie solo. / La música de mis padres adoptivos / no sonaba en aquellos sitios / adonde iba con mis padres biológicos. // Así que cuando se muere Leonard Cohen o cualquiera de mis padres adoptivos, / no acudo a los respectivos sepelios” (Padres ausentes). Cuando no directamente social: “Aylan me señala con el dedo / Mi abuela también” (El niño Aylan y mi abuela).
Precisamente la contraposición entre lo íntimo y lo social llega a cuestionar la propia identidad: “Bajo una toga / estoy yo / queriendo ser yo” (Selfie de lunes de septiembre); “Como si para la “verdad” de unas ideas / fuera imprescindible ahogarme con los ahogados/…/ Ser un “nadie” sentado en un banco con “los nadie” / como si escribir buenos poemas / no fuera cuestión de ser / aún el niño que yo era” (Visiones etílicas). Una confrontación que puede alcanzar momentos de tensión (“Ya no hay quien evite el tsunami de la mezcla / del mismo whisky con los mismos recuerdos”, Visiones etílicas 2) y de calma (“Miro las olas romper, / lentamente respiro, / todo está por silenciar”, Cuando seas mayor no lo entenderás).
Muebles de exterior, en cambio, está totalmente centrado en la poesía comprometida, por ejemplo, en denunciar la violencia estructural contra la mujer (En este poema la culpa de todo la tiene la mujer o “Los varones dominaron el mundo, / los consejos de administración, / las conversaciones de sobremesa, / los datos. /…/ Abrigándonos en mitad de una vida / que huele demasiado a soledad” (Patriarcado). Especial hincapié se hace en los peligros de la dependencia económica y el consumismo: “No perdemos la libertad ahora. // La libertad se perdió / con la última hipoteca / del último mileurista”, Odisea 2016), “Que mi inseguridad y mis miedos vuelen con mis compras de hoy” (Oración de Black Friday);  “Siempre público guapo y con dinero / siempre el oro para Nike y Coca-cola” (Olimpiadas); “Si buscas el sentido de tu vida, / acércate a Carrefour” (Existencialismo y grandes superficies); “Se fue la luz. // Silencio. / “Es que no haya luz en Mediamark”, / dijo un reino // “Entonces la cosa / sí debe ser gorda”, / contestaron los demás / desde la noche” (El apagón).  Conectando con esta denuncia están las que atañen a la ideología que lo sustenta (“Papá, ¿Qué es el liberalismo económico?”)  y (El librepensador) sobre los equidistantes: “construía un invisible escudo de palabras”.
El recurso a la ironía es casi un signo de derrota: “Cuando accionan la llave de la culpa / en una sociedad aterrada, / una finísima lluvia ácida / humedece los tejados / de pueblos y ciudades /…/ Se ha perdido la batalla. / Menos mal que ganamos el Mundial de fútbol” (La llave de la culpa); “Cada vez que un liberal / pronuncia la palabra / emprendedor, / en algún lugar / muere una golondrina” [“Emprendedor” (El juguete liberal)]; “Todo estará perdido, / entonces: / como el diente de mi hijo, / en mitad de la montaña” (El diente de mi hijo). Pero no de resignación: “La voz del luchador / no se siega con una guadaña” (La voz del luchador). De hecho, es la rebeldía y el combate una parte importante de la poética de Antonio Revert: “«Lo más importante son las formas», le dijeron /…/ No se quejó cuando le despidieron / con muy buenas formas. // Con muy buenas formas / el banco le echó de su casa / y él permaneció en silencio. // Cuando murió, / nadie supo dar un discurso” (Las formas y el fondo);  “Es cosa de ciertos poetas / volver la espalda a una cacerola / altivamente” (Dios anda entre pucheros). O, especialmente, en el homenaje A Marcos Ana (Yo hablaré por ti): “Descansa, compañero; / mañana yo hablaré por ti”. Referencia que conecta con la memoria histórica (Machado, Miguel Hernández y Lorca van al ministerio): “Después se abrazaron y volvieron al exilio, / a la cárcel, / a la cuneta, // a la derrota”.
“Hay un niño junto a mí,
los dos decimos “qué pena”.
Yo diría «qué asco de mundo».

Pero no lo digo,
por respetar sus pasos incipientes.
Tiene derecho a labrarse
su propia desesperanza” (Subsistencia)
Mobiliario básico es una colección de poemas combativos, con la propia memoria, con la herencia que arrastramos y que trasladamos, con el compromiso y con  el desencanto del mundo, poesía porque “La muerte de una paloma / es solo una muerte más” (Palomas, piscinas y daños colaterales).

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