miércoles, 25 de diciembre de 2024

Reseña de ‘Los poetas no son gente de fiar’, Revista microscópica de poesía. Número 8. Liliputienses

 



Fiel reflejo del espíritu de la editorial radicada en Isla de San Borondón, este número 8 recoge un interesante muestrario de poesía nacional e iberoamericana que comparten una visión muy poco encorsetada de lo que puede ser la poesía.

Andréi Vásquez (Oaxaca, México, 1982), cofundador del colectivo KFGC, por comenzar por algún poeta, sentencia “Las personas que desaparecen de tu vida se convierten en dibujos de osos” (de Paleta de hielo). Contamos también desde el Caribe con Damaris Puñales Alpízar (Matanzas, Cuba, 1971) hace un ejercicio de memoria: “A todos les escribí también / algún verso / y a todos olvidé / ­–incluso al segundo marido / a quien nunca conocí” (de No vine a hacerme la inocente). Cayre Alfaro Fonseca (Lima, Perú, 1987): “Este poema es una consigna. / La consigna es escribir una carta. / Escribir una carta es tan difícil como amar. / Escribir una carta es más difícil que amar” (de Quince minutos de receso).

La selección que viene desde Argentina es numerosa y muy potente. Horacio Fiebelkorn (La Plata, Argentina, 1958)  reflexiona con tristeza, “Aquel pantalón que compré / tiempo atrás de conocerla a ella / sobrevive al que ella misma me regaló /…/ Quiero creer que no estoy tan gastado” (de Poemas contra un ventilador). Gustavo Yuste (Buenos Aires, 1992) recupera de La felicidad no es un lugar, el poema máximo: “Si los amigos son esa familia / que uno elige tener, / los enemigos también deberían ser / una elección y no un inevitable. /…/ A ellos también los cuento / con los dedos de una mano, / la misma que uso para disparar”. También se incluye a Tamara Grosso (Buenos Aires, 1991): “Quisiera haberme hecho / un tatuaje de adolescente / del que ahora me arrepienta. /…/ Llevar el error / marcado en el cuerpo”). Patricia González López (Capital Federal, Argentina, 1986) es lapidaria: “Déjenme estar triste, / es lo que mejor / me sale” (de Otro caso de inseguridad). Completan la selección austral, cele aichino (Córdoba, Argentina, 1983), de su recientísimo La certeza del postre: “tampoco fui buena para las cuentas nunca / pero bien que podías contar conmigo”; Aixa Rava (Tierra de Fuego, Argentina, 1982) se revela: “Me mostraron la sumisión / me dijeron que fuera dócil, /…/ Mi forma repite otra forma. / Me desconozco” (de Godai) y Micaela Szyniak (Buenos Aires, 1993): “Me siento una figura plana / llena de recuerdos como puntos / que no puedo unir bien” (de Último año juntas).

De la cosecha patria, Luis Sánchez Martín (Cartagena, Murcia, 1978) presenta su lado más combativo, con el poema Formación y orientación laboral, basado en hechos reales: “Ya… Bueno, / en realidad todo esto da igual / aquí se viene a trabajar” (De Pastillas debajo de la lengua). María Marín (Cieza, Murcia, 1991): “No me gusta mover de sitio / los espejos. / Lo que se refleja dentro / tiene también que moverse, /…/ Pero es peor taparlos, / mucho peor” (de su espléndido Lo que se hunde). Fuera de Murcia, Víctor Martín Iglesias (Plasencia, 1985) contribuye con un poema de Proxoneto: “solo soy un cadáver que suplanta / a otro cadáver que huye del destino”. Isaac Páez (Sevilla, 1984), de Brexit: “fuimos los exiliados los vendidos / los zombis invasores de la City / siempre fuera de lugar siempre extranjeros”.

Conviven en esta microscópica revista de poesía varias generaciones, varios continentes y una visión descarnada de la vida. Una edición ilustrada y cuidada con mimo bajo la dirección de Fabio Betancour y el diseño de Paula Garrido.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario