Es imposible resistirse a expresar una opinión acerca de las
elecciones. Por mucho que intente uno resistir la publicidad y los eslóganes de
los distintos partidos, siempre hay una frase, una promesa, una estupidez que
te saca de las casillas y no puedes morderte más la lengua.
La lista de atrocidades es sorprendentemente enorme, por
mucho que nos hayamos preparado para escucharlas, siempre nos sorprenden con
muchas más. Los hay que ni siquiera saben a qué partido pertenecen y hacen campaña
por varios. Mi sospecha es que las campañas de los partidos están
organizadas por publicistas del partido opuesto habida cuenta de lo torpes que
están los candidatos. Un debate sin el líder de un partido está entre los
ejemplos más interesantes. ¿Por qué el PSOE se ha empeñado en acentuar como
esdrújula el “fúturo”? ¿Es que se ha llegado al paroxismo desde Zapatero y la
“solí-daridad”? Enfrentarse a un colectivo como el de profesores amenazándolos
con sacarlos del funcionariado o con aumentar la escolarización obligatoria
hasta los 18 años tampoco está de lo más acertado. ¿Qué esperan conseguir, que
los padres resentidos con los profesores se vuelquen a votarlos para vengarse? Imaginativas mediciones de paro y empleo, contratos
únicos, medidas inexistentes contra la corrupción… Y, por supuesto, el típico
“pues tú más”, “anda que tú” y demás niñerías.
En el esperpento nacional escuchamos al presidente del
gobierno emulando a José Isbert en Bienvenido
Mr. Marshall. Los vecinos votarán al alcalde y el alcalde será quien los
vecinos voten… Entiendo lo que quiso decir, pero las formas son risibles, sin
duda.
La lista más votada. Ese es el mensaje. No hay duda de que
el sistema electoral está pensado para favorecer el bipartidismo. Hemos
decidido utilizar un sistema proporcional, el famoso sistema D’Hont, que
introduce un sesgo que premia a los partidos más votados, a veces, con más de
10 puntos, mientras que castiga sistemáticamente a partidos nacionales que
apenas llegan al 5% de los votos. Los únicos partidos que se mantienen en un
equilibro son los nacionalistas, que concentran sus ganancias en pocas
provincias, aunque parezca injusto que obtengan más representación que aquellos
que desperdician miles de votos que no llegan a un diputado por provincia. La
injusticia está en la infrarrepresentación de Izquierda Unida y similares.
Utilzar la provincia como circunscripción que,
independientemente de su población, tiene dos diputados ayuda a las zonas
rurales (que por otra parte son más conservadoras). De esta forma, sacar un
diputado en Madrid puede ser cien veces más difícil que en Cuenca.
La figura del “jefe de la oposición” es ridícula. ¿Qué
tienen en común el PSOE, Coalición Canaria, Esquerra, PNV o IU? ¿Se pueden
sentir representados por su portavoz? Quizás sea porque las dicotomías son
fáciles de comprender, pero la cuestión es que la proporcionalidad no existe en
la actualidad.
Incluso aceptando la democracia de partidos (que muchos, con
razón, denostan), esto es jugar con cartas marcadas. Sin embargo, la irrupción
de los partidos sin nombre de partidos ha cambiado sustancialmente la mecánica en
esta campaña. Presentan la posibilidad de servir de castigo a los decepcionados
del PSOE y el PP. Ya sé que es mucho más complejo que esto, que Podemos y
Ciudadanos son mucho más que un pataleo y que no quieren encajar en la línea
izquierda-derecha. Pero antes, si te cabreaba el caso de los ERE del PSOE, como mucho no votabas. Bárcenas o
la Gürtel te hacían quedarte en casa y no votar a tu PP, porque es bastante
extraño que alguien pase de votar conservador a socialista en elecciones consecutivas. Se
da el caso, pero tiene más que ver con la desmovilización.
El voto útil fue la amenaza de los grandes partidos. O
nosotros, o el desastre. Pero los tiempos están cambiando. Por eso los partidos
nacionales, especialmente el PP, están empeñados en cambiar la ley electoral,
pero no para hacerla más proporcional, como llevan pidiendo los de Izquierda
Unida, sino para que gobierne la lista más votada.
¿Qué significa la lista más votada? Pues que si en una
provincia un partido saca el 24% de los votos, por ejemplo el PP, el PSOE saca
19%, Podemos un 19%, IU 19% y C’s otro 19%, el partido popular conseguiría un
bonus para que pueda gobernar. O dicho de otra manera, que ni siquiera teniendo
el apoyo de uno de cada cinco votantes se arrogaría con la mayoría. ¿Ese sería
el alcalde que votan los vecinos?
Sin embargo, más o menos podemos percibir que los votantes
de derecha no llegarían ni a un tercio (suponiendo que no todos los de
Ciudadanos lo sean) y la izquierda (en cualquier acepcion) sería un 60%. ¿No es
lógico que pactaran y contentaran a sus votantes? Imagino que muchos votantes
de IU preferirían un gobierno con el PSOE antes que uno del PP en solitario.
Tenemos ejemplos en varios ayuntamientos. Pero no, eso se tacha de
antidemocrático porque se arreglan en los despachos.
La solución perfecta no existe. Ni siquiera los distritos
uninominales, que pueden otorgar una mayoría absoluta a partidos que ganen en
sus distritos por un solo voto y pierdan en los demás por aplastante goleada. Se
han dado pactos “antinaturales” de izquierdas con derechas para derrocar
gobiernos del PSOE, o nacionalistas de derechas con gobiernos de cualquier
tipo… Las segundas vueltas tampoco, ahí tenemos el ejemplo de Francia, donde el
Frente Nacional de Marinne Le Pen se está acostumbrando a ser el rival a batir
en las segundas vueltas, y los votantes del PSF, o los comunistas tengan que
movilizarse para votar a los Republicanos de derecha.
El Partido Popular sabe que la izquierda está dividida y que será la lista más votada, aunque pierda la mitad de los votos, ningún otro partido puede hacerle sombra. Por eso propone una aberración democrática como la lista más votada. Como se suele decir, un comunista es un comunista, dos comunistas, un partido; tres comunistas, una escisión.
Quizás sea más fácil conservar lo que se tiene que
arriesgarse a imaginar otro mundo, porque los sueños de cada uno son de cada
uno y nunca son los mismos. Lo malo es que antes de probar sueños futuros,
preferimos quedarnos con la lista más votada de pesadillas actuales.
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