lunes, 4 de junio de 2018

Pedro I el Cruel (o el Justiciero)


Chascarrillo más o menos ocurrente este de comparar a Pedro Sánchez Castejón con el rey castellano que perdió la corona frente a su hermanastro Enrique de Trastámara. En la guerra civil, Pedro I apenas si contaba con apoyos. Aparte de esa dualidad, pocos paralelismos se me ocurren. A Enrique lo aupó un vasallo Bertrand Du Guesclin en los campos de Montiel con aquello de “ni quito ni pongo rey”. Según parece, a Pedro Sánchez lo ha aupado un asesor, Ivan Redondo, que ha trabajado para el PP, como por ejemplo, en la campaña de García Albiol. Este sí quita y pone rey.
            No pretendo aportar mucho de novedoso, creo que las grandes mentes de este país ya han explicado todo lo que había que explicar de la moción de censura. Lo que sucedió, lo que había por detrás y lo que podía haber sucedido. Algunas cosas han llamado la atención, como la insolente cerrazón del presidente saliente, ausentándose del Congreso, lugar de la soberanía popular. El estilo mesurado de unos frente al bronco de otros. Las consignas. La más chocante, sin duda, el concepto de “gobierno Frankenstein”, que pretende desacreditar a Pedro Sánchez por los variopintos apoyos que ha tenido en la moción de censura.
            Son muchas las falsedades vertidas en el debate, pero es sorprendente el cuestionamiento del procedimiento de moción de censura, que, por otra parte, ha sido utilizado por muchas fuerzas políticas a escala autonómica y municipal. Hay que tener en cuenta, además, que la moción de censura constructiva que se establece en España es muy conservadora y otorga muchas facilidades al presidente vigente. Es fundamental la existencia de esta figura jurídica para que se lleve a cabo un efectivo control del poder ejecutivo por parte del parlamento, pero parece que estamos tan acostumbrados a las mayorías arrolladoras que no somos capaces de concebir que el gobierno no tenga un cheque en blanco. Por eso, cualquier negociación con otros grupos políticos sea tenida por una afrenta o por una rendición. Además, si los grupos minoritarios no pudieran ejercer presión o favorecer a unos grupos políticos frente a otros, ¿qué quedaría de la democracia? Un turno de partidos mayoritarios que ignore a una gran parte de la población que prefiere votar a los nacionalistas, grupos más a la derecha o a la izquierda de los dos grandes. El juego democrático se basa en aceptar lo que dice la mayoría, pero teniendo en cuenta las minorías.
            Por cierto, la supuesta mayoría del PP se basaba en un 33% de los votos, con una participación de un 70% más o menos, lo que hace que aproximadamente un cuarto de los votantes españoles hayan apoyado manifiestamente a Mariano Rajoy como presidente.  Que tiene también la lectura de que tres cuartas partes de los ciudadanos españoles no querían al PP en el gobierno. Es tradición en Europa los gobiernos de coalición y los apoyos parlamentarios. En este caso, Pedro Sánchez ha obtenido 180 votos de parlamentarios que representaban aproximadamente algo menos de la mitad de los votos, es decir, cerca del 35% de los votantes. ¿Quién tiene mayor legitimidad?
            Ahora recuerdo que, tras la investidura de Rajoy, los partidarios de Ciudadanos estaban orgullosos porque moderarían las acciones del gobierno pensando en los eosdem, y propiciando la regeneración política frente a los corruptos. No hemos visto nada de eso, han apoyado todas las políticas austericidas del partido popular y han terminado dando su apoyo para la moción de censura en la que se podían haber abstenido. Rafael Hernando les ha agradecido el favor insultándolos desde la tribuna. No lo digo irónicamente, creo que es un guiño que les regala para que los votantes de Ciudadanos se sientan distintos a los del PP y que no piensen que votar a unos o a otros da exactamente lo mismo. Un poco, salvando las distancias, como cuando Carrillo ponía a caldo a Suárez para que ninguno de los dos perdiera credibilidad ante los suyos.
            Ha estado bien ver a los líderes de Podemos y el PSOE ser amables y comedidos. No lo ha estado el gesto de Monedero –aunque personalmente lo veo más como un maleducado exceso de confianza– y por él ha pedido disculpas. Es raro en política española ver este tipo de expresiones. Mucho más elegantes que comerse los presupuestos con patatas, aunque ahora digan de quitarles la salsa PNV en el senado. La incoherencia del PP en grado sumo. Todo por el poder y nada más que el poder. Podían haber tenido otra estrategia, sacrificar a Rajoy y ponderar un nuevo gobierno del PP, retrasando las elecciones en el ínterin, mientras siguieran en funciones, sin control del parlamento y desgastando mientras a Ciudadanos. Ahora pretenderán obstaculizar todas las medidas a través del control de la mesa del parlamento y su mayoría en el Senado. Mucha soberbia para quienes se creen en la posesión de la verdad y que sólo ellos pueden gobernar legítimamente el país. Una mentalidad muy caciquil en todos los sentidos.
            Sigo preguntándome por qué los votantes del PP –y Ciudadanos– siguen apoyando a un partido que ha sido condenado por corrupción. Se obstinan en creerse las tergiversaciones de los portavoces que los toman por tontos. Ahora toca ver cómo aguanta el tipo Pedro Sánchez, cómo gestiona la confianza y cómo convoca elecciones, y si es verdad que puede subvertir las políticas del Partido Popular y descongestionar los vetos del ejecutivo a las iniciativas que se estaban tramitando. Quizás sean muchas esperanzas puestas en tan poco apoyo. Por lo menos, espero, habrá unos cuantos corruptos menos en las instituciones. Esto marcaría el camino que seguir en Andalucía con la corrupción. Lo mismo habrá que llamarlo Pedro I el Breve.

Nota: he corregido un error histórico indigno de alguien con esa especialidad. Gracias, Nora.

1 comentario:

  1. Ante todo muchas gracias por tu aportación.si hemos oído mucho estos días, pero tú explicación siempre es más entendible. Como siempre aportas conocimiento y sabiduría. Gracias

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