domingo, 6 de enero de 2019

Reseña de CASTRO HERNÁNDEZ, Olalla: “Entre-lugares de la Modernidad. Filosofía, literatura y Terceros Espacios”. Siglo XXI. Madrid. 2017


Resultado de imagen de olalla castro modernidadEl volumen está dedicado a Juan Carlos Rodríguez, cuya sombra planea durante todo el libro. Es indudable la influencia que ha tenido en un sector importante de la universidad granadina este teórico de base marcadamente marxista. Otros también presentes son Homi Bhabba, así como Michel Foucault en su repaso a los pensadores de la modernidad y la posmodernidad.
             Este ensayo ha sido blanco de la crítica al llamado French Touch en el estilo literario. La complejidad expresiva es denostada por académicos que propugnan un lenguaje sencillo, restringiendo el uso de oraciones subordinadas y terminología ultraespecífico, por el riesgo de mal uso y complicación innecesaria del lenguaje. Se pretende evitar  la tentación de parecer profundo y complejo el pensamiento, cuando en realidad sólo es un lenguaje pretencioso y artificialmente complicado (Bassi Follari, 2017), cuando no fraudes como el que denunciaban Sokal y Bricmont (1999) en su famosa polémica. Realmente no hay por qué renunciar a las posibilidades expresivas del lenguaje en el mundo académico. Los científicos sociales no tienen por que ser autistas que no comprenden las connotaciones del lenguaje, y tampoco deben ser estudiantes ineptos que no sepan enunciar y comprender oraciones subordinadas.

            El segundo de los riesgos es la escolástica marxista, que hace gala de saber de antemano que el resultado de la investigación es demostrar que la literatura de una época es el fruto de la lucha de clases de su época. Un cuento del que sabemos el final antes de empezar. Olalla Castro supera con creces esta tentación y sus aportaciones al análisis de los discursos de la modernidad y la posmodernidad.

            La propuesta teórica más interesante de este volumen es la de “entre-lugar”, un espacio de tránsito, un “anti-espacio”, que está a la vez dentro y fuera. El objetivo es utilizar este concepto para analizar la relación dialéctica entre Modernidad y Posmodernidad desde un sentido crítico. Paul Ricoeur recomendaba la utopía (u-topos, no-lugar) como el “lugar” privilegiado para comprender el presente y plantear alternativas factibles y deseables. Este concepto fue propuesto por Homi Bhabba en la teoría poscolonialista. En el término Tercer Espacio resuenan los ecos renovadores del Tercer Estado y del Tercer Mundo, y aprovecha la dicotomía colonizador/colonizado para una identidad híbrida: “un lugar donde es posible articular un sujeto político capaz de oponerse al poder” (p. 15). Es, además, por supuesto, una “herramienta deconstructiva, en el sentido más derriniano, que, a fuerza de situarse en esa línea de frontera y tratar de transformarla, desplace con ella todo el territorio que la rodea” (p. 16).

“Ese Tercer Espacio a explorar habrá de reconocer, no sólo aquellas conquistas intelectuales plenamente modernas que creamos dignas de ser rescatadas del olvido posmoderno, sino también los aspectos de esa nueva episteme posmoderna que contribuyan a visibilizar la explotación histórica de clase, de género y de etnia por parte de una Modernidad que ha sido, ante todo, plenamente capitalista y monolítica, y que liberen el lenguaje, permitiendo la inclusión de realidades hasta el momento despreciadas o no reconocidas (al negárselas el estatuto de verdad) por el inconsciente hegemónico moderno” (p. 39)

            El debate es una actualización del debate del romanticismo: las mismas ilusiones y las mismas condiciones materiales provocan un romanticismo revolucionario liberal, y otro romanticismo conservador. Hay un posmodernismo de reacción y otro de oposición, aunque Habermas los califique en su conjunto como conservadores. La oposición Modernidad / Posmodernidad no es tanta, nos descubre Olalla Castro, ni para negar las diferencias que las hay, ni para obviar las continuidades. Algo que ya sabíamos desde la Historia, por ejemplo, cuando se señalaba lo medieval en la conquista de América (Tovar, 1970). Es interesante contrastar la apreciación de Bruno Latour (2007) quien ponía de relieve la insuficiencia en el cumplimiento del programa ilustrado e importunaba sosteniendo que nunca hemos sido modernos: “Somos esos modernos posmodernos, seres anfibios que habitan indistintamente en dos medios: lo sólido moderno y lo líquido posmoderno, y que aún están a tiempo de construir, con las herramientas que ambos «lugares» nos han otorgado, un hogar distinto” (p. 17). Es ese carácter el que nos permite cuestionarnos constantemente, que quizás es la lección más importante que aprendemos de la posmodernidad, siempre que no caigamos en el relativismo nihilista: “La máscara, ese disfraz, esa ficción sobre nosotros con la que cubrimos ese hueco, es precisa, necesaria (bajo ella tan solo habría un vacío insoportable), siempre y cuando se sepa a sí misma máscara y no quiera hacerse pasar por rostro verdadero, mientras no se pretenda la única posible” (p. 163). Lo que podemos tomar de Olalla Castro es practicar una crítica a la crítica, prevenirnos de la prevención, sospechar de la sospecha. Porque no deja de ser la radical historicidad de nuestro pensamiento. “Hurtar el lenguaje al poder y desmontarnos, deconstruirnos hasta ser otros o, como mínimo, hasta hacer visible ese sistema que atraviesa nuestra subjetividad y revolvernos de piel para adentro, en busca de una mínima fisura por la que escapar” (p. 33) porque el temor que está detrás, el enemigo que se esconde detrás de los discursos de la Modernidad y la Posmodernidad, es el “lobo neoliberal”. Es necesario, como se hace en este ensayo, un análisis de la terminología, los que defienden que es una nueva época y los que ven que la Posmodernidad es sólo un barniz de la modernidad. La tradición de la modernidad se asienta en la razón, el sujeto y el lenguaje como sus pilares (p. 283) y la Posmodernidad, al cuestionarlos, ofrece “un potencial político-social importante (…) por cuanto reivindica la pluralidad, la multiplicidad de identidades, la visibilización de lo diferente y lo no normativo que la Modernidad había arrinconado y excluido” (p. 173).

            Lo que no ha cambiado del tránsito entre la modernidad y la Posmodernidad es el capitalismo que lo sustenta. No cambian las relaciones de producción ni el modo de producción. Esta afirmación es quizás lo más cuestionable habida cuenta de los cambios en el sistema productivo y de relaciones sociales de producción que resaltan las comparaciones entre el capitalismo industrial dikensiano, por ejemplo, del que denuncia Richard Sennett en El artesano (2009), donde la identidad del propio trabajador se diluye en la precariedad y la deslocalización. El punto más débil del análisis, que, como especifica en el subtítulo, se queda sólo en el nivel del discurso. Los argumentos de Olalla Castro funcionan bien en relación a los metarrelatos. Habría que ver si realmente cambian las relaciones sociales de producción, como están advirtiendo muchos teóricos, que hablan del fin del trabajo asalariado. La crítica a los juegos del lenguaje legitimador se articulan en torno a tres conceptos, la razón, en la primera parte, constatando las continuidades y discontinuidades del pasado y el presente. En la segunda parte se analizan los discursos referidos al sujeto, y toda la teoría acerca de la muerte del sujeto. La revisión de conceptos y autores es muy completa y se encuentra bien articulada. El pecio citado de Sánchez Ferlosio: “El niño que osó decir: «El emperador está desnudo», ¡ay! Acaso también estaba pagado por el propio emperador” es entendido en el sentido de que el pensamiento posmoderno no era sino el pensamiento moderno por otros medios. Quizás el emperador no sea el proyecto ilustrado, sino el capitalismo que aprovecha tanto la tesis (Modernidad Sólida) como su antítesis (Modernidad Líquida). Por eso rescata el análisis marxista, el gran perdedor de las luchas ideológicas dentre lo Moderno y lo Posmoderno. Nadando entre las Modernidades críticas y las normativas, la posmodernidad triunfal y la crítica.

            Precisamente es uno de los asuntos a los que dedica la tercera parte del ensayo puesto que es una herramienta fundamental, sujeto y objeto: “Lo metaliterario se convierte en un procedimiento acorde con el anhelo de ruptura propio de la literatura enmarcada en la crisis de la Modernidad” (p. 270). En esta parte se interna en el cuestionamiento del giro lingüístico para proponer un nihilismo constructivo para forzar los límites del lenguaje, aprovechando la experimentación de las vanguardias literarias que mostraron algunos caminos, como la multiplicidad de puntos de vista para mostrar la multiplicidad del yo, así como la “lingüisticidad del ser” (p. 259)

“Rearmando un pensamiento crítico del que esa Posmodernidad triunfal, con sus exhortos a abandonar la teoría y sus impulsos antiintelectuales, pretende alejarnos; recuperando la fuerza y el vigor de todos los contradiscursos que en los márgenes de la Modernidad normativa, pero sin pretender haberla abandonado, señalaban una posible salida a la homogeneización del pensamiento, al imperio de los intereses del capital, a la explotación de los seres humanos sobre otros, a la irresponsabilidad, a la indiferencia con respecto a la suerte de los «otros» del sistema, podremos sacar los pies del lodazal en el que el neoliberalismo, la versión más perversa y totalizadora del capitalismo, hunde a cada instante todo lo digno que como seres humanos hemos sabido imaginar” (p. 285-286)

Bassi Follari, Javier Ernesto (2017): “La escritura académica: 14 recomendaciones” en Athenea Digital, Vol 17 (2). Págs. 95-147. http://dx.doi.org/10.5565/rev/athenea.1986.
Latour, Bruno (2007, [1991]): Nunca fuimos modernos. Buenos Aires. Siglo XXI.
Sennett, Richard (2009): El artesano. Barcelona. Anagrama.
Sokal, Alan y Bricmont, Jean (1999): Imposturas intelectuales. Barcelona. Paidós.
Tovar, A et al. (1970): Lo medieval en la conquista de América y otros ensayos americanos. Madrid. Seminarios y ediciones.


Publicado en Intersticios Vol 13 (1) 2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario