“Más allá de mi cuerpo no soy yo”

No deja, sin embargo, de apuntar un recurso a las emociones (“¿No te has parado nunca a contemplar / cómo te nace una lágrima ¿Cómo / sube la marea a la orilla de tus párpados / y se desborda?”, Nacimiento y muerte de una lágrima) y de igual forma al humor negro (“Se pegó un tiro / (De alguna manera había / que matar el hambre.)”, “Y al séptimo día / desapareció” (A-Dios). Identidades es mirada sentimental de crítica social sobre la prostitución de inmigrantes.
Conjura Sandra Sánchez el pacto faústico de Goethe: luz, más luz, de una cerilla, de lo sublime a lo cotidiano: “Y ni uno solo de los versos del poeta / pudo competir con su tañido” (Un poeta legó sus versos en una tarde). La desesperación ante lo mudable de la vida se enfrenta a la lucidez y la aceptación de los cambios (“Con los años, aquella mariposa / de nuestra juventud / se ha convertido en arrugada seda / que acabarán comiendo los gusano”, Metamorfosis), porque, en el fondo, “Somos de mentira, solo somos por afuera / somos plástico, careta, marioneta” (De mentira). Sin embargo, hay mucha verdad, incluso autobiográfica en estos versos: “He visto a la muerte / agarrada del brazo de mi madre /… / (Y mi madre –sin saberlo– se apoyaba / en su guadaña” (Siempre la vida). Y mucho de empeño en no doblegarse, de pequeñas tretas para engañar a la muerte: “Inventamos el ruido / para no escuchar en el silencio / los pasos sigilosos de la muerte /… acercándose” (Atronador); “vence siempre la vida en el Recuerdo” (Siempre la vida).
Más que de reproche, Sandra Sánchez, utiliza un tono de comprensión hacia la ausencia de Dios: “Que hay un dios que es un árbol milenario” (Dios); “Ese Dios es un árbol fatigado / que reposa en silencio, / y yo me siento a su sombra / y le digo « / (necesito que me hable) / … / Para una lengua muerta” (Dicen). Sé que hay ángeles es un recuerdo a los ausentes que siguen estando: “Y no es cuestión de fe; lo sé porque una vez yo / nací de uno” (Lo sé).
Reencuentros sale del yo para describir al Otro, “me lo encuentro cada día muy temprano; / chaqueta raída encima de los hombros, /… / Y aunque ya es costumbre que esté allí, / no sé por qué me desconcierta su presencia; / como ese trasto viejo / que aparece un día –por sorpresa– en un armario / cuando buscamos otra cosa”
Aspira a que los versos cambien el destino que la margarita deshojada niega.
Una alegría comenzar el año con tu reseña a mi plaquette, Javier. Gracias!!
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