lunes, 30 de diciembre de 2019

Para terminar el año

Para terminar el año quisiera hacer un poco de balance. El tiempo pasa muy rápido y parece que fue ayer cuando no me acostumbraba a escribir la fecha terminada en 9. Un año distinto y apasionante, con muchas novedades, mucho esfuerzo y algunas decepciones. Es lo que tiene ser uno mismo. He ido apartándome de algunas tareas que cada vez me parecían más incómodas, en las que me encontraba como pez fuera del agua. Prefiero centrarme en lo que me interesa y en lo que disfruto.
Empecé con este blog justo al terminar 2013, así que ya llevo unos añitos con la obligación moral de ir subiendo, al menos, una especie de columna de opinión todos los fines de semana. La idea, lo reconozco, la pillé del gran Fernando Broncano, al que sigo con devoción todos los domingos. Ojalá algún día pudiera alcanzar un nivel para ser una especie de discípulo. Por ahora me conformo con la disciplina de pensar todas las semanas y ordenar mis ideas en unas mil palabras. Tengo que estar muy agradecido a mis lectores. Siempre atentos y amables, sin haters, con una discrepancia a veces encarnizada, pero siempre sana y desde la admiración –al menos desde mi parte–.
                Además, también me impuse la tarea de escribir reseñas, principalmente de poesía. Me gusta mucho la idea de la reseña, es una manera de prestar atención a los detalles, a la estructura, a los temas. Una forma de aprendizaje y, sobre todo, de disfrute. No estar vinculado a una publicación externa me libera de otro tipo de ataduras. Con esta libertad puedo hablar de libros actuales, porque, pese a lo que se pueda decir, este año ha tenido una buena cosecha, y puedo hablar también de libros de hace unos años. Lo tomo como una forma de estudio y de aprendizaje, pero sobre todo como un acto de amor hacia los que escriben cosas tan hermosas y a los que, en secreto y no tan en secreto, envidio.
                Ha sido un año trabajo duro. La mayoría de las semanas he subido un par de reseñas. Todas hechas con mimo y con disfrute, dedicándole todo el tiempo, la atención y mis pobres conocimientos. Me he volcado con cada una de ellas, aunque uno sabe que no siempre consigue expresar la emoción que un libro le ha suscitado, y tiene la sospecha de no hacer justicia a los versos que ha leído. Probablemente el nuevo año no pueda seguir con el mismo ritmo. Quizás sea un poco lo obsesivo que me vuelvo con las cosas que hago y así me puedo ver con tantas reseñas en la carpeta que no sé cuándo voy a darles salida.
                Las palabras de agradecimiento van dirigidas a todos los que hacen posible el milagro de la poesía, poetas, editores que se dejan la piel en cada libro, en cada acto, en cada proyecto. Pero me faltan palabras para devolver el regalo que supone encontrar un libro para que lo comente, y qué decir del afecto tan inmenso de quienes me profesan tanto cariño que me dedican los suyos. Estos son los grandes tesoros que mantengo entre estas paredes tan llenísimas de libros. Todos ellos tienen un rincón muy especial en mi corazón. Me han emocionado tanto sus palabras, me han conmovido tanto sus versos que ver escritas de su puño y letra una dedicatoria hace aún más intensa la emoción. No quiero olvidarme de nadie, pero cada uno de vosotros sabéis a quienes admiro y quiero.
                En este año he conseguido terminar dos libros, uno de aforismos y otro de poemas. Les deseo una buena andadura, a ver si podemos darlos a conocer. Por lo pronto parece que sale una antología viejoven merced a los desvelos de la gran poeta Ana Patricia Moya. He tenido también la oportunidad de centrarme en el análisis de dos poetas fundamentales, Rosario Troncoso y José Luis Morante, gracias a la oportunidad que, desde Puerto Rico, me brindó Carlos Roberto con Exégesis. Sigo con el proyecto del Boletín Imaginación o barbarie, y a más de uno le he importunado pidiendo textos. Supongo que volverá a ocurrir. Incluso me he atrevido con una reflexión acerca de la intimidad que vamos a conseguir con las máquinas. El certificado de que ese capítulo existe ya lo tengo. Crucemos los dedos.
                Siento, por otra parte, haber abandonado algunas de las amistades virtuales. Quizá pueda achacarlo a la falta de tiempo y de serenidad. Quizás sean mis cambios de humor, tan especialitos. Pero añoro algunas conversaciones, o simplemente un par de frases. He aprendido tanto de estas personas, he recibido tanto, que me siento en deuda y un poco tacaño por descuidar esas amistades. Espero subsanar mi falta en este nuevo año. Por lo pronto habrá un día más para hacerlo.
                Hay tantas cosas que me quedan por hacer, tanto por leer, tanto por querer que imagino que un año no será suficiente. Seguiré buscando la belleza y disfrutando a la vez que me trastorna. Mientras tanto, continuaré intentando ordenar mis ideas en torno a las mil palabras. Y vosotros que lo veáis. Un abrazo muy fuerte.

2 comentarios:

  1. Gracias por tus reseñas, por la parte que me toca como autora y sobre todo por la de lectora. Señalas cosas que no había visto en libros que había leído, y me han animado a acercarme a otros.
    Salud y un interesante y feliz 2020.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar