Este volumen acaba de conseguir
el primer premio en la categoría de poesía editada en el VII Premio Literario
Internacional Independiente organizado por la agencia literaria Orizzonte
Atlántico en Italia. El reconocimiento de esta aún muy joven poeta se afianza
con cada nueva entrega. Polifacética, Raquel Vázquez, además de atleta, es
licenciada en Filología Hispánica (con Máster de profesorado en Secundaria) y
graduada en Ingeniería Informática. Esta doble vocación le va a proporcionar el
eje central para Lenguaje ensamblador
desde la Žižek cita inicial de Zizek: las palabras no son nuca meras palabras,
y, por otro lado el lenguaje ensamblador en el contexto de la programación
informática es el que se utiliza para programar en instrucciones máquina, un
lenguaje de bajo nivel. Por medio de un programa se “traduce” a código máquina.
En la actualidad su uso está reducido prácticamente al ámbito académico èrp aquí
funciona como metáfora transversal de gran poder evocador.
El poemario se
plantea como una recreación lírica de las fases por las que pasa la
programación informática. El primer paso, la Codificación, es decir, la urgente
necesidad de trasportar a palabras, a comandos la realidad, el dolor que está
ahí fuera: “Dime cómo se marca este dolor / asistido, de triste incubadora, //
cómo se rumia cada pedazo de tragedia / que un día fue inevitable” (El banquete).
Se trata de las dificultades de traslación (“Lo insomne: un anagrama de lo inmenso.
// Quizá eso explique tantas / noches en las que no me caben nunca”, Scrabble) tanto como de hermenéutica: “Para
aliviar la herida, / solo sabes cerrar fuerte los ojos” (Rail); “Si toda las escalas juegan al escondite / y no hay
certezas, no hay / más señales que lo que no sucede” (Escala de Mohs); “El mundo es una ventana que niega / la luz” (Espejos). La vida, si seguimos a Raquel
Vázquez, es una sucesión de intentos por comprender los signos o la ausencia de
ellos: “Solo queda inventar desde la llagas / un pájaro que cante // allí donde
no hay bosque sino ausencia. // El pájaro que cante / las notas invisibles de
mi cuerpo” (Boceto a mano de un tiempo
mitológico). La lucha, en suma, para doblegar una realidad a través del
lenguaje: “Amordazamos lágrimas, / callamos las palabras importantes // y el
tiempo se nos va, / nos quedamos al filo. // Al filo de un cuchillo que no
corta” (Al filo). Una lucha que ya sabemos que está perdida: “Asume que el
instante / es el que seas de verdad tendencia / será cuando tu cuerpo / ya solo
esté tendiendo hacia el olvido” (Trending
topic). Aprendemos de la codificación que “Todo cuanto en verdad
sucede / sucede lo hace solo bajo el disfraz de síntoma” (Eje de distancia).
El segundo
paso es la Compilación, en el seguimos
encontrando poemas cortos y otros más largos como Ucronía. La poética de Raquel Vázquez utiliza el laconismo como
instrumento expresivo que sabe dosificar y contrarrestarlo con otras
situaciones de mayor envergadura. La Compilación supone el primer intento de
traslación a un lenguaje entendible, de “La vida como escena que no cambia” (Fotograma). Los fragmentos más
narrativos sirven para reflexionar de nuevo sobre la relación entre el lenguaje
y la vida, el pensamiento y la acción en sentido biunívoco: “Serían las palabras a demanda. / Con la
elocuencia justa, hacer explícita / la talla sobre el aire; / un beso tímido,
dos, ya sin duda / entrenzados los ojos” (Ucronía).
No podemos dejar de entrever un sufrimiento que va aflorando entre los versos: “Mirar
solo es beberse el dolor bien adentro” (Embed
code); “Inútil el afán / de romper lo que ya se encuentra roto” (Solo un orden cartogénico).
Uno de los
pilares de Lenguaje ensamblador es el juego entre el vocabulario absolutamente
alejado de las convenciones poéticas del mundo de la programación (Mapa de bits habla de pasiones, informática y poesía), de la
ciencia (“La campana al vacío nunca ha sido un hogar”, Apuntes domésticos) o del
ámbito académico (“Las bocas siempre son
para los otros. / Los cielos son siempre para los otros /…/ Los ojos son
castigo cuando a aquel / a quien se ama tan solo / se le puede mirar”, Marco teórico) con el dominio del léxico
tradicional, incluso grecolatino: “El tiempo es quien dirige la liturgia. /
Nuestro ritos son mudos / o caen siempre fuera del compás, / mientras que lo
único solemne es la noche / que acaba al descubierto / tras la última tramoya:
esa herida en la tierra” (Vitae Ritus).
La juventud, tomando el título de
la tercera parte, es un intento de Ejecución-salida
de errores, más que la perfección, se trata de un primer avance de
descubrir errores y salir indemne: “No somos más que dos cuerpos llenos de
bugs: /…/ si alguna vez saliera de nosotros / algo a lo que llaman código
limpio /…/ Busca esa palabra que atraviese / todos los muros hechos de
palabras” (Bug / error de software).
Y así, mirar hacia el pasado (“Llevar un cielo dentro / Arderé en ti hasta
terminar de amarlo”, Horizonte) con
añoranza (“Por no poder hablar / otro
idioma distinto a la nostalgia”, Instantáneo),
tanto como mirar hacia la siguiente fase, el futuro: “Otro significado del
deseo. / Y si no existen resquicios en este callejón sin salida. // Y si no existen resquicios en este / callejón
sin salida, // que al menos el dolor le prender alas” (Ostragénie).
“Si tú y yo
no cabemos en lo cinematográfico,
apenas que la
noche nos saque una instantánea:
ya iré
contigo siempre , si la vida es tan solo
un croquis de
acuarela que se diluye en lluvia” (Minimalismo)
Lenguaje
ensamblador es cualquier lenguaje, cualquier acción susceptible de ser
interpretada: “No quiero las palabras / si tu cuerpo no habla dentro del mío” (Mundo topográfico); “El mundo habla de
ti aunque aún no lo sepas” (Intérprete de
silencios). La Ejecución – Salida
estándar, el paso a una madurez normalizada deseando que no se pierda el espíritu “Y que la sal no sea
/ lo único que recubre la memoria” (Atrezzo).
Raquel Vázquez no renuncia a seguir inmersa en la palabra como la casa del ser, pero intuye que “A pesar
de que no / quede registro, no haya resplandor, no haya piel. // Hay cosas que
suceden / sin lenguaje siquiera para poder tocarlo” (Sin lenguaje). El pensamiento no solo se apuesta en la región del
enunciado y la acción, “Tantas veces el frío nació en forma de duda” (Síntoma de agosto). Y, como La última resistencia, sostener que “Existir
es tan solo una promesa”.
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