No solo ha contribuido a compartir el afán lacónico del aforismo contemporáneo, Carmen Canet nos hace entrega de una nueva ración que toma el movimiento serpenteante del mar como eje temático. Un aforismo puede seducir por su enseñanza, por revelarnos lo que siempre hemos sabido y que no pudimos expresar con la concisión adecuada. O puede seducir por la belleza del destello, por la poética encerrada en tan poco espacio.
Ondulaciones se titula la primera sección. Las enseñanzas, el atento observar de la realidad más cotidiana, que de tan cotidiana se vuelve invisible: “La vida es una historia con olas. De encuentros y desencuentros, de llegadas y despedidas, de idas y venidas, de subidas y bajadas. De mareas altas y bajas”. Juega Carmen Canet a la sabiduría de la edad, “Con la edad se asoma más a la vida. Y más miedos”; “Es usual observar a jóvenes esperando un semáforo y ver a un señor mayor con bastón cruzar en rojo”; “La memoria es gris plata. El presente, azul añil. Y el futuro verde hoja”. Pero, en realidad, va mucho más allá del desencanto de los años, es la lucidez de quien vive consciente: “Discutir con cualquiera es indiscutiblemente perder el tiempo”; “A veces, este mundo huele a herrumbre y a derrumbe”.
Se agradece el tinte poético que va desgranando entre las observaciones sutiles: “Cuando las nubes se quedan en blanco, el día se ennegrece”. Una mirada penetrante sobre la personalidad que algunos pretenden ocultar detrás de una fachada: “Era un arquitecto de la vida, dibujaba proyectos y edificaba sueños”; “Era una persona tan tímida que incluso se sonrojaba con la mirada de las amapolas”. Lo que lleva, indudablemente a la reivindicación: “Muy triste que las cuestiones de invisibilidad de las mujeres algunos no las quieran ver”. Una mezcla de picardía (“Hay lencería consonante y asonante. Como la rima”) con la tristeza poética (“Tengo ganas de llorar –me dijo la nube. Y yo de llover –le contesté”).
En la segunda sección, Orillas, se acercan a las dos márgenes del río, las relaciones y los afectos: “El rumor de la risa y de los besos”. Comparte Carmen Canet una advertencia: “Sentía tanto que consentía más”; “Esos supuestos caballeros que encima se creen apuestos”; “Entre sus compañías tenía incluida a la soledad”. Espumas, título que tenía asociado al tercer volumen del monumental proyecto Esferas del filósofo Peter Sloterdijk, contiene aforismos dedicados al propio oficio de escritor como proyecto vital, de las interrelaciones y conexiones entre ambos mundos: “Los aforismos son como estribillos”; “Era intachable pese a emborronar todo”; “Vamos del diálogo al monólogo”; “Me encantan los colores de la voz”; “Aforismo: acequia de agua fresca”; “La inteligencia acaricia. La ignorancia araña”. Todo ello salpicados de una mirada crítica a la vida moderna: “Donde más se miraba era en el móvil”; “¡La muerte que no cesa! Acecha”; “Temer, tener honor y poco humor”; “Soñaba en sepia”; “Opacaba a las mujeres”.
Altamar continúa la serie de reflexiones sobre la literatura y la vida, en especial los libros y concretamente el género aforístico: “Las soledades pobladas de libros ya son otras soledades”; “En las píldoras, hay algo de aforismos, están comprimidas y curan”; “Los lectores se parecen al viento, remueven hojas”; “Alimenta el papel con sus palabras”; “El aforismo, me dice una amiga, es vitamina rebelde”; “Una casa con libros de la misma serenidad que el mar”; “Al aforismo le viene bien tener pérdidas”; “Le gustaban las figuras retóricas, y eso que era una persona sin recursos”; “Los aforistas somos muy puntillistas”; “Expresión de escritor religioso: «Así reza mi título»”; “En la vida y en la literatura, cuantos menos letras haya, mejor”; “Cuando un nombre no puede ser más transparente y significativo: Ida Vitale”. Y, como resumen, “No es lo mismo comentar un texto literario que explicarlo, uno construye, el otro destruye”.
Carmen Canet cosecha retazos, apuntes, frases, versos, sentencias, belleza y verdad, sugerencias poéticas que siempre desvelan una verdad cierta: “Los retratos son biografías estampadas”; “La lluvia suave es como un poema con lágrimas”. Termina el volumen con unos aforismos con un destinatario concreto, son las Olas dedicadas. Me quedo con una verdad con la que me identifico y que cobra fuerza en este mundo incierto en el que nos ha tocado vivir: “Me gustan los géneros fronterizos. Me disgustan las fronteras”.
sobran las palabras.... una delicia!
ResponderEliminarsobran las palabras... una delicia!
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