Se hacía esperar la primera
entrega en formato libro de Gema Estudillo (anteriormente había aparecido la
plaquette Estudio de la materia en Emegé, 2016). Gema Estudillo se está
labrando un puesto significativo con su trabajo de creación, traducción de
poetas alemanes (Mascha Kalèko, Hilde Domin o Harald Grill) y edición. Codirige
junto a Uberto Stabile la revista de poesía Alameda 39 y los pliegos de
poesía Las hojas del baobab donde están a punto de aparecer una nueva
entrega.
No
es frecuente encontrar un volumen de versos dedicados a Dante Aligheri y a
partir de ahí encontramos un conjunto de poemas divididos en secciones (de
tiempo, de olvido, de dolor, de vida),
que serían los distintos complementos circunstanciales a los que hace
referencia el título. Se advierten en los poemas un cúmulo interesante de
referencias, un regusto clásico (como la segunda persona retórica de a dafne
sola), recreando una estética con un mood
renacentista a través de Alberto Caeiro, un tono de fondo muy Mittelalter, o ecos de Lorca o del
Gamoneda más potente en las imágenes, inevitables referencias cernudianas y un
sentido de la palabra en el tiempo que la conecta con el Machado más dolorido.
Los primeros
poemas (de tiempo) hablan de la nostalgia, del recuerdo del padre (muy
presente también en otros momentos), del regreso “al barro / a la miga de pan
caliente” (regreso), del pasado, el de los otoños y los naufragios. Una
lúcida reflexión sobre cómo el pasado asienta la identidad “es / en realidad /
la medida exacta de todas las cosas” (Universo).
De
la segunda parte aprendemos la necesidad del olvido como terapéutico, la
ceguera selectiva hacia el pasado, el presente (la crisis) o el futuro,
renunciando a sueños fracasados (casi nunca fuimos nada). El olvido es
tan necesario como la memoria.
“para qué el olvido
para qué la herida
para qué las rosas
se vuelven una y otra vez
y yo sólo destilo
cansancio” (retuit)
de
dolor es la tercera parte, y de nuevo aparece la figura del padre. Le sigue
un homenaje a Cernuda/Bécquer (que hubiera sido calco de haber estado colocado
en la sección anterior, de olvido)
No llega el sol
ni la luz
a la oquedad carnosa de un
vientre
ni traspasan más cuerpo que los
ojos ilusionados
ante tanta belleza
los ojos son una ilusión óptica
un rapto inmerecido
un mecanismo accidental
en la naturaleza del hombre
como en otros las antenas o las
alas
el dolor queda siempre dentro
a oscuras
pegado a las entrañas
royendo la vida que nace ya vieja
acartonando la piel
y administrando el aire en la
sangre
con un mordisco
gota a gota
apenas un hilo de aire
con el que seguir tejiendo (donde
habite el dolor)
En
la poética de Gema Estudillo el dolor se incardina en lo natural, pero también
se oculta en el vientre, la oquedad oscura de las entrañas, lo hace más duro
que sea como un mecanismo (antena, tejido, administrado). La conjunción natural
/artificial, vísceras y mecanismos confiere una gran fuerza expresiva a estos poemas.
Que los poemas de amor más gozosos aparezcan en la sección del dolor es
llamativo.
El
último complemento circunstancial, de
vida, es la sección más corta y aprovecha para desplegar procedimientos más
oníricos y con una referencia más directa al quehacer poético: “despegó el
verso de la herida” (tiritas.); “hoguera viva / de lo nunca dicho” (poesía).
Es la que condensa todos los complementos anteriores. De los complementos
circunstanciales de tiempo, de olvido, de dolor y de vida
debería quedar la esencia, aquello sobre lo que operan estos complementos, la
identidad poética, el yo que es a la vez sujeto agente y paciente, que sufre
las heridas que son la tinta para el poema.
Gema
Estudillo huye de estridencias, su voz es queda, posa la luz en las
circunstancias para describir las esencias. Lo circunstancial moldea, porque lo
circunstancia es, para Gema Estudillo, el tiempo y el olvido, y también el
dolor y la vida. Y si la vida es mera circunstancia, ¿cuál es la acción?, ¿cuál
el verbo? En el fondo son los complementos la realidad, somos sombras envueltas
en otras sobras, reflejos de reflejos. Por eso en su poesía el protagonismo lo
ocupa lo cotidiano, porque son esos pequeños gestos –como cortos son los versos–
donde se asoma el infinito y la trascendencia. Los grandes temas se perciben en
las pequeñas acciones cotidianas, en los gestos, en los paisajes.
Así,
Gema Estudillo va destilando, como diría Juan Peña, los poemas, los versos,
apuntando las esencias. No necesitan ni puntuación ni mayúsculas. Sin
complementos ni casi vestidos, la palabra desnuda refleja la realidad desnuda,
el amor y la vida.
“porque la vida era liviana
y se podía vivir en ella
casi sin tocarla” (thürmchenswall
33 colonia 2004)
Gracias Javier. Qué buen reseñista eres. Un abrazo
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