“Todos somos en un
mismo poema”
Rafael García-Godos nació en Lima
en 1979. Ha publicado Viruspop / raggs
(2004), queridolucía (2007), MVXO música para monstruos (2017), Reality Nuggets (2020). Su poesía
aprovecha todos los recursos que la palabra ofrece, tanto auditivos como
tipográficos, cerca de la poesía visual, como los bateristas que no se limitan
a los parches de los tambores y hacen ritmo con golpeando, rasgando o rozando
cualquier superficie de su kit de batería. La forma al servicio de un fondo
transgresor, amante de los límites y de quienes los habitan.
“para escribir un poema.
lee todo lo que puedas olvida
todo lo que lees para escribir un poema escribe con la mano abierta con la mano
vacía olvida todo antes de escribir un poema para escribir un poema no hace
falta decirlo o escribir cómo se escribe un poema para escribir un poema hace
falta escribir rescribir escribir rescribir con la mano vacía que no lee y con
la cabeza como una hoja seca en el cemento que no sirve para nada sino para
escribir un poema”(Instrucciones)
Esta, digamos rebeldía, podemos
decir que incluye incluso el concepto de autoría individual: “Pero no es mi
culpa / si en el poema hay otras manos / si mis huesos se hacen polvo y /
todavía no sé / no encuentro dónde nace el río” (Lírica para monstruos). Y, sobre todo, indica una querencia hacia
los seres marginales, incluyéndonos a los propios o no. Por eso la primera
parte se titula “Esto no es música para esferas / esta es música para
monstruos”.
El lugar donde
habitan es la Casa castillo: “Este
lugar donde el monstruo / y la neurosis se tragaron a mimadre / como una pastilla dormonid”, una especie de lugar a la
vez físico y metafórico donde moran los que no se sienten inmersos en la
normalidad ordinaria. Dar voz a esos seres, a esa parte de nuestros propios
seres, es la tarea de este poemario: “Oídos y boca para SORDO/ MUDO / se trata
de construirme / PRÓTESIS PARA POEMAS” (Un
buen lugar). La Casa castillo tiene mucho que ver con el territorio
onírico: “el sueño / es la emoción de los posibles amores / juveniles y
suicidas / abrazados a juramentos inútiles” (Plan C); “Luego no llegué a distinguir / lo que las pesadillas
comenzaban a decir / imagino que eran como instrucciones / para descifrar los
nombres / que alguna vez tuvieron las cosas” (Vuelvo al sueño).; “Hemos caído en el subsuelo del mismo sueño /
ahí donde todo lo que vemos / nos parece o no un ensueño”.
Y tiene
también mucho que ver con la dificultad para transmitir en forma de escritura
lo que es vivo y vibrante: “La poesía ha muerto escrita”, dice en un momento
Rafael García-Godos. Y continúa: “Las piedras se siguen estrellando contra mi
ventana / como los nombres que una vez conocí” (Ich Auch IV); “Los libros hechos polvo están / de sus nombres cenizas quedan / su belleza
es una llamada a la muerte / un amante traicionero y adicto” (Un reloj de pared). La fosilización de
la realidad a través del lenguaje no es un tema nuevo, pero es recuperado para
dar posibilidades expresivas a una cierta transgresión, como en El único consejo: “Olvida el nombre de
las cosas sus matemáticas /
vive en blanco que un pan se
llame lápiz / desayuna un lápiz / la comida más importante del día / siéntate olvida muere”.
Poca esperanza, después de todo, queda al poeta: “Héroe mutante viene de los
futuros poemas / y yo le huyo /…/ que para hablar morirá dentro de la sombra de
la palabras en blanco” (Héroe mutante).
Como viene
siendo habitual, las citas al mundo pop no son extrañas, en este caso al grupo
Radiohead: “Veo al poema tirado en la cama / quita que me largue / que no puede
ser mío / el poema / con cualquiera hace el amor / locos monstruos poetas” (Exit music for a film). Sin embargo, es
más cercano al espíritu de Nietzsche. Las coordenadas oscilan entre el filósofo
y el espíritu de Tod Browing (“Los monstruos no cambian / solo descansan”): “es
un tonto este Viajero / no sabe que para llegar a donde debe / no se necesita
pies ni camino / porque no hay lugar donde ir. // Todo está aquí / adentro / en
vida” (El viajero); “Los marmotopos
pueden tomar la forma de / un jabalí un tigre una mariposa, un árbol un pez un
río /…/ así llegas a reconocerlo / no revelará el nombre que tenían las cosas
antes de su nombre” (Marmotopos II).
El profeta, el viajero (“Viajando olvido como atarle los zapatos a su sombra” (De lo que no se hizo), el errante, quien
desconfía de lo establecido y se complace del devenir cambiante del universo: “Cuéntame
cómo cambia el mundo / cómo culta la trampa de tus ojos azules / las estrellas
que recorren tu cuerpo” (La piedra al río).
Nietzscheana es también la desconfianza hacia las palabras: “La palabra
descompone la forma del universo / se hace daño / porque hay cosas que no puede
describir / como la oscuridad de esta caja / donde sentado observo el incendio
del poeta / luz extinta de sus manos / que cargan la palabra / mi universo” (Soma); “Esta mañana el Oráculo impresora
me ha despertado / tirado letras por toda la casa con páginas llenas de códigos
/ me ha dicho que este lenguaje se posee a sí solo / por sí solo: es el
lenguaje visto como un castillo” (Oráculo
impresora); “Para usar este recuerdo / alguna vez quise decir algo / sobre
la inutilidad de los mapas / sobre su necesidad / sobre su búsqueda infantil de
un Jardín / una metáfora del lugar idea / una promesa para manipular” (Mi voz III). Por último, sostiene: “Las
máquinas inventamos el verbo”.
“No importa borrar
la poesía no sirve para
transmitir ideas
No importa borrar
la poesía no sirve para
profundas confesiones
no importa borra
la poesía solo espera que el
sueño la destruya
asfixie las palabras
la poesía no aguanta
se resbala
se olvida del
poema” (No borrar)
El amor a la vida a pesar del
sufrimiento, más incluso, por el propio sufrimiento forma parte de la filosofía
de Nietzsche: “En el nivel más placentero de la mortificación / lo aprendido se
hace esencia de poderes” (Suicida de la
plaza Tian’ammen).
Quizás
entroncado con la filosofía de Foucault, otro gran nietzscheano, una gran parte
del poemario recrea una reivindicación casi queer:
“Esta no ha sido idea mía / no me siento macho / no me siento hembra soy un mixen /…/ Uno escribe para
despedirse / es decir / yo escribo para despedirme de / este rincón donde se
guarda la culpa / un corazón azul / marciano” (Mental & Sabrosura)”; “Con calma he descubierto algunas voces
rebeldes que cruzan la esquina, extrañas ideas de equidad, extrañas ideas de
unión de hombres con hombres, con calma descubrí fantasmas contra tu corona rey
poeta, tontas ideas que trae el sol a tus heridas, fuiste rey poeta, pero ya el
poema se ha borrado” (4 puertas cerradas).
Sin embargo, la mayor diferencia con Nietzsche es la apelación a lo que llama
Nueva Iluminación, que si bien entronca con la faceta de Zaratustra como
profeta, es sensiblemente diferente y más apocalíptica: “Antes de la Nueva
Iluminación se veían algunos de otros animales a ti semejantes en la
transparencia del agua que empezaba a formar el río al que llamarían lagarto
lleno de viejas aves oscuras en las escamas de sus piedras” (Era vulgar).
De Tod
Browning toma el amor a estos seres y su identificación y ternura a pesar de
todas las condiciones: “a este hombre / yo le doy mi corazón hecho árbol / para
que vea con qué se hace candela” (Mi
corazón hecho árbol); “Todos somos party monsters / buscamos diversión en
la noche” (Escucha: estoy tratando de
salvar a alguien); “devotas de la zorritud” (Yo solo dije); “los ángeles de West Hollywood exageran / cada una
de sus palabras / cuando nadie los ve / trenza su culpa con más cuerpos machos
// los ángeles de west hollywood bailan into
the groove / ellos conocen el celeste viento / que hacen rodar las nubes” (los ángeles de west hollywood). Sobre
todo: “no hay poema que sepa cuidarte /…/ este poema tiene VIH y en él entran:
/ locos travestis trans afeminados lex pasivos ollas pasivos achorados” (Curtida). Rafael García-Godos toma a dos
personajes, a Pepa y la Regia, como muchos de los seres que Lour Reed nos
acercó del downtown neoyorquino: “Estoy
harta de bailar aquí tan sola” (l Regia)
su amiga; “Con taco aguja de LA REGIA / no es José Ricardo Vega / con su
concheno José es bien mujera / en bien femenino” (La Pepa (José Ricardo Vega)). Hay una mirada de descarnada belleza,
de afecto, de comprensión, casi de ternura: “miniña / estuve tanto tiempo dormido en el Castillo / que ahora no
recuerdo al chico que decía escribir un libro / y en realidad copiaba la
historia del primer fuego” ( A miniña,
mimadre llena de sedantes). Porque, en el fondo, todos los monstruos somos
humanos en la medida que todos los humanos somos monstruos: “El Nuevo Día se
presenta / todos llevamos un mismo nombre / todos le pertenecemos a todos” (Una nueva Iluminación).
“En un cuarto inventado sin luz
no eres tú la poesía
ni este cuerpo
si lo fueras
todos te estarían follando
/…/
no eras tú
tampoco tu voz tú
no entiendes porqué todo esto
por qué corto el poema con otras
voces
/…/
menos etílicos
menos cuidadosos
menos ubicados
más oscuros
más trans
gresores yo pondré la guerra yo
hasta volverme una loca”(Yo
pondré la guerra)
Un llanto, casi un grito para
terminar esta música para monstruos: “… y no los sigo y prefiero enamorarme
tres veces al día / y que por lo menos dos me rompan el corazón por el culo /
para destruir la última página para
ESCRIBIR SIN SABER / EXACTAMENTE / LO QUE QUIERE DECIR / EL POEMA / ESCRIBIR
PARA ACERCARSE /…/ Escribo MVXO, MVXO, MVXO, MVXO, MVXO, MVXO, MVXO / sin saber
qué significa / porque no encuentro / nada entero” (MVXO [Nada entero]).
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