martes, 11 de agosto de 2020

Reseña de Juan Romero Vinueza: ‘39 poemas de mierda para mi primera esposa’. Ediciones Liliputienses. 2020


39 POEMAS DE MIERDA PARA MI PRIMERA ESPOSA | JUAN ROMERO VINUEZA ...
Juan Romero Vinueza publicó la primera edición de este poemario en Ecuador (Editorial Turbina, 2018). Anteriormente había publicado Revólver Escorpión (2016), Dämmenrung [o cómo reinventar a los ídolos] (2019), que también está en Ediciones Liliputienses. Ha sido compilador, con Abril Altamirano del nuevo cuento ecuatoriano con Despertar de la hydra (La Caída, 2017). También compiló y tradujo País Cassora / Casate Lando (La Caída, 2017). El planteamiento, más que de un libro temático, es una especie de juego, donde la ironía toma protagonismo con un acento casi naïf que funciona como una carga de profundidad: “Quiero escribir un poema banal / un poema que hable de lo absurdo / que es escribir poemas / en un mundo donde nadie necesita leerlos” (Poema banal). Desde el propio título se advierte que no hay que tomarse en serio de la propuesta: “Lo que en realidad me preocupa / es que haya gente que se crea lo que digo” (Un poema dictatorial).
El uso de disposiciones tipográficas más propias de lenguaje administrativo o científico aportan esa sensación de irrealidad poética que caracterizan: “¡Poema! // podía olvidarme del lenguaje / detrás de un jardín de flores marchitas / diré por ejemplo: /a) la única revolución está en el lenguaje / b) hay que sentar la palabra en un estrado y obligarla a que se calle para siempre / c) se debe observar a la poesía sin que ella se percate de ello” (Un poema dictatorial). Se trata, en primer lugar, de interpelar al lector, tachar frases, opiniones, disposición en epígrafes como textos científicos, caligramas (Un poema kamikaze), la ironía cuando no directamente la burla (“Los zurdos / ciertamente podríamos / hacer del mundo un lugar mejor / pero aún no nos dan ese derecho”, Un poema zurdo), de jugar: “según el diccionario / de la real epidemia de la lengua” (Un poema académico). La intención la intuimos en unos versos al final del poemario: “Quiero desmitificar al sacrificio / sin embargo / mi principal problema / es que no encuentro la manera de hacerlo” (Un poema castrado).
No debemos llevarnos a engaño, todo son artificios para esconder, como en Poetas de Pejk Malinovski, una suerte de versos que abarcan desde lo más político (“Una frontera / es un límite imaginario / pero sobre todo ineficaz /…/ Sin embargo / es bien sabido que a la poesía / la única frontera es el lenguaje // pero también es sabido / que las leyes y los tratados de paz / se hicieron para romperse”, Un poema fronterizo; “Las provincias no son más / que los puntos invisibles de los países centralizados”, Un poema provinciano), filosóficos (“el übermensch es una mentira descarada”, Un poema humano; “absolutamente / todas las certezas son aburridas”, Un poema hispánico) o lo plenamente lírico (“el color del poeta muerto depende / de las palabras que no fueron escritas”, Un poema fúnebre;). A veces la introspección suspicaz toma la palabra: “he oído que releer los poemas de uno mismo / es sentir cómo de repente alguien / te lanza un puñetazo en el estómago /…/ Siempre me releo para darme cuenta / de que soy un pésimo turista / de mis propias palabras” (Un poema extranjero); “está en peligro de extinción / solo significa / que puedes desaparecer / pero / al mismo tiempo / que puedes convertirte en metáfora” (Un poema llamingo). En otras ocasiones es un desafío trascendente: “dentro de la enciclopedia / he hallado los restos del hombre / y los he despreciado por parecerse demasiado a los del animal” (Un poema darwiniano); “todo dios es un holgazán / que crea cosas insignificantes / y luego las deja libres / a la deriva” (Un poema creacionista).
Incluso reflexiones metapoéticas (Un poema lúdico) que parecen insistir en burlarse de sí mismo como poeta: “no suelo mentirme tanto / por eso he creído miles de veces / que soy un buen poeta” (Un  poema mentiroso). Recuerda en actitud a los antipoemas de Nicanor Parra: “La anatomía de un poema / es similar a la de un río imaginario: / porque no existe” (Un poema estulto); “entiendo perfectamente que / dos condiciones me hacen / tercermundista en este momento: / 1. ser latinoamericano: / esa manera de vivir informalmente en peligro / 2. ser poeta: / esa manera de fracasar y ser socialmente aceptado / ¡y hasta venerado!”. En un poema dedicado a Luis Eduardo García insiste en no tomarse en serio a sí mismo: “Un día me reté a mí mismo / me dije: puedo escribir el mejor poema del mundo / o al menos el mejor de mi brillante generación /…/ tomé un café helado y escribir / una serie de poemas de mierda” (Un poema alt-lit). O retoma, como César Vallejo las formas burocráticas para abordar un poema: “convertirse en persona / es un proceso complejo / que conlleva muchísimas cosas” (Un poema burocrático).
Las relaciones forman parte, como el propio título señala, de las intenciones de este poemario: “Puedo enamorarme para / toda una vida en media hora / puedo amar eternamente / durante tres semanas / o quizás menos” (Un poema fiel). Aunque no se trate en ningún momento de un ajuste de cuentas, sí que podemos intuir algunas amarguras que no dan sino lucidez a sus palabras: “total / no es tan malo ser tercero / eso significa que nosotros / no hemos perdido la final” (Un poema tercermundista); “lo que nos aterra en la repetición / no ser vistos como las islas que quisiéramos / como esas insuperables bebidas refrescantes del desierto” (Un poema común); “que me hagas sentir un fracasado / no quiere decir que no me ames” (Un poema amoroso).
El punto de vista personal es aprovechado para jugar al partidismo, a no tener que afrontar todas las versiones, sino invitarnos a mirar desde una posición: “Hay que recordar que el poema es niño // los niños también tienen miedo / quizás miedos más oscuros / delirantes / asfixiantes” (Un poema maduro). Esto es especialmente claro en Un poema biográfico, donde se dan cita un conjunto generacional de referencias: Nirvana, Oasis, Juan Pablo II, Kenneth Koch o Baggio. A pesar de todo este juego de despistes y referencias hay un profundo amor a la poesía y la belleza: “X podría ser cualquier cosa / tal como ha venido siendo la poesía / y la vida de los seres humanos” (Un poema x). Una literatura inmersa en la tradición, en la que cabe el absurdo como Un poema kafkiano, entre muerto y chiste y, sobre todo, la estirpe borgiana: “Un poema es una reinvención de sí mismo / o de otros poemas (Un poema infinito). En suma: “el ritual más antiguo del hombre / ha sido la búsqueda de la inmortalidad” (Un poema inmortal).

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