martes, 10 de marzo de 2020

Reseña de Thaís Espaillat: ‘¿Tienes quién te cuide la mula?’. Ediciones Liliputienses. 2019


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Santo Domingo 1994, poeta, editora, artista audiovisual y, según se dice, “experta catadora de mandarinas”. En su haber constan una plaquette: Eres un píxel (Mula Blanca, 2015), varios poemarios: Pudo haberse evitado (Eloísa Cartonera, 2017 y Ed. Cielonaranja, 2018), A veces quisiera dormir dentro de un pomelo (Ed. Nebliplateada, 2018) y varios fanzines. Parte de una expresión sencilla contrastando con el impacto de imágenes imprevisibles (“Pequeña lista de imágenes en orden aleatorio”, Telegrama) por las consecuencias, como el hombre barbudo de las oficinas de google [Un día vamos a saberlo todo (y no nos va a gustar)]. Juega con ser algo aunque derroche vitalidad entre sus versos: “Yo igual no querría llegar a vieja, / me da terror el deterioro” apocalíptica (Nos destruirán a todas, nos destruirán a todos).
                Su capacidad de observación para los pequeños detalles que trascienden grandes historias es notable, al igual que el ejercicio lúdico: el Ejercicio de versificación de algo que digo por whatsapp sería un gran ejemplo de que el medio es el mensaje. Janis Joplin es la peor enemiga de Aquaman causa la sonrisa del lector: “Hoy oí a una señora / igualita a Janis Joplin / decir que debemos tener peces / para que absorban la mala viba / y se mueran / en vez de uno
La técnica de contarse las historias, de hablar con uno mismo sirve de mecánica para el absurdo vital, los trabajos inútiles, los sísifos cotidianos (Tengo sed). Sueños que no se cumplirán, miradas ingenuas para describir lo descarnado de la vida donde pueden mezclarse Brian Eno y una probable garza. En un contexto no convencionalmente poético surgen temas de una actualidad no tan actual para alguien tan joven: “El mundo se acabará pronto / (lo puedo decir con confianza / porque ya me confesé / soy espía, y además soy rusa)” (Yo soy tu Perestroika). Discurren historias disparatadas como las de Este poema tiene nombre de gato, o el homenaje poco disimulado a Julio Cortázar: Mi casa ha sido tomada. Todo en un tono muy apocalíptico.
La habilidad de Thaís Espaillat es inocular la emoción y la personalidad poética en estas historias: “Ah, si algún día voy a Holanda / correré por los campos de tulipanes / con canciones también tristes en la boca, / cogiendo a las flores por las manos /…/ Qué lindo huele la muerte, ¿no?” (Sin título); “Ojalá no hayas cambiado de dirección / porque esto es un secreto / y de llegar a manos equivocadas / el bizcocho se comería todas mis playas. / Y no quiero” (Escribí esto ayer). Espigando entre los versos encontramos algunos ejemplos ciertamente directos: “No vuelvas a besar los cuchillos” (Esa es la hija de la Reina Isabel II) o “¿Eres tú, Dios, el que me habla / en la brisa? / El Papa manda un fax / en una nube / desde tan lejos / hasta aquí” (Esta almohada no es lo suficientemente grande para taparme toda la cara).
“Perdón por la crueldad,
es que me dan envidia
pero juro
estar haciendo mi mejor esfuerzo
por no llorar todos los días.

Todo está bien.
Hay pastillas y terapeutas
y viajes a México.

Ahora mismo me seco al sol
como la ropa y los perros.
Una piscina en Cuernavaca,
quemarse es igual en todos lados”.(Voy a ahogar a las libélulas en el borde de la piscina)
A medida que avanzamos se va trasluciendo más el interior personal e íntimo de la autora que se jalona de sufrimiento emocional y psicológico: “El bienestar fantasma / del tratamiento psiquiátrico / está dejando mi cuerpo // Ya no sé dónde ir / el agua ha vuelto a estancarse” (No le dije al psiquiatra que no iba a volver); “Soy la reina de la colina / No siento nada / No siento nada” (¿Así se siente tener el control?). La desorientación y la desazón interior se corresponde con la hostilidad del mundo del afuera, “El mundo exterior / es un lugar confuso / y vacío” (Compendio oficial de observaciones hasta la fecha) hasta en sus más ínfimas percepciones: “Los insecto saben / protegerse del mundo / mejor que yo” (El mundo me ataca constantemente). Una hostilidad que acaba por transformarse en rabia y nihilismo: “Te escupo estas palabras a los ojos / para que dejes de existir, / para que se te derrita la cara, / para que flotes sangriento / en una cuneta de la zona” (Esto no vale de nada)
En varios textos se insiste en la incapacidad para el control de las circunstancias vitales: “Repetir / hasta que no queden platos limpios / ni jabón de fregar: // Tú no tienes el control / de nada” (Nota al margen); “O sea que ya no me pueden engañar // El cielo está sucio / y no hay nada / que yo pueda hacer” (El daño está hecho). Se refugia entonces en lo más cercano, en la ausencia de grandes aspiraciones, en el susurro de deseos pequeños: “Besa con deseos / o con deseos de violencia” (Sin título); “Te juro que no pido mucho, / solo estar sentada / debajo de una mata de cerezas / muy dulces / y pasar la mano por tu cabello / hasta que no quede nada, / absolutamente nada / de mí” (Avances en la agricultura); “Un parque es el que nadie te diga adiós, / otro donde puedas sentarte a leer / lo que escribiste en el parque de al lado / donde vives tú” [Una propuesta formal (o una carta de amor)].
Uno escribe porque no tiene más remedio y porque ese es el remedio, dice Thais Espaillat: “Escribo una foto / porque ando sin cámaras” (Memoria fotográfica) y titula un poema con lo que podría ser una declaración de intenciones: Pagaré todas mis multas con poemas idiotas. En el fondo, dice, “a quién le importan / las palabras artificio / a quién / yo solo quiero / poesía” (Sin título)

La introspección se vuelve en ocasiones cruel: “Uno se vuelve las cosas que odia, / a veces” (Ya voy llegando); “Mentiría si dijera / que no necesito la certeza explicarte / de lo que llega después /…/ Miro mi fugacidad de reojo / con miedo a ser descubierta / como impostora. / Ninguna cosa ha sido importante / ni lo será nunca.” (Sin título). Pero, en otras ocasiones vemos la voluntad de resistir (“Gracias a las montañas / tan verdes/ para recordarme / que aunque camine por la calle / y existan señores que me lleguen a la mitad del muslo, / sigo siendo tan chiquitita que ni me veo”, Sin título), incluso de levantarse, “Mi cuerpo / no será / instrumento de ninguna otra cosa / que no sea / su propia fibra. // No voy a quemarme / ni a quedarme / ni a morir /…/ seré / el abono” (Mantra). Para eso sirve la rabia: “Ustedes fueron / los que destruyeron todo esto. / Así que no voy a ser yo / la que cosa los frutos a los árboles” (Sin título).
No se engaña ni engaña Thais Espaillat: “A mí que no me venga a buscar / cuando me vaya iré yo sola / agarrándome la mano con la otra, / mirando un punto rojo en el cielo / que saldrá directo / desde mi rayo láser” (Sin título).

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