jueves, 20 de julio de 2023

Reseña de Ícaro Carrillo: ‘Musas, blasfemias y trincheras’. Zerkalo. 2017

 MUSAS, BLASFEMIAS Y TRINCHERAS | ICARO CARRILLO | Casa del Libro


Este volumen de Ícaro Carrillo es un ejemplo de poesía de combate. En sus propias palabras: “en lugar de apostatar, he decidido conseguir una excomunión cum laude mediante estos poemas que susurran blasfemias, odas a la rebeldía y loas a una mujer. En definitiva, se ocupan de todo lo que ellos odian; de todo lo que tú y yo veneramos sobre el resto de las cosas” (Justificación). Las Musas aportan luz, son poemas de amor a su mujer. Las Blasfemias recogen la ira, especialmente religiosa y las Trincheras son los poemas reivindicativos.

Entre las trincheras encontramos elementos sociopolíticos de crítica social: “Por cada Azaña / tres militares golpistas. / Por cada poeta / cincuenta futbolistas /…/ Un país / y ninguna patria que reivindicar”; “Gomina: “Son zombis a la inversa, / vivos que se sospechan otra cosa / que el deja vú constante de la eterna rutina. /../ Tal vez oyeron en alguna ocasión a Nacho Vegas / pero nunca lo escucharon /…/ Admiran a Amancio Ortega”. En ocasiones es más sutil la crítica, y tiene que ver con cuestiones casi filosóficas: “El deseo repetido será bienvenido, / la rutina no. / El pecado a plena luz / sabe mucho mejor” (Las reglas del fuego); “Si la vida se pusiera inaguantable, / moriría de viejo / puliendo mi nota de suicidio. // NI siquiera tendría esa salida”; “Era de esperar que, / en ocasiones, / nos olvidamos de ser humanos” (Contra natura). Se van mezclando con las blasfemias, es decir, con la crítica hacia la institución y la falsedad de las creencias: “Un mendigo en la puerta de cada tempo / como mascarón de proa / de la Iglesia Católica” (Moneda); “Dios no existe, / y el muy hijo de puta lo sabe” (Oración del obispo); “Por momentos parece que el cielo / conociese la distancia / que nos separa” (Distancia).

En el plano del deseo, una escritura sin hipocresías ni eufemismos: “Mientras, / yo la abrazo desde la ducha, / al borde de la erección. / A medio palmo de que la lava / también me desborde a mí” (Volcanes). Eso no significa que no haya compasión o ternura, también habita la esperanza: “Hay quien empuja nuestros pasos / hacia los caminos de la confusión, / y hay quien regala estelas de lucidez. / Distinguirlos es esencial” (Mentiras); “Hay una trinchera / que compartir con todos ellos” (Trincheras).

“Durante las oscuras noches

sin luna,

cualquier luz

tiene espíritu de estrella” (Descubrimientos)

Precisamente el recurso a la esperanza va iluminando un poemario de combate: “El viento resucita la arena muerta / y hace soñar a los árboles / la posibilidad de un futuro libre de raíces / También mueve molinos / y despeina por igual / a gigantes y humildes. // Bendito sea el vendaval / que nos haga soñar / con revoluciones” (Gigantes y molinos). Ícaro Carrillo goza de una agria lucidez: “Hay una manada de caballos / que una vez cabalgaron libres, / sin establo al que regresar. // Lo que hoy pisamos fue antes / vida desbordada” (Barro).

El otro lado brillante del volumen son los poemas dedicados al deseo: “El primer invierno que pasamos juntos / fue anormalmente cálido. // Los expertos lo achacaron / al cambio climático. // Yo siempre sospeché / que tuvimos algo que ver con aquello” (Cambio climático); “Me declaro aspirante a recortar distancias / hasta habitar un espacio / en el que pueda descifrar / –con mis labios– / el braille de sus labios” (Braille). En el devenir de los poemas surgen los momentos oscuros incluso en este ambiente de los afectos: “Esa patria, / cierta y noble, / que anoche era descanso, / sexo, cobijo y calor, / ahora apenas sobrevive / como un amasijo / de sábanas heridas de muerte” (Sábanas heridas).

Es el paso del tiempo y la muerte el último de los nódulos temáticos en los que confluyen tanto las blasfemias y trincheras como los poemas sobre el amor y el deseo: “Peter Pan está a media cana / del hombre del traje gris” (Viernes);“Supongamos que la muerte / sea una suerte de prisión / negociada por nuestros enemigos” (Suponiendo). Podría decirse que el pesimismo canalla, salpican algunos de los últimos poemas: “Será por ello / que el abrigo del alcohol, / la guardia del sexo / y las esperanzas de revolución / reclaman al amparo / del pálido astro” (Noche). Aun así, queda siempre la oportunidad de redención, “Como un ángel caído / que recupera sus alas; / así reacciono a su cuerpo” (Humo y deseo);“Más de un pájaro / ha quebrado su vuelo / contra algún cristal demasiado limpio. / El sexo es exactamente igual / para nosotros los humanos. / Sin un poco de suciedad / se convierte en una trampa de mal gusto” (Trampas).

Quedémonos con la ternura de la memoria para cerrar el volumen: “La casa de mis abuelos / me recibe con crujidos. / Yo contesto que también les echo de menos. / Y así recordamos, / casi a diario, / los años en los que todavía / se sentaban al calor del brasero” (Abuelos). Que también es revolución y trinchera.

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