Luis Bernardeau (Murcia, 1975) aka Lujo Berner es ingeniero civil,
padre de familia y windsurfista. Varios heterónimos dan cuenta de su intensa
labor. Lujo Berner firma New York City
Haikus (2009) fotolibro y Home
(Boria, 2017). Omar Daf cubre su faceta de pintor. HARAR es el nombre para el colectivo
sonoro. Y, sobre todo es winsurfista, coordinando el Circuito Ibérico de Acción
en Olas (CIAO).
Este libro
intenso comienza con una cita de Gary Snyder que ya va anunciando las
coordenadas poéticas y experienciales de este poeta. El volumen se divide en
secciones, la primera de las cuales, Vulcanitis abarca poemas escritos entre 2005-2008, los
que se incluyen poemas tachados, juegos con la disposición tipográfica, sin
puntuación. Un espíritu provocador con técnicas cercanas al surrealismo, de vez
en cuando una coda en inglés, imágenes como Gamoneda: “monte papel / que llora
confusión / de horas que caen” (Desorden).
La metáfora del volcán incluye el paisaje físico tanto como los borbotones
emocionales: “después de la prisión de la sensatez / y del viento del
purgatorio / y así llega a la luz de África / impuro ocioso e infantil /
descalzo / y / necesitado” (Cuenta atrás).
Una actitud combativa, inconformista del que ansía buscar lo próximo mejor
porque la vida que nos rodea es gris y uniforme: “hasta este siglo XXI / Donde
Ulises trampea con corazones urbanizables / y es oro lo que reluce entre sus
dientes / pero también / donde la poesía sigue surgiendo donde siempre” (El culo del mundo: Surfin’ Portmán).
La tentación
de la escritura automática se contrapesa con matices más reflexivos: “también
es posible / que la culpa real sea / de ancianas psicópatas de mente juvenil y
calenturienta” (Una pequeña gota de
veneno); “por una rosa de plástico herido / por litros de ociosas meadas /
san Jordi tamura” (La balada de Jordi
Tamura). El caos de la naturaleza (humana) solo tiene una visión,
reconvertirse: “así que lo olvidé / olvidé el sol de poniente invernal / y eso
fue lo mejor que pude hacer” (Inmediatahistoria
acumulada)
La segunda
parte, la de 2008-2011 se titula Orlandia.
Esta es la tierra donde convergen poemas en los que abundan las referencias al
rock (Far Rockaway del corazón, situado en el NY de Los Ramones: “espero que
junto al mar también sentado junto a una palmera de plástico / y mi memoria
hecha jirones de plástico / y mi memoria hecha jirones paja y papeles quemados
/ dándole vueltas a ferlinghetti una vez más”) y al lenguaje no
convencionalmente poético , científico (Crónica
desde el útero: semana 10) o callejero (“una vez hecho esto / estaremos
preparados para mandar a tomar por culo a los grillos de la modernidad”, Paraíso perdido). Conviven las
referencias a la generación beat con el ambiente plenamente surfero: “junio es
como una lengua de arena sin saliva que nadie entiende” (Junio); “una nueva vida llena de olas / olas insospechadas / que te
sorprenden en tu propia cas / que golpean los cimientos de ese nuevo puente de
la imaginación / haciéndolo más fuerte” (Poema
de la llegada de la vida marina). Hay momentos de repaso generacional y
personal: “de repente volvíamos a andar por las paredes / volvíamos a
metabolizar el tequila con testosterona / y volvíamos a cantar miasmas entre
fuego y tromba” (La noche que fuimos).
Se va abriendo
paso, poco a poco, una filosofía que hunde sus fundamentos en la actitud de
buscar la ola perfecta, de la espera, de la eterna disposición a la acción:
“aguantar, aguantar, aguantar / paciencia, paciencia, paciencia / si te precipitas
perderás tu momento / “el momento” / si llegas tarde lo perderás todo /…/ y
nada más / tan solo / nadar para alcanzar
el final” (La primavera está llegando);
“pero al final sabrás que es mentira / que la única alternativa siempre ha
comido de tu mano / envuelta en vendajes incómodos y rosales de baño / y que de
infinitos el hombre no entiende nada” (Endless
Summer).
Cinocerismo (2015-2019) es la sección en
la que más claramente se identifican el surf y la vida: “cuando sale; / cuando
sale // en una epifanía congelada / una parada cerebral inundada de fanfarrias
/ …/ Y / aunque lo parezca, no hablo de windsurf / hablo de la vida / de lo
jodido que es cumplir años / de mantener vivo el sueño de la ola perfecta /
hablo de ti y de mí” (Blackloop); “pero
sobre todo me imagino metiéndome en el mar una y otra vez / mientras sea
posible / y que esté muy fría / que duelan las manos y la cabeza / y que haya
olas / aunque no sean muy grandes” [As
long as there’s sun (descansa en paz, David Bowie)].
Las citas de
Mark Strand, Whitman, G. Corso, Ferlinghetti, Juan de dios García, Soufian Sahlu
amplían el espectro de vigilantes poéticos que guardan los poemas.
Predomina casi
una atmósfera de recapitulación vital: “Ahora que hace veinte años de mis
veinte años / y siendo inevitable echar la vista atrás / si pienso en TODOS los
días de poniente vividos / me doy cuenta de que son una única y gloriosa sesión
/ la jornada del final de todo lo que vale algo” (Poniente); “el hermosísimo / juego sexual / entre el alisio / y el
atlántico” (Alisio); en la que nunca
sabemos si el deporte es en sí mismo lo descrito o es más que una metáfora
vital: “Venga, si os lo sabéis de memoria / esperar y lanzarte / flexar /
dirigir / vamos / ¡aéreo!” (Floating).
A menudo sabemos que la vida se muestra como dolor, y así el surf: “saber de
esta pócima es a la vez curación / y politraumatismo del espíritu / porque
cuando el sudor frío de los cuarenta barniza la historia de cada día / y todo
el tiempo lo sabes / que tiene el remedio /…/ no puedo regalarte nada que te
ayude / el dolor ahora es el más fuerte” [1.066
km (Secret Spot)]. Ofrece, entonces una serie de imágenes poderosas que
habitan la retina del recuerdo: “cuando cielo y mar se confunden / y el tedio
solo es una antesala de la quietud definitiva (Calma chicha).
Quizás lo más
interesante de la propuesta de Lujo Berner, además de su indudable acierto
poético, es la complejidad con la que asume la identificación entre vida, surf
y poesía: “aunque cada vez haya más poetas (que nadie lee) / y san whitman sea
tan necesario para salvar los muebles / solo está claro que tampoco el mérito
es algo que hayamos ganado / en esta partida entre el vacío y la arrogancia” (Off Shore); “y tú me dirás vaya un
escapista de mierda / y yo te contestaré que escapismo capullo / no ves que te
estoy dando un camino / que te estoy reconciliando con lo natural” (Tramonto); “y seguir navegando hasta que
la costa y sus urbanizaciones sean solo una línea una nada // y seguir
navegando” (Mediterráneo). Tres
ejemplos en los que la actitud es combate, huida y salvación.
“en estos
momentos de extrema ligereza gravitacional
los pensamientos
y los actos van de la mano
por el
camposanto
la religión de
la ola es incluso perseguida
y hasta los
pocos & honrados & hermosos ven el amor
como un
problema.
Declaramos
unilateralmente nuestra independencia
y luego
la
suspendemos de forma indefinida hasta que alguien se caiga” (Declaración unilateral de independencia)
Lujo Berner no desaprovecha
ocasión de referencias nada poéticas para construir su discurso, anclado en la
realidad cotidiana, en su universo particular. Aunque anclado será una imagen
desafortunada por cuanto la aspiración es hacia el vacío: “o peor / que
descubras que hay vacíos que nunca podrás colmar / o aún peor / que sepas
discernir con total claridad lo que amas / sabiendo que no te espera en la
orilla / que no está en el mismo continente / ni siquiera en este mundo” (Monte Leāo, CV). Por todo ello,
rematamos, como el autor, citando a la leyenda del Windsuf y campeón del mundo
de olas en el año 2000, Francisco Gago: “Windsurf // Lo que no se puede agarrar,
te sostiene” Fracisco Gago. A lo barón Munchausen.
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